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Página personal de Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA  

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     «La procesión del Corpus Christi de Trigueros, en 1593»,

en Rev. Fiestas de San Antonio Abad, 1997.

Impr. Jiménez, Huelva, 1997, págs. 26-29.

 

 


LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI DE TRIGUEROS, EN 1593

 

            La  procesión del Corpus Christi representaba –y representa– la más solemne expresión pública de adoración a Jesucristo, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, misterio central del cristianismo. La fiesta del Corpus Christi, como es sabido, fue instituida por el Papa Urbano IV el 11 de agosto de 1264, y confirmada por Clemente V en 1312. Aunque la Bula de Urbano IV no alude expresamente a la procesión, parece casi presuponerla o inspirar­la. De hecho, así sucedió en toda la cristiandad. Como afirma Righetti, «todo lo que el celo del clero y la fe ardiente del pueblo, secundado por sus gobernantes, pudo encontrar de pomposo, de rico, de sumamente decorativo, todo fue admitido al servicio del Rey de la gloria, para hacer más triunfal su paso por las calles de los barrios y de las ciuda­des» 1.

 

            Ya en el siglo XV, la fiesta del Corpus Christi en Sevilla era modelo de fiestas de exaltación y de prestigio2, que en toda la archidiócesis se procuraba imitar. Las instituciones y las corporaciones, eclesiásticas y civiles, con sus imágenes de devoción, con sus pendones e insignias, y, a veces, con sus danzas y representaciones, tomaban parte en el vistoso cortejo. «Cosa muy asentada es, por costumbre universal destos reinos de la Corona de Castilla –decían las Constituciones Sinodales de Sevilla de 1604–, que la fiesta propia del Santísimo Sacramento (que por lo que en sí contiene se llama de Corpus Christi) se celebre con gran solemnidad y regocijos exteriores de representaciones, danzas y otras cosas», que eran examinadas y aprobadas por el Provisor o por el Cura más antiguo3. Todos los clérigos del lugar estaban obligados a acudir a la procesión con sus sobrepellices: «En las Procesiones que se hacen el día del Corpus Christi, por la solemnidad dellas y para que vayan más acompañadas, mandamos que todos los Clérigos de Orden sacro vayan con sus sobrepellices, y no las dejen hasta que vuelvan el Santísimo Sacramento a la Iglesia y lo coloquen en su lugar acostumbrado»4.

 

            El piadoso deseo de los fieles y de las entidades corporativas de estar lo más cerca posible del Santísimo Sacramento, unido al natural amor propio, y a la conciencia del honor colectivo, producía no pocas rivalidades. Los antecedentes de estas disputas se remontan nada menos que a los tiempos de Jesús: María de Salomé pretendía que sus hijos Santiago y Juan se sentaran a la derecha y a la izquierda del Señor, en los lugares más próximos e inmediatos5. Y todavía en la Última Cena, porfiaban los discípulos entre sí por quién había de ser tenido como el mayor6; igual que los fariseos, que procuraban los primeros puestos en los banquetes7. El consejo evangélico era rotundo, y con validez universal: «el que quiera ser el primero, sea el servidor de todos»8, y «el mayor entre vosotros hágase como el menor»9. Sin embargo, llegada la ocasión, fácilmente era olvidado aquel mandato del Señor.

 

            Por esta razón, era preciso un minucioso protocolo, conforme al cual se organizaba la procesión. Aún así, no pocas veces, se originaban roces y discusiones, hasta el punto de entablarse sonados pleitos sobre el derecho de precedencia de imágenes, de corporaciones y de danzas, en el desfile sacro. Pleitos que, al margen de la anécdota, nos dejan en sus páginas interesantes informaciones sobre la vida de las parroquias y de los pueblos, y sobre su patrimonio artístico. Es lo que, más de una vez, ocurrió en Trigueros: en 1593 entre los arrieros y caldereros, devotos de las imágenes de San Antonio Abad y la de San Roque10; en 1755, entre los danzantes de San Antón, por parte de su Hermandad, y los de San Blas, por parte del Cabildo secular11; y en 1767 entre los promotores del culto de San José y los de San Antonio Abad12.

 

Pleito de 1593, entre la Hermandad de San Antonio Abad y la de San Roque

 

            En 1593, Diego de Beas, vecino de la villa de Trigueros, «mayordomo nombrado para la fiesta de Corpus Christi de este presente año y su octauario», entabló un pleito ante el Provisor de Sevilla, con el gremio de los caldereros, por haber pretendido éstos que la imagen de San Roque, de reciente factura, tuviera preferencia a la imagen de San Antonio Abad, en la procesión del Corpus Christi de aquel año. Como mayordomo de San Antonio Abad, reclamaba que éste, por ser titular de la iglesia mayor y patrón de la villa, debía tener preeminencia sobre la imagen, muy reciente, de San Roque, «cuya fiesta hazen y sacan los caldereros».13

 

            Alejos de Medina, hermano mayor de la Hermandad de San Roque, propia de los caldereros, expresa, ante el Provisor, que «de tiempo ymemorial a esta parte, yo y los demás hermanos, solíamos sacar y sacávamos a Sant Sebastián, y después que se hiso cofradía de dicho santo nos mandaron que hiziésemos santo y lo sacásemos junto a Señor Sant Sebastián, y para ello se nos dio mandamiento del Prouisor de la Santa Yglesia de Seuilla, para que fuésemos junto con San Sebastián, hombro con hombro». Por otra parte, replica que la Hermandad de San Antón no tiene imagen ninguna, «porque el que sacan es de la yglesia y no de la hermandad», y lleva tan solo dos años saliendo en la procesión del Corpus14.

 

            A la alegación de Alejos de Medina, Diego de Beas contesta, el 28 de junio, que la imagen de San Antonio Abad «es mucho más antigua que la de San Roque, porque puede auer quatro o cinco años, poco más o menos, que se hiço», mientras que «la ymagen de Señor Santo Antón á tanto tiempo que memoria de hombres no es en contrario, por ser como es la aduocación suya y ser Patrono de la Yglesia parrochial desta villa, en la qual, como Abogado della, tiene su altar y lugar destinado». Aporta en su favor que, en otros lugares del arzobispado, las imágenes de los titulares del templo van en lugar preeminente a las de otras imágenes, aunque sean más antiguas, como ocurre, por ejemplo, en la villa de Huelva con la imagen de San Pedro. Reconoce que «la imagen de Señor Santo Antón no es de nuestra hermandad, sino de la yglesia, y que á dos años que la sacamos en las processiones» 15.

 

            En Trigueros, el mismo 28 de junio de 1593, Diego de Beas, propone unas preguntas para los testigos, a las que responden confirmatoria y afirmativamente. Entre ellas, por lo que a nosotros nos interesa, figura la de que la imagen de San Roque fue hecha hace unos cuatro años por Alejos de Medina y sus consortes del oficio de caldereros. Y la preeminencia de San Antón se apoya, no en la antigüedad de la imagen o de la salida procesional de ésta, sino en el hecho de ser advocación titular de la parroquia, como ocurre en San Pedro de Huelva y en San Jorge de Palos16.

 

            El primero de septiembre de 1593, Alejos de Medina, propone, por su parte, otras preguntas, entre ellas la de que si «la ymagen del Bienaventurado Señor Santo Antón (que de muy poco tiempo a esta parte sacan en las prosessiones del Corpus Christi los harrieros desta villa) no es la propia que está en el altar mayor, ni en otro alguno de la yglesia mayor desta advocaçión, sino otra muy differente della, que está en el Hospital de la Bienaventurada Santa Brígida»17. En la probanza se ratifica afirmativamente el contenido de la pregunta.Y se dice, además, que, antes, los arrieros solo llevaban su pendón, en la referida procesión eucarística. Algunos precisaban más a lo largo del interrogatorio. Juan Núñez Tenorio, regidor de la villa, testificaba que, antes, los arrieros «no sacavan más que vn pendón y vna dansa,que hordenaba el Cabildo».18

 

            A través de las páginas del proceso, con sus interrogatorios y declaraciones testificales, llegamos a conocer cómo se desarrollaba la citada procesión. La transcripción que hace Juan de Corral, notario del Cabildo, y testigo de parte de Alejos de Medina, el 7 de agosto de 1593, de una memoria existente en el Cabildo, sobre «la orden y forma que salen las ermandades de los santos los días de Corpus Christi», es la siguiente:

 

            «Los ofisios y pendones que se sacan el día de Corpus: primeramente el pendón del Cabildo, el pendón de los labradores, el pendón de los sastres, el pendón de los carpinteros y toneleros, el pendón de los harieros, el pendón de los ouejeros, el pendón de los uaqueros, la tarasca, los manteros.

 

Las ynsinias

 

            - El Santísimo Sacramento

            - Nuestra Sª. de la Consesión

            - Nuestra Sª. del Rosario

            - Señor San Seuastián y San Roque

            - Las uírgenes

            - Señor Stº. Domingo

            - Señor Stº. Antonio»

 

            Jura que «la dicha orden se ha guardado todo el tiempo que a que es escribano del Cabildo, sin saber que esta orden aya uido en contrario».19

 

            Diego de Beas, el 5 y el 14 de mayo de 1594, resumía sus razones, apoyadas en la declaración de los testigos, confirmando que  «la imagen de Señor Santo Antón, patrono y abogado desta dicha villa, mis antecessores y yo la hemos sacado en las processiones de la fiesta del Corpus Christi y otras solemnes, de diez, veinte, treinta y quarenta años a esta parte»,20 mientras que «la ymagen del Señor San Roque es muy nueua en esta dicha villa, y que de quatro o cinco años a esta parte los caldereros della la mandaron hazer y traxeron a este lugar» 21.  Reconoce que la imagen de San Antonio Abad no es la de la parroquia, sino que está en el Hospital de Santa Brígida, aunque ésto no es óbice, pues lo que importa es lo que representa, no el lugar en que se venera. Hace nuevas alegaciones, diciendo que si en la lista del orden de la procesión, que tiene el Cabildo, figuran juntos San Sebastián y San Roque, es en razón de que ambos están en la misma capilla. Además, en la lista original que tiene el Cabildo, se ve que la referencia a San Roque es claramente un añadido. Por último, que el Cabildo secular no es competente para dictaminar el orden de precedencia de las imágenes, sino el Provisor del Arzobispado.

 

            Por fin, el tres de junio de 1594, el Provisor dictó sentencia favorable a la imagen de San Antonio Abad: «fallo [...] que deuo preferir y prefiero a la imagen de Señor Santo Antón como más antigua a la ymagen de Señor San Roque, y, como tal, mando vaya en el lugar más antiguo de las dichas processiones que de aquí adelante se hicieren en la dicha villa».22

 

La procesión del Corpus de Trigueros, en 1593

 

            Del proceso deducimos la importancia religiosa y social que tenía la procesión del Corpus Christi, y la vistosidad con que se desarrollaba. Abría la comitiva el pendón del Cabildo secular, al que siguen los de los diferentes gremios y oficios. En Trigueros ostentaban singular  relevancia los labradores, los sastres, los carpinteros y toneleros, los arrieros, los ovejeros, los vaqueros, los manteros. La representación de los principales oficios nos revela la equilibrada estructura económica y social de la villa, en la que aparecen el sector agrícola y ganadero: los labradores,  los ovejeros y los vaqueros; el artesanado textil: los sastres y los manteros; el metalúrgico: los caldereros; y los oficios de transformación de la madera: los carpinteros y los toneleros; y, por último, el sector del transporte: los arrieros.

 

            Aunque tan solo se dice expresamente que los arrieros llevaban el pendón y una danza23, es posible que los demás también llevaran sus propias danzas. En Huelva, los labradores tenían el privilegio de que su danza fuera la que acompañara a la custodia a la entrada y a la salida del templo24.

 

            Cerraba ese tramo del cortejo la tarasca, una figura de serpiente monstruosa, propia de la procesión del Corpus en muchos lugares, Huelva entre ellos25. Según una antiquísima leyenda provenzal, en los comienzos del cristianismo, apareció una bestia horrible en el Ródano, cerca de Tarascón, que asolaba el país, y se disponía a devorar a Santa Marta. La santa hizo la señal de la cruz y le roció agua bendita. La bestia se amansó hasta el punto de que Santa Marta la ató con su frágil ceñidor y la llevó a Tarascón como si fuera un cordero. En memoria de este hecho, se hacían dos procesiones anuales en Provenza. Por extensión, la tarasca, figura de dragón montada sobre ruedas, y conducida desde dentro por una cuadrilla de hombres, formaba parte, con frecuencia, del cortejo eucarístico del Corpus, como símbolo del paganismo y de la gentilidad, y que es evangelizado y sometido por el sacramento de la Redención, a cuya adoración se suma26.

 

            En la procesión, le seguían las insignias, que suponemos serían las de las asociaciones piadosas, hermandades y cofradías, o, al menos, las de la Hermandad Sacramental. Y en el centro, el Santísimo Sacramento, en su paso, llevado sobre los hombros de los sacerdotes.

 

            Una de las formas más comunes de exponer el Santísimo Sacramento en procesión teofórica fue el del tabernáculo o templete. Estas piezas a veces alcanzan alturas monumentales, y son situados en carrozas o pasos, portados por sacerdotes. La forma de templete o tabernáculo, rodeado de honor y triunfo, hace simbólica alusión al Prólogo de San Juan: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» 27. Idea que amplifica el libro del Apocalipsis: «He aquí la morada de Dios con los hombres: Habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios» 28. ­

 

            Trigueros contaba desde el siglo XVI, al menos, con un majestuoso monumento eucarístico para la adoración en el Jueves Santo. De él quedan cinco caras laterales del primitivo manifestador, de traza gótica, de mediados del Quinientos, que se utilizaba en el monumento del Jueves Santo, y como custodia procesional. El basamento (0,40 x 0,98 m.), de dos cuerpos, decorado con querubines, sirve hoy de peana al paso de la Virgen de los Dolores. Hasta mediados del s. XIX salía procesionalmente el Señor Sacramentado en el manifestador del antiguo monumento. Sin embargo, en 1851 «se desmoronó por hallarse mui apolillada», según testimonio del cura párroco, don Andrés José Mangas, quien, el 10 de julio, solicitaba autorización para construir una nueva custodia procesional de madera tallada y dorada29, que hoy puede verse en la iglesia parroquial, junto a la capilla sacramental.

 

            Tras la custodia procesional, desfilaban, en 1593, las imágenes de mayor veneración. La de la Inmaculada Concepción, la más próxima a la custodia. Van estrechamente asociadas las dos grandes devociones de la archidiócesis hispalense, que llevaba a gala considerarse eucarística y mariana. De este binomio queda claro testimonio en Trigueros en la antigua capilla de la Inmaculada, que servía de capilla sacramental, o comulgatorio, en la que aparecen unas pinturas murales con el tema del triunfo de la Eucaristía y de la Inmaculada, realizadas poco después de su construcción, en 175430. Aquella imagen, que salía en 1593, no se conserva, pues las dos Inmaculadas que hay en Trigueros son de fecha posterior.

 

            En la procesión le seguía la imagen de la Virgen del Rosario, a la que se hizo capilla propia en la parroquial –hoy capilla del Sagrario– en 175931, aunque no estaba finalizada todavía en 176232. En virtud de esta noticia del Corpus Christi triguereño, podemos datar la imagen de la Virgen del Rosario en el último tercio del siglo XVI33.

 

            Proseguía el cortejo con las efigies de San Sebastián y de San Roque, ambas veneradas en la ermita de San Sebastián. De la de San Roque se dice, en 1593, que tenía 4 años, y en 1594 que tenía 4 ó 5 años, es decir, que fue tallada en 1589, datación que concuerda perfectamente con sus rasgos estilísticos, dentro del más clásico manierismo. Sobre la de San Sebastián no se plantea problema de preeminencia en el protocolo; aunque hemos de suponer, por su estilo, que fue tallada no mucho antes que la de San Roque, y, desde luego, dentro del último tercio del Quinientos. La figura del santo mártir es cercana al estilo de la imagen del San Sebastián, de la parroquial de Marchena, obra de Gaspar del Águila, fechada en 157534.

 

            Aunque en la memoria del Cabildo no dice más que «las uírgenes», en otro lugar del pleito se dice que son «las vírgenes Santa Justa y Santa Rufina» 35. Hasta tiempos recientes, las santas Justa y Rufina salían en la procesión del Corpus. Las santas mártires trianeras se veneran hoy en la nave del evangelio de la iglesia de la Misericordia de Trigueros. Forman un grupo escultórico, con la Giralda al centro. Son esculturas de madera policromada, del último tercio del siglo XVI, muy restaura­das a lo largo del tiempo, y, últimamente, retocadas, en 1956, en los mantos de telas encoladas, en las manos y en la policromía, por Eugenio Farelo López36. La iconografía alude al milagro obrado por su intercesión sobre el alminar-campanario sevillano en el terremoto de 1504, cuya intensidad puso en peligro la torre: según la tradición, la torre no cayó desplomada gracias a que las Santas bajaron del cielo y la abrazaron, evitando su ruina. Las primeras representaciones conocidas del tema se remontan a la tabla de Hernando de Sturmio, en la Catedral de Sevilla, de 1555. El cuadro de Miguel de Esquivel, de 1615-1620, muestra a las santas con sendas diademas enjoyadas, que lucen sobre sus frentes, como estas efigies triguereñas37. Las santas trianeras eran devoción del gremio de alfareros de la localidad. En la Visita canónica de 1697 figuraban ambas imágenes, vestidas con dignidad, en su propio altar del templo parroquial 38. El 17 de julio de 1794 se celebraba en su honor una misa cantada39.

 

            No se conserva la imagen de Santo Domingo, tan venerado en los territorios de los Guzmanes, que llevaban a gala considerarse parientes del fundador de los dominicos40.

 

            Por último, y ahí estaba el conflicto protocolario, desfilaba la imagen de San Antonio Abad, que tan solo hacía un par de años la sacaban los arrieros, aunque anteriormente se encargaba de ello su propia Cofradía. Gracias a las informaciones del proceso, venimos a saber que la imagen que salía procesionalmente era la venerada en el Hospital de Santa Brígida, situado en el mismo lugar en que hoy se levanta la capilla del santo patrono de Trigueros. Si, según las declaraciones, procesionaba hasta cuarenta años atrás, hemos de deducir que la figura existía hacia 1553. Se trata, por tanto, de la imagen que hoy preside el presbiterio de la parroquial, que cuadra perfectamente con los rasgos estilísticos impuestos por Berruguete en Castilla, en los comedios del siglo XVI.

 

            ¿Qué imagen de San Antonio Abad presidía la iglesia parroquial? Por un Libro de Fábrica del s. XV, nos consta que en 1468 hizo una imagen de San Antón para esta iglesia el «Maestre Lorenço», tal vez Lorenzo Mercadante de Bretaña, por cuya hechura recibió la cantidad de 2.550 maravedíes. Costó 25 maravedíes traerla desde Sevilla41.

 

            La solemnidad del cortejo se veía, lamentablemente, alterada por ciertos disturbios, provocados por los caldereros, a los que se califica de ‘ruidosos’. El pleito que nos ocupa pretendía que se evitaran tales incidentes en la procesión más solemne del calendario litúrgico, y que se reconociera el derecho de preeminencia del santo patrono de la villa, como así lo hizo la autoridad eclesiástica.

 

 

 

                                                                                                     Manuel Jesús Carrasco Terriza

                                                                                                                     Archivero Diocesano


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1 RIGHETTI, Mario, Historia de la Liturgia, t. I, págs. 872-873. BAC 132, Madrid, 1955.

2 SÁNCHEZ HERRERO, José, Sevilla medieval, en Historia de la Iglesia de Sevilla, Sevilla, 1992, págs. 280-282. La danza de los seises se remonta a 1508: ibid., pág. 288.

3 Constituciones del Arzobispado de Sevilla, hechas y ordenadas por el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. D. Fernando Niño de Guevara, Cardenal y Arzobispo de la Santa Iglesia de Sevilla, en la Sínodo que se celebró en su Catedral año de 1604,y mandadas imprimir por el Deán y Cabidlo, Canónigos in Sacris, Sede vacante, en Sevilla, año de 1609.Libro Tercero, Tít. X, Cap. 7, Reimpresión, Sevilla, 1864, t. II, pág. 12.

4 Constituciones del Arzobispado de Sevilla, de 1604, Libro Tercero, Tít. XI, Cap. 24., o.c., pág. 40.

5 Mc 10, 35-45.

6 Lc 22, 24-30.

7 Lc 14, 7-11.

8 Mt 20, 27; Mc 10, 44.

9 Lc 22, 26.

10 ADH, Justicia, Trigueros. Caja 499. Pleito sobre precedencia de imágenes en la procesión del Corpus Christi. Año 1593. Expediente de 58 fols., parcialmente numerados; fol. 1.

11 AMT, Leg. 52, 1755. Autos seguidos por los incidentes ocurridos en la procesión del Corpus Christi.

12 ADH, Justicia. Trigueros. Caja 509. Trigueros. 1767. Sobre colocación en el Altar y preferencia de San Antonio Abad, Patrono de dicha villa, al Señor San Joséph, en que se hizo novedad dicho año, no haviendo havido antes Ymagen del Señor San Joseph».

13 ADH, Justicia, Trigueros. Caja 499. Pleito sobre precedencia de imágenes en la procesión del Corpus Christi. Año 1593. ibid, fol. 1.

14 ADH, Justicia, Trigueros. ibid.,  fol. 3.

15 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 4.

16 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fols. 16-21 vº.

17 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 11.

18 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 14.

19 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 15.

20 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 39.

21 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 32.

22 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 57.

23 ADH, Justicia, Trigueros. ibid., fol. 14.

24 CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús,  La Danza de Labradores en el Corpus de Huelva de 1684. Huelva Informa­ción, 21-6-1984; BOOH 258 (nov.dic. 1985) 377-381.

25DÍAZ HIERRO, Diego, Fiestas del Corpus en Huelva. III. Esplendor de la solemnidad en los siglos XVI, XVII y XVIII. Primores de San Cristóbal. Dulzura del tamboril y la gaita en las célebres «Danzas de los Mulatos. La Tarasca.Juncias y luminarias... en Odiel, 31 de mayo de 1956.

26 PÉREZ RIOJA, José Antonio, Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, 1980, pág. 393. IGUACEN BORAU, Damián, Diccionario del Patrimonio Cultural de la Iglesia, Madrid, 1991, pág. 671.

27 Jn. 1, 14.

28 Ap. 21, 3.

29 ADH, Gobierno, Trigueros, doc. de 10 de julio de 1851, «Trigueros. Año de 1851. el Vicario y Cura pide se le autoriza para vender varias piezas de plata inservibles, y costear con su valor una custodia».

30 GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, La arquitectura de los siglos XVII y XVIII en la Tierra Llana de Huelva, tesis doctoral inédita. Universidad de Sevilla, 1982, t. I, págs. 481-482.

31 ADH, Justicia. Trigueros. caja 504. clase 2ª. Trigueros. Años de 1759. Autos por don Diego Velmonte, Pro., sobre que se le conceda licencia para componer un Quadro de Nuestra Sra. de los Dolores y Altar a su costa. 

32 ADH, Justicia. Trigueros. caja 497. Trigueros. Año de 1776. Autos por don Diego Velmonte y Segura, Pro., sobre que se le conceda lizencia para hazer un escaño y sitio para hazer una sepultura en la Capilla de los Dolores. Solicitud presentada en Sevilla, 1762, noviembre, 12.

33 GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel , Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura Mariana Onubense, 2ª edic., Diputación Provincial, Huelva, 1992, pág. 506: aparece situada en los comedios del s. XVII. Su altar figura entre los enumerados en la Visita canónica de 1697.

34 HERNÁNDEZ DÍAZ, José, Imaginería hispalense del Bajo Renacimiento, CSIC, Instituto Diego Velázquez, Sevilla, 1951, pág. 70, lám. LXI.

35 ADH, Justicia, Trigueros. Caja 499. Pleito sobre precedencia de imágenes en la procesión del Corpus Christi. Año 1593, fol. 9 vº.

36 Huelva Información, 4-6-89. pág. 26, Entrevista de Juan Bautista Mojarro con el escultor Eugenio Farelo López. Información completada por el propio autor el 24-6-94.

37 MENA MARQUES, Manuela, Enrique VALDIVIESO, Catálogo de las pinturas, en Bartolomé Esteban Murillo, Catálogo de la Exposición del Museo del Prado, 1982. Madrid, 1982, pág. [190].

38 APAS, Libro de Visitas nº 10, Trigueros, Año 1697, Cuadernillo 38. GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, La arquitectura de los siglos XVII y XVIII en la Tierra Llana de Huelva, o.c., t. I, pág. 471.

39 APT, Libro 14º de Enterramientos. Año de 1794, fol. 5. RIVERO RODRÍGUEZ, Miguel E., Retazos históricos de la villa de Trigueros, en Rev. Fiestas de San Antonio Abad. Trigueros, 1989, pág. 6.

40 ADH, Justicia. Niebla, caja 390. Pleito sobre el patronazgo de Santo Domingo sobre Niebla. Sevilla, 1759, julio, 5.

41 APT, Libro de Fábrica. Años 1468 ss. Auto de cuentas de 27 de abril de 1468.