"Un fragmento del retablo de la Virgen de las Nieves, de Lepe", Boletín Oficial del Obispado de Huelva (BOOH) 253 (en. feb. 1985) 61-66.

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Un fragmento del retablo de la Virgen de las Nieves, de Lepe

Se exhibe en el Museo Diocesano una pintura en tabla (1, 36 m. de alto por 0,37 m. de ancho), fragmento lateral del que en su día fuera retablo de la Virgen de las Nieves, de la parroquia de Lepe. Estaba firmado por «PERº VILLEGAS, F.», es decir, Pedro de Villegas y Marmolejo, pintor sevillano, amigo personal de Arias Montano (1).

Representaba la milagrosa fundación de la más antigua iglesia dedicada a la Madre de Dios, hoy basílica de Santa María la Mayor en Roma, ocurrida el año 352, durante el pontificado del Papa Liberio. El ala lateral del tríptico, que estudiamos hoy, representa el momento en que al patricio Juan y a su mujer se les aparece en sueños la Virgen, quien le manifiesta su voluntad de que edifiquen en su honor, en el monte Esquilino, una Iglesia, cuya planta se hallará trazada en el suelo nevado de la colina. La escena inferior relata cómo el patricio y su esposa acuden al Papa Liberio a contarle la visión, encontrándose con la sorpresa de que el pontífice había recibido idéntica revelación.

En el centro figurarla la Virgen de las Nieves o de la Blanca, en su iconografía tradicional, como se venera en la basílica romana, tan reproducida en el siglo XVI. El ala contigua representaba arriba la bendición del lugar destinado a la edificación del templo, y en la parte baja, una escena de la construcción (2).

El Sueño del Patricio

La escena (0,47 x 0,37 m.) sucede en el aposento donde el patricio Juan y su consorte sestean, vencidos por el sopor del ferragosto romano. El venerable patricio, reposa sobre solemne sillón de cantería. El vestido, largo y pesado ropón dorado y esclavina color jacinto sobre sayo verde, delatan su noble alcurnia. La cabeza, vencida por el sueño, se inclina plácidamente. A su lado, en un plano inferior, la esposa dormita sentada en bajo escaño. Viste saya lila, orlado manto jacinto, y toca blanca. Apoya la cabeza sobre la mano izquierda, y el codo sobre un podio de mármol, mientras que con la derecha desgrana las cuentas de un rosario.

En la línea de cielo, aparece un rompimiento de gloria. La Virgen sedente, ataviada con túnica jacinto carmín y manto azul verdoso, sostenido en sus extremos por ángeles, cubre su cabeza con toca blanca. Sobre su rodilla izquierda, el Niño. Ambos, en ademán comunicativo. De la cabeza de la Señora emana una aureola dorada que se decolora en rosa, confiriendo la sensación de profundidad y de penetración en un ámbito extramundano, cálido y luminoso. La transición a la oscura estancia se verifica por transparencia de grises en las nubes.

El autor ha concebido una composición cerrada en forma romboidal, partida en dos campos triangulares contrapuestos. El superior tiene como vértice la cabeza de María, y se ve lleno por las figuras de Marías y Jesús. El inferior, vacío y oscuro, tiene como lados las iluminadas y coloristas figuras de los señores de la casa.

Notas de manierismo son además el gusto por los volúmenes rotundos en los plegados, el escorzo y contrapposto de las anatomías insinuadas, y la policromía de tonos esmaltados y modulaciones tornasoladas, en texturas de rasos y sedas, oro, verde azulado, jacintos.

El patricio Juan y su esposa ante el Papa Liberio

Bajo la anterior representación, aparece una escena(0,65 x 0,37 m.) cobijada por dintel y arco de medio punto dorados y enjutas estofadas. Se narra en ella la entrevista del patricio y su esposa con el Papa. Como en la anterior, la sala se halla sumida en un fondo oscuro, insinuándose en breves pinceladas el mobiliario de la estancia. Un dosel rectangular con flecos, en escorzo, se eleva sobre un fondo arquitectónico clásico, del que se adivina una alta columna de fuste liso sobre podio, de veteados mármoles.

El pontífice se sienta sobre la cátedra de Pedro, cuya figura se delinea en el respaldar de la sede. De larga y blanca barba, ostenta los atributos papales: tiara de triple corona y cruz sobre globo en el remate, en color esmaltado azul verdoso, enriquecida con flores de lis en oro, perlas y rubíes. La capa pluvial, bordada en oro, se abrocha al pecho por un grueso medallón cuadrifolio. Sobre el hombro cuelga una de las ínfulas, con tres perlas a modo de flecos. En contraste con la riqueza de ornamentos, viste una blanca sotana, sobre la que destacan los guantes carmesí y los anillos pastorales. Bendiciendo con la diestra, expresa su conformidad a la propuesta de edificar una basílica a la Madre de Dios.

A sus lados, dos cardenales, de agudas facciones, con gesto de emoción y complacencia, sostienen la capa pontifical. Visten hábitos púrpura. Sus miradas centran la atención sobre la intervención del Papa.

Los esposos, a sus pies, se postran en actitud de súplica. La esposa aparece tocada con velo blanco y manto verde oliva tornasolado al blanco. La figura del patricio se ha perdido.

El clasicismo manierista de la composición es apreciable en el esquema cerrado en forma de círculo. Respecto a los volúmenes y colorido, podemos repetir lo dicho en la anterior figuración.

Historia del retablo

El retablo a que nos venimos refiriendo, presidía la capilla de Ntra. Sra. de las Nieves, de la que era patrono el bachiller Lope Méndez, cura de Lepe. Así constaba en una inscripción, que, junto con la firma, anotó antes de 1936 el profesor Angulo: «EN SERVICIO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES, EL BACHILLER LOPE MENDEZ MANDO HAZER ESTE RETABLO CON LA HISTORIA DE LA FUNDACION DE SU CASA EN ROMA PARA ESTA SU CAPILLA PUSOSE AQUI» (3).

En efecto, el clérigo, en su testamento otorgado en Lepe el 25 de junio de 1605 ante el escribano público Benito Ramírez (4) ordena: «Sea mi cuerpo metido en mi capilla de Nuestra Señora de las Niebes, que yo tengo en la yglesia mayor del Señor Santo Domingo desta villa de Lepe, en la tumba que para mi entierro yo fabriqué debajo del altar, donde están los güesos de mi abuelo Lope Mendes y de mi madre Catalina Mendes», y donde reposarían también los capellanes perpetuos. Por el sitio que se le concedió para hacer su capilla, dejó a la fábrica parroquial un tributo de ochenta ducados y otro de veintidós ducados de principal, obligando con ello a dicha fábrica a correr con los reparos de la capilla, y encomendando a los patronos «tengan cuydado de que la dicha fábrica en lo que se ofreciere e fuere necesario repare la dicha capilla» (5).

Habida cuenta de que el bachiller Lope Méndez era ya cura de Lepe en 1579 (6), y que el pintor, nacido en 1519, fallece en Sevilla en 1596, podría situarse la fecha de su ejecución en el último cuarto del siglo XVI, etapa de madurez del maestro Villegas y Marmolejo (7).

Destrozado el retablo, junto con el importante tesoro parroquial de Lepe, el 21 de julio de 1936,se conservaron las alas laterales, que no llegaron a venderse en los días de la reconstrucción del templo. Cuando se recabaron las primeras obras de arte fuera de culto para la constitución del Museo Diocesano, sólo se hallaba una de las dos referidas por Martínez Sánchez. Esta única tabla fue depositada por su párroco, D. José Lora Fernández, en el Museo el 1 de octubre de 1974, siendo restaurada en 1980 por José Vázquez Sánchez, en Sevilla, quien tras fijar la capa pictórica, gravemente desprendida y deteriorada, realizó la limpieza y reposición de fragmentos perdidos, que, afortunadamente, no afectaban a zonas centrales, exhibiéndose hoy con toda la brillantez de su esmaltada policromía en la sala inferior de la antigua enfermería del Monasterio de Santa Clara de Moguer, Museo de la Diócesis de Huelva.

MANUEL JESÚS CARRASCO TERRIZA



NOTAS

(1) ANGULO ÍÑIGUEZ, D., Pintura del siglo XVI, en Ars Hispaniae, t. XII, Madrid, 1955, p. 216. CAMÓN AZNAR, J., La pintura española del siglo XVI, en Summa Artis, t. XXIV, Madrid, 1970, p. 407. SERRERA CONTRERAS, J.M., Pedro de Villegas Marmolejo, en Arte Hispalense, t. 8, Sevilla 1976, p. 82.

(2) MARTÍNEZ SÁNCHEZ, L., El templo parroquial de Santo Domingo de Guzmán de Lepe, Huelva 1953, pp. 33-35.

(3) Agradezco esta información a D. Arcadio Menguiano.

(4) ADH, Capellanías, Lepe, leg.ant. 311,2; exped. de 1660, fol. 1.

(5) Ibid., fols. 16-17.

(6) MARTÍNEZ SÁNCHEZ, L., o.c., p. 57.

(7) Entre 1576 y 1577, Villegas pintaba un retablo para el arcediano de Cuzco, Juan Alonso de Coto, retirado a Moguer, su ciudad natal. En 1578 pinta otro retablo para Moguer, en este caso para el rico comerciante Antón García Banegas. LÓPEZ MARTÍNEZ, C, Desde Jerónimo Hernández hasta Pedro Roldán, Sevilla 1929, pp.206-208.