LOS PRIMEROS SIGLOS DEL CRISTIANISMO EN HUELVA

 

Conferencia impartida en las XXIII Jornadas de Arqueología y Territorio de Aljaraque.

Asociación Cultural Kalathoussa. 20 octubre 2021

 

 

            Arqueología, según su etimología, procede del griego "DPZ y 8`(@H, la ciencia de los  comienzos, de los principios. Es lo que se propone la Asociación 5"8"2@LFF", indagar en los orígenes onubenses, tanto en la humanidad en cuanto tal, como en los distintos estadios culturales en que se ha desarrollado. Por eso no extrañe que en este foro se trate igualmente de los neandertales como de los primeros siglos cristianos en nuestro territorio.

            Agradezco a los organizadores la invitación a exponer lo que sabemos de los orígenes del cristianismo en Huelva, aunque debo dejar claro que ellos saben mucho más que yo, especialmente el Dr. Juan Aurelio Pérez Macías. Les agradezco la deferencia que ha tenido conmigo.

            Trataremos de aportar una síntesis de los datos ya conocidos, que se fundamentan tanto en la documentación escrita como en los conocimientos que aporta la arqueología[1]. Después de trazar las líneas básicas de cómo fue el proceso de evangelización, clarificaré en primer lugar leyendas y lecturas acomodaticias. Luego nos apoyaremos en las fechas documentadas para el episcopologio de Niebla y en la que nos ofrecen las piezas arqueológicas, para terminar estableciendo un panorama de la extensión geográfica de otros restos. Nos movemos en un amplio marco temporal, poniendo como punto final la invasión musulmana del 711.


1. EL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN.

            Es doctrina común que la cristianización de la Bética fue iniciada en los primeros tiempos de nuestra era, merced al intercambio comercial de minerales, vino, aceite y cereales con los países ribereños del Mediterráneo. La misma vía que llevó a San Pablo a España (Rom 15, 24 y 28) condujo, sin duda, a otros evangelizadores, y, sobre todo, a cristianos de a pie, funcionarios, comerciantes, militares, que hicieron presente la fe de Cristo en sus propios ambientes, hoy diríamos que se hizo a través de las “redes sociales”, el “boca a boca”[2]. Las nacientes comunidades eran consolidadas por la consagración de un obispo. Como en otras regiones, la expansión del cristianismo desde las urbes a los campos, modificó el ámbito de actuación del obispo, de ser núcleo de una comunidad pasó a ser pastor de un amplio territorio, con presbíteros a su cargo, a quienes hacía partícipe de su ministerio sacerdotal. Es también sabido que el nivel de penetración del cristianismo era similar al nivel de romanización, y era la Bética una de las regiones más romanizadas de Hispania: díganlo, si no, las explotaciones mineras de Riotinto, los restos presentes en Niebla o en Aroche, y las numerosas villae que salpican nuestros campos. Ilipla (Niebla), por su estratégica posición comercial, fue pronto cabeza de la región que media entre el Guadiamar y el Guadiana, asentándose en ella la sede episcopal[3].

            Que la situación del cristianismo a mediados del siglo II era de gran florecimiento en toda España lo testimonian San Ireneo, hacia el año 180, poniendo a su Iglesia como modelo de prosperidad[4] . Tertuliano, hacia el 198, lo confirma con su proverbial apasionamiento, al decir que hasta los confines de España han abrazado la fe de Cristo[5].

            En efecto, la celebración del concilio de Illíberis o Elvira, Granada, en los primeros años del siglo IV, revela una jerarquía estable, que gobierna unas cristiandades antiguas. De sus actas puede deducirse que “la Bética era entonces, entre todas las provincias españolas, la más densamente cristianizada. Bajo el aspecto social, las actas nos revelan que el cristianismo había penetrado ya en todas las clases, y que entre los fieles se hallaban personas de elevada condición, e incluso ciudadanos que ejercían las magistraturas municipales”[6].

            La Ilipla romana, por consiguiente, es de suponer que conociera muy pronto el cristianismo, como toda la Bética. Los primeros restos arqueológicos conocidos se datan a principios del siglo VI. Pero lo cierto es que los testimonios documentales y arqueológicos sitúan el desarrollo del cristianismo en época visigoda, a partir de mediados de dicho siglo, testimonios que, si bien no pueden reconstruir plenamente los orígenes del cristianismo en Huelva, contribuyen a conocerlo mejor[7].

 

2. LEYENDAS Y LECTURAS

            ¿Leyendas? Se centran sobre todo en Niebla, y no sin razón, como veremos.

2.1. La pisada del caballo de Santiago en una cantera de Niebla

            Elena M. Wishow, directora de la Escuela Anglo-Hispano-Americana de Arqueología y Prehistoria, hablaba nada menos que el paso del Apóstol Santiago por Niebla: 

“Es el hecho que hay tradición de haberla visitado el Apóstol Santiago de paso para Santiago de Compostela. Hay una cantera de laja durísima en los términos de Niebla, conocida por el nombre de Cantera de la Pisada del Caballo. Dicho nombre se debe al hecho de haber en ella un hoyo curioso en forma de pezuña de caballo, y cualquier cantero de Niebla donde todos los varones son criados en cosas de cantera, contará con la mayor fe, si se le pregunta, que es una señal impresa en la prensa dura como el mármol por el caballo del Santo Patrón de España cuando visitó Niebla, por ser ciudad muy cristiana a su llegada a España, después de muerto el Señor”.[8]

            La leyenda fue desarrollada por Cristóbal Jurado Prieto, párroco de Niebla, por un prodigio acaecido a Abu-Said, general de Aben Mafot, a quien le habló el Apóstol desde este lugar.

2.2. Fabato, el soldado de Niebla, testigo de la crucifixión de Cristo

            Otra leyenda más conocida es la del soldado romano de Niebla que presenció la muerte de Jesús en la cruz. Una mezcla entre las leyendas del retrato de Jesús con la inscripción de Fabato en Niebla.

TERRENVM CORPVS COELESTIS SPIRITVS IN ME
QVO REPETENTE SVAM SEDEM NVNC VIVIMVS ILLIC
ET FRVITVR SVPERIS AETERNA IN LVCE FABATVS.

“Un cuerpo terrenal y un espíritu celestial hay en mí,
en el que vivimos ahora, anhelando volver allí a su sede,
donde Fabato goza de los dioses, en la eterna luz”.

            Inscripción del siglo II, de contenido propio del pensamiento neoplatónico, muy próximo a la fe en la trascendencia tanto el judaísmo como del cristianismo. Así encontramos en el Libro del Eclesiastés:

“El hombre se va a su eterna morada [...] vuelve el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelve a Dios, que es quien lo dio” (Eccl. 12, 5.7; cfr. 3, 20).

            Pero es aún más probable el origen neoplatónico o estoico. Así se expresaba Lucrecio:

Cedit item retro, de terra quod fuit ante, in terras; et quod missum est ex aetheris oris, id rursum coeli relatum templa receptant” (LUCRECIO, De Rerum Natura, II, vers. 999-1001).

            Rodrigo Caro la relaciona con otra existente en Rignano (Italia) donde figura la dedicatoria: De Julia (o Atilia) Marcela a Clodio Fabato su marido[9]. Un ilustrado del siglo XIX montó la historia de que Fabato, a su vuelta, abandonó las armas y abrazó el cristianismo, difundiéndolo en su patria natal. Próximamente va a estar de actualidad, porque se está rodando una película basada en esta leyenda[10].

2.3. Restituto, presbítero de Niebla, en el Concilio de Elvira, h. 305.

            En el grupo de lecturas incorrectas, recordamos la interpretación de las suscripciones del acta del Concilio de Elvira, de hacia el 305, donde firma Restituto, presbítero de Elehépora, que García de Loaysa interpreta como Elepla, Niebla, cuando en realidad se trata de Épora, Montoro, Córdoba[11].

            A esta lectura se añaden las figuras de los santos mártires hispanos Críspulo y Restituto, (10 de junio) identificando en una persona a ambos Restitutos, sin fundamento alguno, como ya aclaró el P. Flórez[12].

2.4. San Víctor, ermitaño, en la Peña de Alájar, siglo V

            Es tradición que la Peña llamada de Arias Montano, donde se halla el Santuario de Ntra. Sra. de los Ángeles, fue habitada por ermitaños desde los primeros tiempos del cristianismo. Marco Máximo, obispo de Zaragoza, continuador de la historia de Flavio Dextro, cuenta que en la Bética, en el territorio de Arcilasis, vivió y murió en el siglo V el ermitaño San Víctor[13], cuyo cuerpo fue trasladado a las Galias. Su fiesta se celebra, según el Martirologio Romano, el 26 de febrero, en Arcis-Sur-Aube (Francia)[14]. Rodrigo Caro identifica Arcilasis, en los Montes Marianos, con Aracena[15]. Sin embargo, en Acta Sanctorum se dice que San Víctor vivió “in territorio Archiacensi”, en Campania[16], hoy Arcis-Sur-Aube.

3. FUENTES DOCUMENTALES: EPISCOPOLOGIO DE LA SEDE DE ELEPLA, NIEBLA (ss. VI-VII)

            Elepla era una de las nueve diócesis sufragáneas de la Bética, con sede metropolitana en Sevilla. Los obispados colindantes eran Híspalis e Itálica por el este, Emérita o Mérida por el norte, y Ossonoba o Faro por el oeste. Dando por ficticios los límites territoriales que aparecen en la división eclesiástica de España de la Historia de Rasis, la Crónica Pseudoisidoriana y la Hitación de Wamba, de las que da buena cuenta García de Loaisa[17], es decir, “de Sena vsque Datam: de Abisa vsque Cortesam[18] consideramos que los límites provienen de las fronteras naturales (ríos Guadiana, Guadalquivir y Guadiamar; sierra Morena; océano Atlántico), de la vecindad de otros obispados (Ossonoba, Hispalis y Asidona), y de la tradición histórica de fronteras jurisdiccionales, como la Cora de Niebla. Ha de tenerse también en cuenta las vías de comunicación[19]. Por lo que la diócesis de Niebla vendría a coincidir con el territorio de la actual diócesis de Huelva, excluida la franja norte por donde corría la vía emeritense[20].

            Hasta ahora, la fuente de nuestros conocimientos sobre la sede de Niebla se limitaba a las actas de los concilios de Toledo y Sevilla, y algunos escritos de la iglesia hispano-visigoda, que simplemente nos reportan los nombres de los obispos que ocuparon aquella sede de Niebla. Hoy la lista ha de ser encabezada por Vincomalos.

            La suscripción de las actas conciliares o sinodales se hace, casi siempre, por riguroso orden de antigüedad en la ordenación episcopal, lo que nos puede facilitar alguna noticia complementaria. Son cinco en total los obispos conocidos entre el concilio III de Toledo, año 589, y el XVI de Toledo, año 693.

3.1. Vincomalos (516 /466?)

            De él trataremos en el capítulo 4.2.

3.2. Basilio (c. 585-590)[21]

            El episcopologio en época visigoda comienza con Basilio.

a. En el Concilio III de Toledo, 589

            La sede de Niebla consta por primera vez en documentos escritos en el III Concilio de Toledo. Concilio memorable para la historia de la Iglesia y de España, pues en él se formalizó pública y solemnemente la conversión a la fe católica del pueblo visigodo, hasta entonces oficialmente arriano. Con ello se consumó la unidad espiritual de toda la península.

            Fue inaugurado el domingo 8 de mayo del año 589, 627 de la era hispana, con la participación del episcopado en pleno. Fueron 72 obispos, de los que suscriben 63 personalmente, y otros 6 lo hacen por medio de representantes[22].

            El obispo de Niebla firma en 39º lugar, precediendo a 23 obispos, 2 presbíteros y 3 diáconos.

Basilius Hiliplensis ecclesiae episcopus subscribsi[23]

            En cuanto a la fecha de su consagración, hay que situarla poco después de 585, y antes de mayo de 586. El nombre destaca por su etimología griega. Recordemos que una de las inscripciones paleocristianas vistas en páginas anteriores, estaba dedicada a la memoria de Basilia, en Hinojales.

b. En el Sínodo provincial de la Bética, 590.

            Basilio participó el año siguiente, noviembre del 590, en el sínodo provincial de la Bética celebrado en Sevilla, convocado por el metropolitano San Leandro[24]. Firma Basilio, obispo de Niebla, en quinto lugar, tras Leandro de Sevilla, Juan de Cabra, Agapio de Córdoba, y Esteban de Elvira. Precede a otros tres: Veleto de Tucci, Sinticio de Itálica y Pedro de Guadix. La subscripción textual es así:

Basilius ecclesiae Eliplensis episcopus hanc constitutionem firmavi et subscribsi[25]

3.3. Juan (c. 620-646)[26]

            Muy poco después de su antecesor, hacia el 620, aparece la más importante personalidad del episcopologio eleplense: Juan. Debió ser consagrado por el metropolitano hispalense, San Isidoro, poco después del concilio II de Sevilla.

a. En el Concilio IV de Toledo, 633

            Asistió al concilio IV de Toledo, reunido el 5 de diciembre del año 633. Fue convocada la asamblea ante la situación política excepcional creada por la subida al poder, de modo irregular, de Sisenando. Se celebró en la iglesia de Santa Leocadia, extramuros de la ciudad, en la Vega Baja de Toledo. Asistieron 62 obispos y 7 vicarios episcopales. Su importancia puede comprobarse por el número y trascendencia de asuntos tratados, y por la extensión de sus actas, que comprenden 75 cánones. En él no solo se institucionaliza el concilio general y se restaura toda la disciplina eclesiástica, sino que su canon 75 puede considerarse como ley fundamental de la monarquía visigodo-católica.

            Juan firma en 19º lugar, por delante de 43 obispos, 4 presbíteros y 3 diáconos:

Ioannes ecelesiae Eleplensis episcopus subscribsi[27] .

            En aquella fecha era el obispo más antiguo de la Bética, después del metropolitano San Isidoro.

b. En la muerte de San Isidoro, 636

            Que el santo Doctor le estimaba de un modo singular, lo atestigua el hecho de que le llamara, en el mes de marzo del año 636, para que estuviera a su lado en su última enfermedad, junto con Eparcio, obispo de Itálica. Así lo afirma Redemptus:

[Isidorus] atque suos coepiscopos, Joannem scilicet et Epartium beatissimos mox adesse fecit praesentes[28].

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            Esta noticia es recogida y comentada por el autor de la Vida de San Isidoro, quien colma de elogios al obispo Juan, llamándole “santo obispo de venerable vida” y unido a Isidoro por la santidad de vida y por el vínculo de la amistad.

Convocato itaque Clero, et omni populo, fecit se a discipulis suis ad ecclesiam lecto deferri atque reverendae vitae sanctum Joannem Episcopum, et praeclarum virum Epartium Antistitem beatissimum [quos sibi vitae sanctitas vinculo amicitiarum annexuerat]_iussit statim ut essent praesentes[29].

            Reunidos el clero y el pueblo, y acompañado de sus amigos obispos Juan de Niebla y Eparcio de Itálica, fue llevado entre lágrimas ante la iglesia metropolitana de San Vicente, para recibir la pública penitencia, según la costumbre de la iglesia visigoda. Sus obispos eran los que debían imponerle el hábito de ceniza y cilicio, lo que hicieron entre inconsolables lamentos. Después de una conmovedora confesión de sus pasadas culpas, Isidoro recibió de manos de los obispos el sagrado viático. Luego pidió oraciones de sus obispos, del clero y de todo el pueblo, para obtener la clemencia de Dios. Les encomienda que vivan la caridad mutua y su oficio pastoral. Al cuarto día del acto penítencial, Isidoro entregó su espíritu al Señor, emanando de su cuerpo la fragancia de la santidad, en el día 4 de abril del año 636. Eparcio de Itálica y Juan de Niebla fueron testigos privilegiados del tránsito[30].

c. En el Concilio VI de Toledo, 638

            En el año 638 acudió al concilio VI de Toledo, general de Hispania, celebrado durante el reinado de Chíntila, en la iglesia de Santa Leocadia. Reunida la asamblea el día 9 de enero, se redactó una profesión de fe, que supone un notable avance en el pensamiento cristológico y trinitario. Trataron los Padres de temas disciplinares y administrativos, así como de problemas de urgencia política.

            Suscriben las actas 48 obispos y 5 delegados episcopales. Juan de Niebla ocupa el 10º lugar, entre los sufragáneos más antiguos.

Iohannes ecclesiae Eleplensis episcopus subscribsi[31] ( 153 ).

d. En el Concilio VII de Toledo, 646, representado por Clemente, diácono

            Todavía presidía su iglesia de Niebla cuando se convocó el siguiente concilio, VII de Toledo, reunido el 18 de octubre del 646. En los nueve años que lo separan del anterior, ocurrió un cambio en el gobierno visigodo: Chindasvinto ocupó el trono y quiso verse apoyado por la legislación eclesiástica. La asistencia de los obispos fue muy inferior a la de los anteriores sínodos, tal vez por falta de acuerdo con la nueva política. Sólo firmaron 29, la tercera parte del episcopado del reino. De ellos, el 42 % ya ostentan nombres godos. Otros 11 se hicieron representar por vicarios.

            Juan, obispo de Niebla, no acudió, aunque bien puede creerse que fuera debido a su ya avanzada edad. En su lugar acudió el diácono Clemente.

Clemens diaconus, agens vicem domini mei Iohannis episcopi Iliplensis ecclesíae, haec statuta definiens subscripsi[32] .

Juan hacía ya 26 años que había recibido la consagración episcopal.

3.4. Servando (c. 647-656)[33]

a. En el Concilio VIII de Toledo, 653

            A los siete años, en 653, se convocó el VIII Concilio de Toledo, a la muerte de Chindasvinto, bajo su hijo y sucesor Recesvinto. Tuvo por sede la Basílica Pretoriense de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, extramuros de la ciudad. La afluencia de obispos fue considerablemente mayor que en la anterior convocatoria. Estuvieron presentes 51 obispos; de ellos, 4 metropolitanos. Otros 8 enviaron sus vicarios. Lo que supone una presencia de más de las tres cuartas partes de las sedes episcopales hispanas. Preside, como en el sínodo anterior, Oroncio, metropolitano de Mérida. El obispo Servando aparece en 29º lugar, precediendo a otros 23.

            Seruandus Eliplensis Episcopus[34]

            Flórez calcula, en razón de su precedencia, que debió ser consagrado el año 647, dos meses después de la última mención del obispo Juan[35].

b. En el Concilio X de Toledo, 656

            Enrique Flórez afirma que al concilio X de Toledo, año 656, concurrieron de la Bética el metropolitano Fugitivo Hispalense, y seis obispos: de Itálica, Málaga, Ilipla, Iliberi, Martos y Córdoba. En 20º lugar firma: Servando de Ylipa[36].

3.5. Geta (c. 670-688)[37]

a. En el Concilio XII de Toledo, 681

            El siguiente obispo, del que nos ha llegado su nombre, es Geta, que asistió al concilio XII de Toledo, de carácter nacional. Se celebró en enero de 681, primero del reinado de Ervigio, en la Basílica Pretoriana de los Santos Apóstoles. Fue presidido por el metropolitano de Sevilla, Julián; aunque el personaje clave lo fue su homónimo, San Julián de Toledo, desde entonces primado de España.

            Geta firma en el lugar 139º, después de los 4 metropolitanos. Por el orden que ocupa, se supone que fue consagrado hacia el año 670, pues precede a varios que ya eran obispos en 675.

Geta Eliplensis ecelesiae episcopus ss.[38]

            Es de notar que su nombre es de origen godo. Significa una progresión en la ocupación de las sedes episcopales por parte de personajes de notables familias godas[39].

b. En el Concilio XIII de Toledo, 683

            El concilio XIII de Toledo, celebrado el año 683, fe suscrito por 48 obispos, 29 vicarios, 8 abades y 26 magnates. Geta suscribe en 12º lugar.

Geta Eleplensis episcopus similiter[40] ( 167)

            La proporción de obispos de etnia goda respecto a los hispano-romanos, en el concilio XIII de Toledo, al que acudió el 94,5 % de episcopado, es del 43,8 %. Pero es aún más llamativa la germanización de los obispos de la Bética, pues en este concilio, en que estuvieron presentes todos ellos, resulta un 70 % de godos, muy por encima de las demás provincias[41].

c. En el Concilio XV de Toledo, 688

            Geta vuelve a aparecer en el concilio XV de Toledo. Se reunió el 11 de mayo de 688, en la Basílica Pretoriana de San Pedro y San Pablo, con la personal asistencia de 61 obispos. El obispo de Niebla firma en el 32º lugar.

            Geta Eliplensis sedis eps. ita ss.[42].

3.6. Pápulo (c. 689 - ? )[43]

a. En el Concilio XVI de Toledo, 693

            El último obispo eleplense de nombre conocido es Pápulo, que asistió al concilio XVI de Toledo, reunido el 2 de mayo de 693, en la Basílica Pretoriense. Acudieron los dos tercios del episcopado. Suscribe Pápulo en 26º lugar.

            Pappulus Eliplensis episcopus ss[44] (171).

            Al no conservarse las firmas del concilio XVII de Toledo, año 694, no sabemos nada del obispo de Niebla, pero es de suponer su presencia, pues asistió la casi totalidad del episcopado. Más problemático es pensar que Pápulo pudo ser testigo de la invasión sarracena del 711.

 

4. FUENTES ARQUEOLÓGICAS HISPANO-ROMANAS, 495-530

            Una vez basados en las noticias sólidamente fundadas en la documentación escrita, llegamos a los primeros testimonios ciertos, que nos ofrece la arqueología. Abrigamos la esperanza de que nuevos hallazgos nos continúen suministrando datos para ilustrar los primeros pasos de la fe cristiana en Huelva.

            Tratamos en primer lugar de aquellos restos arqueológicos que presentan una datación cierta: las lápidas de Domigratia (Almonte, año 533 > 495), de Vincomalos (Niebla, 547 > 509), y de Basilia (Hinojales, 548 > 510), datados en la era hispana, que equivalen a menos 38 años para la era cristiana. Todos ellos situados en el marco histórico hispanorromano. Los nombres de Basilia y del obispo Basilio podrían denotar cierta influencia bizantina en esta zona de la Bética.

4.1. Lápida de Domigratia, Almonte, año 495 d. c.

            Se trata de una lápida de mármol, de 0,90 x 0,39 x 0,05 m., suficiente para cubrir el cadáver de un párvulo. Puede verse sobre una pared de la capilla bautismal, en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Almonte. Salvo una pequeña fractura en el ángulo inferior izquierdo, se conserva en buen estado. El texto fue grabado en tipos de 4 cm. de altura, y dice lo siguiente:

DOMIGRATIA
FAMVLA DEI HIC
REQVIESCIT IN
PACE DIE NONA
RVM NOVEMBRI
VM ANNORVM TRI
VM ET PLVS MINVS
MENSES SEX. ERA
DXXXIII

            Que traducido dice así:

Domigratia, sierva de Dios, aquí descansa en paz, el día 5 de noviembre, a los tres años y seis meses de edad, del año 533 de la era” [hispana, año 495 de la era cristiana]

            Va decorada en su parte superior por un artístico crismón, con las letras alfa y omega, enmarcado en una corona de laurel de forma circular. A los lados aparecen dos cruces, y algo más abajo, flanqueando el tondo, vemos dos palomas, símbolos de la paz y del alma cristiana, con la cabeza erguida hacia el cielo y el pico terminado en adornos cruciformes. Dos pequeñas cruces se sitúan en la base del círculo, casi tocando la primera línea de texto.

            Los datos que nos aporta la inscripción son tan escuetos como de costumbre. Se reducen a informarnos del nombre de la niña, llamada Domigratia, “gracia de la casa”; o “gracia del Señor”, si Domi-gratia se interpreta como abreviación de Domini-gratia. De su condición cristiana nos habla la expresión famvla Dei habitual en la Bética[45]. Indica seguidamente la edad, tres años y seis meses, poco más o menos, plvs minvs. La fecha del óbito se consigna según el cómputo de la era hispánica. Falleció el día de las nonas de noviembre, día 5 de noviembre, del año 533 de la era hispánica, correspondiente al 495 de la era cristiana[46].

4.2. Lápida de Vincomalos, obispo de Niebla desde el año 516

            El profesor Julián González, de la Universidad de Sevilla, dio a conocer en 2001 un hallazgo arqueológico en la finca de Los Bogeos, al suroeste de Niebla, término de Bonares, de enorme interés para la historia del cristianismo en Huelva[47]: la lápida del primero obispo conocido de la sede de Ilipla, Niebla, hoy conservada en el Museo Provincial de Huelva.

            La inscripción se halla en una placa de mármol (1,89 x 0,67 x 0,06 m.) Dice así:

VINCOMALOS
EP[piscopu]S CHR[ist]I SERV
VS VIXIT AN
NOS LXXXV EX QVI
B[us] IN SACERDOTI
O VIXIT AN[nos] XLIII
RECESSIT IN PACE
D[ie] IIII NONAS FE
BRVARIAS ERA
DXCVII

Vincomalos, obispo, siervo de Cristo, vivió 85 años, 43 de los cuales en el sacerdocio. Descansó en paz el día 4 de las nonas de febrero [2 de febrero] del año 597 de la era [hispana, año 559 de la era cristiana]».

            Por el texto sabemos que se trata de un anciano obispo, llamado Vincomalos, es decir, “venzo-a-los-malos”, fallecido el 559 a los 85 años de edad; que había recibido el orden sacerdotal 43 años antes, es decir, en el 516, cuando tenía 42 años[48]. No nombra la sede de la que era obispo, aunque la proximidad del hallazgo a Niebla parece más que suficiente para atribuirla a la sede de Ilipla.

            Los datos que ofrece la lápida de Vincomalos adelanta en medio siglo lo que conocíamos del episcopologio iliplense. Hasta ahora no teníamos más nombres propios de sus obispos que los que nos ofrecían las actas de los Concilios nacionales de Toledo, o los provinciales de Sevilla, de los que trataremos más adelante.

4.3. Lápida de Basilia, Hinojales, 530 d. c.

            Al pie del altar de la Virgen de la Tórtola, en su ermita ubicada a medio kilómetro de la villa de Hinojales, podemos ver una lápida funeraria, conocida ya de antiguo[49]. Es una lápida de mármol, de 0,86 m. por 0,49 m., fragmentada en cuatro grandes trozos y dos pequeños, con la llaga bastante gruesa, y otras líneas de rotura más estrechas. Aunque este notable deterioro no impide la lectura del texto.

            Dice así la inscripción:

BASILIA FAMVLA
CRISTI VIXIT AN
NOS PLVS MINVS
TRIGINTA ET QVIN
QVE RECESSIT IN
PACE DIAE PRIDIAE
NONAS OCTOB
AERA DLXVIII

“La sierva de Cristo, Basilia, que vivió más o menos treinta y cinco años, marchó en paz el día antes de las nonas de octubre, del año 568 de la era [hispana, 530 d.C.]”.[50]

            Lo encabeza un elegante crismón que entre sus trazos muestra las letras alfa y omega. A ambos lados del crismón aparecen sendas columbas. Una sencilla hedera adorna la penúltima línea. La estructura compositiva del texto es muy similar a la anterior, de Almonte. Nos da el nombre de la difunta, Basilia, que tal vez denote en ella o en su familia un origen griego. Cristiana, sierva de Cristo, famvla Christi, sólo vivió 35 años aproximadamente, plvs minvs, como habitualmente se apostilla. Falleció la víspera de las nonas de octubre, es decir, el día 6 de octubre del año 568 de la era hispánica, 530 de nuestra era.


5. RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE ÉPOCA VISIGODA, ss. VI-VII

            Los escasos datos históricos que nos ofrecen las actas de los concilios de Toledo y otros escritos, se ven confirmados con los restos arqueológicos que han llegado hasta nosotros. Algunos de ellos son una mínima parte de los que existían en Niebla, después de muchos siglos de depredación y pérdidas. Otros son fruto de hallazgos fortuitos. Todos ellos testimonian la presencia cristiana en nuestra geografía, en puntos tan distantes, como Almonte e Hinojales.

            Veremos, en primer lugar, las lápidas con sus inscripciones, y seguidamente los restos de origen litúrgico o arquitectónico. Hasta ahora no se han podido identificar fundamentos de edificios religiosos de época visigoda.

5.1. Lápidas funerarias

a. De Corteconcepción (462/561)

            Publica en 1978 Mariano del Amo una lauda sepulcral cristiana, recogida por él mismo para el Museo de Huelva, en una finca cercana a la villa de Corteconcepción, en la Sierra de Aracena[51]. Se trata de una pieza de mármol blanco, de formas irregulares por la repetida fragmentación de sus ángulos. Mide 0,55 m. de alto; 0,67 m. de anchura máxima; y 8 cm. de grosor.

            Una línea incisa delimita el campo de la inscripción, de la que sólo se conserva el lado izquierdo. Al centro del campo, y rodeada por el texto, aparece un crismón en forma de cruz griega, con las letras alfa y omega a ambos lados del mismo; todo ello inscrito en un círculo.

 

            La lectura, difícil por lo desgastado de sus tipos, que ofrece Mariano del Amo es la siguiente:

[...] OM [..´] O
N [... ] NO [FA]
MVLA DEI [HIC]
REQVI[EVIT]
[crismón]
IM PA [CE VI]
XIT PLVS [MINVS]
AN[NOS] LII
[SVB DI]E III KAL IV[NIAS]
[E]RA D[...]

            El nombre de la difunta es imposible de conjeturar, debido a la insuficiencia de los signos conservados. En la tercer línea leemos la fórmula fámvla Dei, habitual en las inscripciones cristianas. Debía terminar con el adverbio de lugar, hic. El crismón interrumpe las líneas cuarta y quinta, en las que se lee requievit, una de las variantes propias de la Bética. In pace, que el lapidario interpreta con m, por ir delante de p. La sexta línea concluye la palabra vixit, a la que sigue el plvs minvs de rigor. La edad aparece en el renglón siguiente, y puede ser LII, LIII o LIIII: 52, 53 0 54 años. La penúltima línea termina la palabra die, con el numeral III y la abreviación de kalendas. Los trazos siguientes pueden corresponder al mes de junio o julio. El año está referido según el cómputo de la era hispana, y dado que la primera cifra es la letra D, es preciso fechar el monumento sepulcral en la sexta centuria hispana, es decir, entre el 462 y el 561 p. C.

b. Los Bojeos, Bonares

            En este yacimiento, de singular interés, aparecieron tres lápidas, junto con la del obispo Vincomalos[52]. La mejor conservada es la de Murensis. Tiene forma de pirámide truncada, y está partida en dos. Sus dimensiones son de 0,78 x 0,50 x 0,20 m. En la cabecera tiene el crismón en doble círculo con el monograma XP y las letras alfa y omega, típica confesión antiarriana, y debajo lleva grabada una paloma y dos flores, probablemente hojas de hiedra o de vid. A partir de aquí se desarrolla la inscripción en cinco líneas, con características epigráficas similares a las de Vincomalo[53].

MVRENSIS/ FAMVLVS DEI/ VIXIT ANNOS/ LV RECESSIT..

            Murense, siervo de Dios, vivió 55 años, descansó .....

            La segunda sólo conserva un crismón inciso en la parte inferior. Mide 0,63 x 0,61 x 0,06 m.

            La tercera, en forma convexa, a dos aguas. Sus medidas son 0,58 x 0,62 m. y 0,115 m. grosor en el vértice y 0,55 m. en los laterales. En uno de los bordes conserva parte de la inscripción, de la que se lee la palabra ANNOS[54].

c. Almonaster. El Monasterio, Ermita de la Concepción

            El hallazgo in situ de un importante conjunto de restos arquitectónicos hace suponer que aquel templo fuera ya lugar de culto al menos en época visigótica y continuaría siéndolo para los mozárabes en tiempos de la dominación musulmana. Convertida en mezquita a principios del siglo X, pasó de nuevo a templo cristiano tras la reconquista. En el siglo XVI aparece con la dedicación de Ntra. Sra. de la Concepción.

            La propia denominación del pueblo, transcripción árabe casi literal del vocablo latino monasterium, indica la existencia de un monasterio; uno más de la enorme cadena de cenobios visigóticos, continuadores del movimiento espiritual monástico del siglo IV, que en España es reglado por San Leandro, San Isidoro y los concilios provinciales. La vitalidad interior de estos centros hizo posible que pervivieran sobre el embate de la nueva situación política y religiosa de predominio islámico.

            De Almonaster nos testimonia el geógrafo AbüUbbaid al Bakri[55] en una relación de tributos referente al año 822, según el cual, en el distrito militar de al-Munastyr y otros de la Küra de Sevilla se recaudaron más de 35.000 dinares.

            Del análisis de los elementos constructivos afirma A. Jiménez no poder “atribuir parte alguna del edificio, salvo elementos decorativos [ .. ] al presunto edificio preislámico”[56]. Quedan, por tanto, de la época visigoda, sólo los fragmentos de carácter litúrgico o arquitectónico que reseñaremos a continuación. En primer lugar, una lápida, en la que se puede leer:

ANNIS LXV
[REQU]IEVIT IN PACE
[…]
IVNII

            Una persona que descansó en paz a los 65 años de edad.

5.2. Elementos litúrgicos

            Algunos restos arqueológicos se pueden identificar como elementos arquitectónicos de las basílicas o domus Ecclesiae cristianas, como columnas, capiteles y cimacios, incluso piezas más directamente destinadas al culto, como las placas marmóreas para las cancelas y las mesas de altar, con decoración propia de la época visigoda[57].

5.2.1. Cancel de iconostasis

            La separación entre la nave, destinada a la asamblea, y el altar, se hacía por medio del iconostasio, cancelas o canceles, al modo de la tribuna o bema de tradición oriental. Se decoraban con temas arquitectónicos o geométricos. Como ejemplo, podemos recordar el de Santa Cristina de Lena.

a. Almonaster

            La pieza se hallaba delante del ábside cristiano. Conocida ya por Angulo[58], era calificada de piedra sepulcral. Es de mármol blanco, y mide 1,39 m. de alto; 0,69 m. de ancho y 8 cm. de grosor. Se halla fragmentada en dos mitades, con pérdida de algún trozo en sus esquinas.

            Se decora por una sola de sus caras. Todo el perímetro lleva una cenefa de roleos engarzados y rosetas cuadrifolias en sus centros. El campo central se divide sucesivamente en una banda central más estrecha y dos laterales más anchas. Horizontalmente, en doce bandas iguales. Dentro de cada uno de los 36 recuadros se diseña una espiga de tres hojas, labrada a bisel.

            Alfonso Jiménez concluye que la pieza, en posición vertical, formaba parte de un iconostasio, por la disposición del dibujo y por la forma de sus costados. A juzgar por los temas decorativos, puede datarse en el siglo VII[59]

b. Almonte

            Esta pieza viene a aportar un dato más a un posible poblamiento cristiano en término de Almonte. Puede datarse en el siglo VI, y su función pudo ser la de placa de cancel.

            La placa fue descubierta fortuitamente en junio de 1977, junto al camino de los Cabezudos, por Francisco Carrión Pérez, encontrándose en la actualidad en el Museo Provincial de Huelva. En una excavación posterior no se han hallado restos arqueológicos en sus inmediaciones, por lo que se dedujo que la pieza había sido desplazada de su lugar de origen. Ha sido estudiada y publicada por Mariano del Amo, a quien nos remitimos[60].

            Es una losa rectangular de mármol blanco, de 1,20 m. de anchura por 0,60 m. de altura y un grosor de 6 cm. en la parte superior, y 7 cm. en la inferior. Lleva una inscripción romana en el anverso, y un motivo decorativo de época paleocristiana en el reverso. El texto romano es una dedicatoria a Agripina Augusta, inscrita, por tanto, entre el año 49 y 59. En el reverso, y es la cara que nos interesa, aparece una decoración geométrica de semicírculos imbricados. La pieza rectangular es enmarcada por una cenefa lisa, y su campo dividido en dos cuadrados por una franja central de la misma anchura que la cenefa. El eje vertical se ve adornado por una columna, con dibujo inciso, que presenta podio, fuste de estrías entorchadas y capitel compuesto, con hojas de acanto muy toscas y volutas de orden jónico. A un lado y a otro, vemos las imbricaciones de nueve líneas de semicírculos colocados a modo de escamas o cota de malla, perfectamente simétricos. La línea curva aparece en relieve, y los fondos rehundidos, con acusado contraste de luces y sombras.

            Los temas decorativos son característicos de época paleocristiana, y perduran en época visigoda. La columnilla puede verse como elemento de separación entre las diversas escenas que decoran los sarcófagos, en mosaicos y en lápidas funerarias[61]. Las imbricaciones o mallas aparecen en algunos sarcófagos, lápidas y mosaicos[62]. Se conserva en el Museo de Mérida una decoración en forma de escamas, en dos piezas que servían de cancel[63]

c. Aroche

            Se trata de una placa rectangular de mármol blanco, que estaba empotrada en uno de las paredes de la iglesia. En una de sus caras aparece un tema arquitectónico muy recurrente en la plástica paleocristiana de época visigoda: un vano geminado por una columna central que hace de parteluz, sobre la que montan dos arcos ultrasemicirculares, de herradura, con rosca entorchada, similar al de Niebla. Carece, sin embargo, de las características escotaduras laterales de las placas de cancela, por lo que puede corresponder a una de las lastras que se utilizaban para acotar espacios dentro de las iglesias paleocristianas[64].

d. Niebla

            Amador de los Ríos, en 1891, conoció una de las placas empotrada en el ángulo norte de la iglesia parroquial de San Martín de Niebla, como puede apreciarse en la fotografía a la altura del alfiz de la puerta principal[65]. En la ilustración fotográfica del mismo autor en 1909, ya aparece empotrada en la pared del patio de Santa María, enmarcada en azulejos moriscos[66].

            Se trata de dos piezas simétricas. La mejor conservada mide 0,91 x 0,49 x 0,15 m., y sirve hoy de ambón para el presbiterio. La otra pieza se halla fragmentada en dos grandes trozos de 0,46 x 0,46 m. y 0,37 x 0,46 m.: en total, 0,83 x 0,46 m. y un grosor de 0,15 m.

            La decoración es idéntica. El paño frontal representa una figuración arquitectónica, a modo de ventana tripartita[67]. Aparece un triple arco peraltado sobre columnillas mediales con cimacios cúbicos y toscos capiteles de doble voluta, al modo eólico; fuste liso con baquetones superior e inferior; descansan en basas altas sobre zócalo cuadrado. Los arcos extremos apean sobre pilastras que se decoran con un rayado o cordaje que envuelve las roscas de los arcos y remata las líneas horizontales, superior e inferior de la pieza. Sobre el trasdós de los arcos, vemos rosetas de seis y siete pétalos, de las que emergen otros roleos dobles como los de los capiteles. Una flor de otra están separadas por cuatro triángulos invertidos, en mayor relieve que el resto de los motivos.

            Sus bordes también presentan una decoración geométrica, con ocho flores de cuatro pétalos, de hojas alargadas y labradas a bisel, decoración que ocupó ambos lados de cada pieza. Luego se labró en un lateral de ambas un rehundimiento para su encaje en su función de separación del espacio litúrgico.

e. Villalba de Alcor

            En el patio de la iglesia de San Bartolomé de Villalba del Alcor se encuentra empotrado un pilar o barrotera de cancel de una basílica paleocristiana. Es mármol de tonalidad verdosa, de sección cuadrada, y en dos de sus caras tiene labrada la escotadura para la inserción de las placas de la cancela. En las otras dos caras lleva una decoración de círculos secantes enmarcados en un cuadrado, formando una flor de cuatro hojas. En la parte superior remata con un motivo vegetal, probablemente una piña[68].

5.2. 2. Mesas de altar y pies de altar

a. Almonaster. Mesa de altar.

            Se trata de tres fragmentos de un altar, realizado en piedra caliza del lugar. Habían sido reutilizados como sillares en diversos lugares del edificio.

            a.1) El primer trozo es un bloque irregular, de 0,20 m. de largo, por 0,18 m. de anchura y 7 cm. de grosor. Tiene en el centro una caja excavada, de 6 cm. por 4 cm., y 10 cm. de profundidad. Jiménez Martín opina que pudo tratarse de la lipsanoteca del ara[69].

            a.2) El segundo fragmento presenta un lado mayor de 0,55 m. por 0,51 m. de lado menor; y un espesor de 11 cm. por el borde y 7 cm. por el centro. Corresponde al ángulo de una pieza rectangular. Se decora en su perímetro con una cenefa de 10 cm. de anchura, con motivos vegetales, palomas y cruces. A continuación presenta un caveto de 8 cm. de anchura. El tema vegetal lo constituye verticalmente una sucesión de capullos enlazados de forma ondulante, a modo de roleos. La franja horizontal muestra a tres palomas de larga cola, pasantes hacia el ángulo, en el que aparece grabada una pequeña cruz.

            El canto vertical se halla igualmente decorado. De un motivo simétrico de espirales de la base, nace un sarmiento serpentiforme de vid, del que cuelgan racimos y zarcillos, y una hoja en forma de corazón. Sobre él aparece una figura humana con túnica corta, que A. Jiménez identifica con un ángel, por lo que entiende ser la parte extrema de un ala. Los paralelos estilísticos con el arte visigótico del siglo VII, por ejemplo Quintanilla de las Viñas, son evidentes[70].

            a.3) El tercer trozo se halló junto con la inscripción paleocristiana, utilizado como material de relleno. Por la identidad de material y temas vegetales, puede considerarse como parte del lado vertical y de un ángulo del mismo altar. El motivo ornamental es el vegetal ya referido. En el ángulo se aprecia parte del plumaje de una de las columbas.

            A. Jiménez propone que la pieza completa mediría 1,34 m. de lado mayor, y 0,87 m. de lado menor, resultando una mesa de altar de proporciones alargadas ( 1:1,54 ).  Otro cálculo daría las medidas de 1,05 x 0,87 m., en proporción más aceptable ( 1:1,28)

            Por comparación con una mesa de altar de Salpensa, dedicada en 648 por el obispo Pimenio, deduce Alfonso Jiménez que su datación puede fijarse a mediados del siglo VII[71].

b. Aroche. Pie de altar

            Un posible pie de altar procede de la ermita de San Pedro de la Zarza (San Mamés), la antigua Turóbriga, se ha reutilizado como base del púlpito, cuyo descubrimiento se debe a la perspicacia del Dr. A. Stylow. Fue frecuente la utilización de aras romanas y pedestales de estatuas como pie de altar, en la mayor parte de los casos reelaborándolas, cortándole los pulvini, borrando las inscripciones paganas, invirtiéndolas al colocarlas, etc. Otros elementos arquitectónicos de este asentamiento romano (comisas, capiteles, y basas) fueron utilizados en las casas e iglesia de Aroche, y es probable que todos ellos procedan de la ciudad romana, lo que demostraría que contó con una basílica paleocristiana y perduró en época visigoda. Sólo sería abandonada tras la conquista musulmana, cuando la población se traslada a Llano de la Torre, hábitat mozárabe o muladí de los siglos VIII al X, origen del Aroche medieval[72].

c. Manzanilla. Pie de altar.

            Tiene la forma de ara romana, cuadrangular, nivelada en la parte superior para recibir el tablero de mármol del altar. Se decora en uno de sus lados con una jarra, propia de las libaciones a los dioses, y por otro lado con una vasija, con roleos y tallos de flores. Sánchez Velasco interpreta que el hueco existente en la superficie superior pudiera tratarse del lóculo para reliquias[73].

d. Raboconejo, Niebla. Pie de altar.

            En el Cerro de Santa Marina, en el caserío de Raboconejo, término de Niebla, fue hallado un fragmento de fuste, que puede interpretarse como base o pie de altar. Conserva la inscripción [...] DELIGNINETARAS [...] . Mide 1,13 x 0,35 m. Puede interpretarse también como columna de iconostasio[74].

e. Rociana. Pie de altar.

            El posible pie de altar fue hallado en el paraje Verilla del Rosal, entre Rociana y Almonte. Mide 0,83 x 0,33 x 0,23 m. Se decora con canales rectangulares rematados en semicírculos. En la parte superior puede verse el rehundimiento correspondiente al lóculo de las reliquias. La base se cubre con retícula triangular. Podría tratarse de un soporte de época romana, reutilizada como base de una mesa de altar[75].

f. Sotiel. Pie de altar.

            Al realizarse unas obras en el presbiterio de la ermita de Santa María de España, en Sotiel, Calañas, apareció un pilar con los ángulos achaflanados, en cuya parte superior conserva un lóculo, como los que hemos visto en los anteriores pies de altar. Esta tipología se encuentra en la zona norte de la Península[76].

 

5.3. Elementos arquitectónicos.

5.3.1. Columnas, capiteles y cimacios.

a. Almonaster

Cimacio

            Sirviendo de capitel a uno de los pilares del templo, vemos un cimacio visigótico, de mármol blanco, característico del estilo bizantino. De forma troncopiramidal, mide 13 cm. de alto, y 56 x 40 cm. de lado.

            En dos de sus caras inclinadas, se decora en bajo relieve con cruces griegas inscritas en círculos. En las contrarias, es un ajedrezado o damero el motivo ornamental que las cubre. El tema de las cruces es habitual en los repertorios decorativos visigóticos, y pueden hallarse tanto en la Lusitania como en la Bética.

Dintel monolítico

            Puede verse sobre la puerta de acceso al patio de la ermita. Realizado en granito, mide 1,61 m. de largo; 0,26 m. de altura máxima, y 0,47 ms. de grosor.

            La decoración en bajo relieve, que afecta únicamente a la parte anterior, consta de una cruz griega inscrita en un círculo, flanqueada por sendas flores de lis recuadradas. En su parte inferior, presenta unos orificios cilíndricos, que sirvieron de moliendas para una puerta de las llamadas de muñecón. Por lo que se puede concluir que sirvió de dintel de una puerta. Dos pequeños agujeros, existentes en la parte anterior hacen pensar a A. Jiménez que fueran trabes de un iconostasis, pendiendo de ellos las cortinas que ocultaban al celebrante en determinados momentos de la liturgia.

b. Aroche

Columna

            Empotrado en una esquina de la parroquia de la Asunción, se encuentra una columna con dos acanaladuras, semejantes a las de dos columnas de cancel de Niebla, que podrían formar parte de un cancel de iconostasio.

Pieza de imposta o friso

            En el Museo Municipal de Aroche está depositado también un bloque de mármol blanco con uno de sus cantos decorado con un tema de zarcillos y pámpanos de vid de siete dígitos, símbolo eucarístico, que por su factura recuerda a las impostas o frisos de las iglesias visigodas.

c. Arroyomolinos

            “Se conserva un capitel y parte de columna de cronología visigoda en la iglesia de Santiago el Mayor, donde se ha vaciado para servir de pila de agua bendita. El capitel, de un trabajo muy cuidadoso, es corintizante y presenta la ima folia con corona de hojas de acanto, con los nervios marcados por finas incisiones. La secunda folia se ha señalado mediante incisiones en el kalathos que simulan motivos vegetales. Los hélices, marcados también con incisiones, terminan en un motivo de doble cruz dentro de un círculo. Los caulículos y cálices se han reemplazado por hojas de acanto alargadas, arrancan de las hojas de acanto inferiores y terminan en las volutas. Las volutas y el ábaco están muy fragmentados, pero a pesar de estar vaciado se aprecia que estaría rematado por un scamillus. Sus dimensiones son de 45 cm de altura y 45 cm de anchura”[77].

d. Niebla

Columnas

            En la torre, una columna totalmente decorada hace de parteluz al vano de arcos de herradura, típicamente visigodos. Otra columna similar, que en tiempos formaba la ventana que daba a la plaza, reposa al pie de la torre.

            La columna del parteluz se conserva en buen estado, salva la lógica erosión del viento y el agua, por hallarse a la intemperie. De mármol blanco, mide aproximadamente 1,50 m. de alto. Sobre ella descansa un cimacio, troncopiramidal invertido, dos de cuyos lados aparecen moldurados, a modo de modillones o rollos. El fuste se fragmenta en bandas decorativas en sentido vertical, y recuadros en desigual número horizontalmente. En la banda sur podemos distinguir de arriba abajo una cruz griega patada, una flor hexapétala, una palmeta, una flor hexagonal enmarcada en un círculo tangente, y en la base otra flor de varios pétalos en forma de cruz. En la banda oeste, hay solo cuatro rectángulos, con una cruz y capullos o palmetas, de cuyos racimos colgantes pican sendas aves que las flanquean[78] .

            La columna del suelo, en cambio, está muy desgastada, y resulta difícil discernir con exactitud el número de recuadros decorativos. No obstante, pueden aún ser identificados los mismos símbolos de la anterior columna: cruz, roseta hexapétala, flor o palmeta. Mide 1,50 m. de alto, y un diámetro máximo de 0,23 m. y mínimo de 0,16 m.

            Pudieron formar parte de alguna separación del espacio litúrgico del santuario o del bema, como en Santa Cristina de Lena.

Capiteles

            En la Casa de la Cultura se hallan dos capiteles, de dimensiones y formatos distintos, provenientes de la iglesia de San Martín, decorados con unos peces y motivos vegetales[79].

Cimacio

            Un cimacio, procedente de Niebla, se encuentra en el Museo Arqueológico de Sevilla. Se adorna con una cruz patada[80].

e. Zufre

            En Zufre se conservan tres capiteles de cronología visigoda que, según Pérez Macías,  pueden relacionarse con un edificio de culto de época visigoda. Dos de ellos se hallan en la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción y otro en la ermita de Santa Zita, todos en función de pilas de agua bendita.

            El capitel de la ermita de Santa Zita es corintizante, con una sola corona de hojas de acanto. Sus hojas son alargadas y terminan en punta, unidas unas a otras en su base para formar un motivo ondulante. Entre ellas se labran motivos vegetales más sencillos que, como los caulículos, nacen de la base de las hojas de acanto, y terminan en trifolias.

            Uno de los capiteles de la iglesia parroquial es corintio, más cercano al modelo clásico, pero sólo tiene una corona de hojas de acanto en relieve, y sobre ésta se superponen en los ángulos acantos alargados que soportan las volutas. El otro es un capitel corintio de hojas lisas, con los dos órdenes de acanto. Los caulículos, los cálices las hélices, y las volutas están tratados de forma geométrica[81].

5.3.2. Placas cerámicas, en el Museo Provincial, ss. VI-VII d.C.

            Entre los materiales paleocristianos del Museo Provincial de Huelva destaca la serie de placas cerámicas fabricadas a molde con temas geométricos y cristianos, adquiridos a coleccionistas particulares, que proceden de alfares de Osuna o de su entorno. Disponen de una banda rebajada en los laterales, de 4 y 5 cm de anchura, que serviría para colocar la pieza al modo de “ladrillo por tabla”[82].

            Dos de las piezas presentan motivos de rosáceas, con relieves a bisel. Una de ellas de seis lados curvos, que se unen formando hexágonos, entre los que se colocan triángulos en relieve, todo ello dentro de un círculo y recuadro exterior. En otra, partiendo de un círculo central, emanan radios curvos en forma helicoidal. Otro conjunto tienen estampillado el crismón XP con las letras alfa y omega, significando que Cristo es Dios, como confesión antiarriana. En uno de ellos a ambos lados del crismón aparecen una espiga de trigo y una paloma, que evocan la Eucaristía. En otro de ellos el crismón invertido está cobijado bajo un arco rebajado sostenido por columnas. El más ricamente decorado es el ladrillo con crátera gallonada y asas en S, enmarcada entre columnas sobre las que se superpone un frontón decorado con un crismón con alfa y omega y dos palomas a modo de acróteras.

            Aunque carece de decoración cristiana, hemos de mencionar el fragmento de placa hallada en la intervención arqueológica realizada en 1994 en el yacimiento de El Lomo, de Bollullos del Condado, del tipo de peltas y protuberancia troncopiramidal en el centro[83].

 

6. CONCLUSIONES

            Descartadas las leyendas y lecturas referentes a los siglos I al IV, los restos arqueológicos de los siglos V, VI y VII, testimonian que el cristianismo estaba muy extendido en la geografía onubense, desde Almonte hasta Hinojales, y que se organizaba jerárquicamente, parte en la diócesis de Elepla, Niebla, en lo que hoy es Condado, Andévalo y Costa, y parte posiblemente en la de Híspalis, Sevilla, en la Sierra de Aracena y Aroche.

            Gracias a la arqueología, sabemos de Vincomalos, obispo de Elepla desde el 516. De los siguientes prelados de los siglos VI y VII tenemos una secuencia cronológica bastante completa.

            La arqueología nos ha permitido conocer elementos de época visigoda de Almonaster, Almonte, Aroche, Manzanilla, Niebla, Rociana, Villalba y Zufre: piezas arquitectónicas de modestas basílicas, como columnas, capiteles, cimacios, y elementos de culto, como mesas de altar y placas de cancelas de iconostasio.

            La invasión musulmana a partir del 711 no supuso la desaparición del cristianismo ni de su organización jerárquica, como testimonia la campana mozárabe de Aljaraque, de mediados del s. XI. Perduró la diócesis de Niebla, en situación de tolerancia,  hasta que su último obispo tuvo que huir a Toledo en 1154. Los edificios cristianos fueron reaprovechados y así han podido llegar hasta nosotros. Esperamos que los arqueólogos sigan hallando nuevos testimonios de nuestro pasado cristiano, que nos dejaron héroes como los santos Walabonso y María de Niebla, mártires en Córdoba, y San Dúnala de Saltés.


ÍNDICE

1. EL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN........................................................................... 1

 

2. LEYENDAS Y LECTURAS................................................................................................ 2

2.1. La pisada del caballo de Santiago en una cantera de Niebla          2

2.2. Fabato, el soldado de Niebla, testigo de la crucifixión de Cristo 3

2.3. Restituto, presbítero de Niebla, en el Concilio de Elvira, h. 305.       3

2.4. San Víctor, ermitaño, en la Peña de Alájar, siglo V............. 4

 

3. FUENTES DOCUMENTALES: EPISCOPOLOGIO DE LA SEDE DE ELEPLA, NIEBLA (ss. VI-VII)     4

3.1. Vincomalos (516 /466?).................................................................................. 5

3.2. Basilio (c. 585-590)............................................................................................ 5

a. En el Concilio III de Toledo, 589.................................................................. 5

b. En el Sínodo provincial de la Bética, 590...................................................... 6

3.3. Juan (c. 620-646).................................................................................................. 6

a. En el Concilio IV de Toledo, 633.................................................................. 6

b. En la muerte de San Isidoro, 636................................................................... 6

c. En el Concilio VI de Toledo, 638.................................................................. 7

d. En el Concilio VII de Toledo, 646, representado por Clemente, diácono..... 7

3.4. Servando (c. 647-656)...................................................................................... 8

a. En el Concilio VIII de Toledo, 653............................................................... 8

b. En el Concilio X de Toledo, 656.................................................................... 8

3.5. Geta (c. 670-688)................................................................................................. 8

a. En el Concilio XII de Toledo, 681................................................................. 8

b. En el Concilio XIII de Toledo, 683............................................................... 9

c. En el Concilio XV de Toledo, 688................................................................. 9

3.6. Pápulo (c. 689 - ? )............................................................................................. 9

a. En el Concilio XVI de Toledo, 693............................................................... 9

 

4. FUENTES ARQUEOLÓGICAS HISPANO-ROMANAS, 495-530 ............................... 10

4.1. Lápida de Domigratia, Almonte, año 495 d. c............................. 10

4.2. Lápida de Vincomalos, obispo de Niebla desde el año 516 11

4.3. Lápida de Basilia, Hinojales, 530 d. c. ............................................ 11

 

5. RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE ÉPOCA VISIGODA, ss. VI-VII............................. 12

5.1. Lápidas funerarias.................................................................................. 13

a. De Corteconcepción (462/561)..................................................................... 13

b. Los Bojeos, Bonares..................................................................................... 14

c. Almonaster. El Monasterio, Ermita de la Concepción................................. 14

5.2. Elementos litúrgicos............................................................................. 15

5.2.1. Cancel de iconostasis............................................................................. 15

a. Almonaster....................................................................................... 15

b. Almonte............................................................................................ 15

c. Aroche.............................................................................................. 16

d. Niebla............................................................................................... 17

e. Villalba de Alcor.............................................................................. 17

5.2. 2. Mesas de altar y pies de altar................................................................ 18

a. Almonaster. Mesa de altar................................................................ 18

b. Aroche. Pie de altar.......................................................................... 18

c. Manzanilla. Pie de altar.................................................................... 19

d. Raboconejo, Niebla. Pie de altar...................................................... 19

e. Rociana. Pie de altar......................................................................... 19

f. Sotiel. Pie de altar............................................................................. 19

5.3. Elementos arquitectónicos............................................................... 19

5.3.1. Columnas, capiteles y cimacios.............................................................. 20

a. Almonaster....................................................................................... 20

b. Aroche.............................................................................................. 20

c. Arroyomolinos.................................................................................. 20

d. Niebla............................................................................................... 21

e. Zufre................................................................................................. 21

5.3.2. Placas cerámicas, en el Museo Provincial, ss. VI-VII d.C..................... 22

 

6. CONCLUSIONES.............................................................................................................. 23

 



[1] Cfr. Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Precedentes históricos de la Diócesis de Huelva, Tesis de Licenciatura, dirigida por el Prof. Dr. D. Gonzalo Redondo. Universidad de Navarra. Facultad de Teología. Pamplona, 1982. Rafael GONZÁLEZ MORALEJO, La comunidad cristiana de Huelva. Relato histórico, Huelva, Diputación - Obispado, 1997. Carmen MARTÍN, “Presencia visigoda en la provincia de Huelva”, en VII Jornadas del Patrimonio de la Comarca de la Sierra. Rosal de la Frontera. Abril 1992, Huelva, 2003, pp. 19-47. Juan Aurelio PÉREZ MACÍAS, “Arqueología del cristianismo primitivo en Huelva”, en Ave verum Corpus, Catálogo de la Exposición, Huelva, Museo Provincial, octubre-diciembre 2004; Córdoba, Publicaciones CajaSur, 2004, pp. 79-107. Jerónimo SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla (Huelva). Nuevas aportaciones a su topografía arqueológica: territorio, arquitectura y liturgia”, en Huelva arqueológica, 22 (2010) 97-138.

[2] Cfr. Rodney STARK, La expansión del cristianismo. Un estudio sociológico, Madrid, Trotta, 2009.

[3] Sobre Niebla romana, cfr. Juan M. CAMPOS CARRASCO, José Mª RODRIGO CÁMARA y Francisco GÓMEZ TOSCANO, Arqueología urbana en el conjunto histórico de Niebla (Huelva). Carta del riesgo, Sevilla, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 1996. Juan M. CAMPOS CARRASCO, Niebla, Ciudad Tartésica, Romana y Medieval, discurso de ingreso en la Academia de Ciencias, Artes y Letras de Huelva, Niebla, 15 de febrero de 2002.

[4] SAN IRENEO, Adversus Haereses. I, 20, 2. PG 7, 553.

[5] TERTULIANO, Adversus Iudeos, 7, PL 2, 610 C.

[6] A. C. VEGA RODRÍGUEZ, “Elvira, Concilio de”, en Gran Enciclopedia Rialp, 8, 529.

[7] Francisco Juan MARTÍNEZ ROJAS, “El origen del cristianismo en Hispania y sus vestigios arqueológicos”, en Anuario de Historia de la Iglesia andaluza, 9 (2016), pp. 47-69.

[8] E. M. WISHOW, Notas sobre el Puerto y las Basílicas de San Jorge, de Palos, y de Santa María de Niebla, Sevilla, 1927.

[9] R. CARO,  Antigvedades y principado de la ilvstríssima civdad de Sevilla y chorographía de sv convento ivrídico, o antigua chancillería, Sevilla, 1634, lib. III, cap. 82, fol. 217. E. HÜBNER, Inscriptiones Hispaniae Christianae, Berlin, 1871, p. 94, nº 13*. S. MARINÉ BIGORRA, Inscripciones hispanas en verso, Barcelona-Madrid, 1952, pp. 193, 197. Concepción FERNÁNDEZ MARTÍNEZ y Rocío CARANDE HERRERO, “ICERV 547 y CIL XI 3963: un posible caso de doblete epigráfico”, en Habis, 36 (2005) 299-312, con bibliografía actualizada.

[10] https://huelvabuenasnoticias.com/2021/07/28/los-hermanos-lagares-rodaran-en-niebla-un-pequeno-ben-hur-onubense/

[11] Enrique FLÓREZ, Theatro geographico-histórico de la Iglesia en España, Madrid, Antonio Marín, 1754, t. XII, p. 62.

[12] E. FLÓREZ, España Sagrada. o.c., pp. 73-76, nn. 77-85.

[13] PÉREZ BAYER, Francisco, Diario del Viaje que hizo desde Valencia a Andalucía y Portugal en 1782. BN Mss. 5953-5954. Miguel GODÍNEZ, Extracto de las inscripciones i otros monumentos antiguos [...] del Viaje literario que hizo a Andalucía y Portugal en el año 1782 el Illmo, Sor. Dn. Francisco Pérez Bayer [...], Real Academia de la Historia. Mss. 9/5498. “En el presbiterio al lado del Evangelio hay un quadro con un Santo Hemitaño, vestido como los Padres Gerónimos, túnica blanca y escapulario negro. al pie tiene un letrero que dice que aquel Santo es San Vítor Hermitaño el qual se cree haver florecido en el año, o por los años de Christo quatrocientos y cin cuenta y haver hecho penitencia en aquel sitio, que comúnmente se llama la Peña o la Cueva de Arias Montano”.

[14] Marie-Odile GARRIGUES, “Vittore”, en Bibliotheca Sanctorum, Roma, 1969, vol. XII, pp. 1250-1251.

[15] Rodrigo CARO, Flavii Dextri omnimodae historiae quae extant fragmenta, cum Chronico Marci Maximi et Helecae, ac Sancti Braulionis Caesaraugustanorum Episcoporum, Hispali, apud Mathiam Clavigium, 1627, fol.  168. GUTIÉRREZ MARMONJE, Juan, Mss. Copia mecanografiada de un manuscrito que D. Manuel Fuentes y Escobar copió en 1868, de otro del presbítero Juan Gutiérrez Marmonje, realizado en 1782. Aracena. Copia en Arcilasis II, Ayuntamiento de Aracena, enero 1992, pp. 44-47.

[16] Acta Sanctorum Februarii. III. Venecia, 1736, pp. 664-665.

[17] García de LOAISA, Collectio Conciliorvm Hispaniae [...], Matriti, Petrus Madrigal, MDXCIII, pp. 130-161.

[18] G. de LOAISA, ibidem, p. 140.

[19] J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 105-107.

[20] Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, “La sede episcopal de Elepla (Niebla). La cuestión de sus límites territoriales”, en XIX Congreso de la Asociación de Archiveros de la Iglesia en España. La Laguna - Tenerife, 15-18 septiembre 2003.

[21] Enrique FLÓREZ, España Sagrada, o.c., p. 63, nn. 52-53.

[22] J. ORLANDIS - D. RAMOS-LISSÓN, Die Synoden auf der Iberischen Halbinsel bis zum Eibruch des Islam (711), Paderborn, 1981, pp. 95-117.

[23] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid, 1963, p. 137.

[24] J. ORLANDIS - D. RAMOS-LISSÓN, o.c., pp. 122-124.

[25] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 153

[26] E. FLÓREZ, España Sagrada, o.c., pp. 63-65, nn. 54-57.

[27] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 223.

[28] REDEMPTUS, Obitus B. Isidori, PL 81, 30 D.

[29] Vita auctore Canonico Regulari coenobii Legionensis S. Isidori, forte Luca, postea Episcopo Tudensi, ex Ms. a V. CL. Nicolao Antonio submissa, publicada en Acta Sanctorum Aprilis I, Antverpiae, 1675, pp. 330-364.

[30] Acta Sanctorum Aprilis. I, o.c., p. 349.

[31] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 246.

[32] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 259.

[33] E. FLÓREZ, España Sagrada. o.c., pp. 65-66, nn. 58-59.

[34] G. de LOAISA, Collectio Conciliorvm Hispaniae, Madrid, P. Madrigal, 1593, p. 440. Al margen: Ilipensis.

[35] E. FLÓREZ, España Sagrada. o.c., p. 66, n. 58.

[36] E. FLÓREZ, o.c., t. XIV, pp. 23-24,

[37] E. FLÓREZ, España Sagrada. o.c., p. 66, n. 60-61.

[38] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 401.

[39] E. A. THOMPSON, The Goths in Spain, Oxford, 1969, p. 291.

[40] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 432.

[41] J. ORLANDIS, o.c. pp. 263, 354.

[42] J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, o.c., p. 472.

[43] E. FLÓREZ, España Sagrada. o.c., p. 67, n. 61.

[44] J. VIVES, o.c., p. 519.

[45] J. M. LUZÓN NOGUÉ, “Una inscripción paleocristiana en Almonte (Huelva)”, Zephyrus, 19-20 (1968-1969) pp. 175-177. Idem, “Antigüedades romanas en la provincia de Huelva”, en Huelva: Prehistoria y Antigüedad, Madrid, Editora Nacional, 1974, pp. 282-284.

[46] J. VIVES, Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda, Barcelona, 1969, p. 8.

[47] GONZÁLEZ, Julián, “Inscripciones cristianas de Bonares: un obispo de Ilipla del siglo V”, en Habis 32 (2001) 541-552.

[48] J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 119-120, descarta la lectura de una L después de la X, o sea, DXLVII, que daría la fecha de 547 de la era hispana, es decir, el 509 d. C.

[49] La publican Rodrigo CARO, Antigüedades y principado [...] de Sevilla, o.c., pp. 782-785; MASDEU, p. 35; E. HÜBNER, Inscriptiones Hispaniae Christianae, Berlín, 1871, nº 45; E. DIEHL, Inscriptiones Latinae Christianae Veteres t. I, Berlín, 1961, nº 1452, p. 277. VIVES, Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda, o.c., nn. 136-137, p. 44; Alicia Mª CANTO, “Inscripciones inéditas andaluzas”, en Habis, 5 (1974) pp. 232-233, lám. XXXV, 11; José Mª LUZÓN, Antigüedades romanas en la provincia de Huelva, o.c., p. 292; J. A. PÉREZ MACÍAS, “Arqueología del cristianismo primitivo en Huelva”, o.c., pp. 99-100.

[50] Otras lecturas entienden la fecha como el año 548 de la era hispánica, 510 de nuestra era. Desde Rodrigo Caro hasta Alicia María Canto han leído la fecha como DLXVIII, 568 de la era hispana. A ésta última le llama la atención el nexo LX. Sin embargo, creemos que hay que tener en cuenta la transcripción de Luzón Nogué, de DXLVIII, año 548. A pesar de que una ancha grieta afecta a la segunda letra de la cifra, parece que el trazo vertical de la tercera letra no se ve cortado diagonalmente, como ocurriría si fuera una X.

[51] M. del AMO, “Nuevos hallazgos epigráficos en la provincia de Huelva. 5. Lápida sepulcral cristiana de Corteconcepción”, en Huelva Arqueológica IV (1978) pp. 353-355, lám. III en p. 369.

[52] J. A. PÉREZ MACÍAS, J. GONZÁLEZ, A. OPEPEN, Los Bojeos de Bonares (Huelva) y el Obispado visigodo de Niebla, Huelva, Diputación, 2004. J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 120-123.

[53] J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 120-121.

[54] J. A. PÉREZ MACÍAS, “Arqueología del cristianismo primitivo en Huelva”, o.c., pp. 100-101.

[55] LEVI-PROVENÇAL, La Péninsule Ibérique d'après ar-Rawdd al Mi'tar, Leiden, 1938, p. 251.

[56] Alfonso JIMÉNEZ MARTÍN, La Mezquita de Almonaster, Huelva, 1975, p. 51.

[57] Pedro de PALOL, Arte hispánico de la época visigoda, Barcelona, Edic. Polígrafa, 1968.

[58] Diego ANGULO ÍÑIGUEZ, Arquitectura mudéjar sevillana, Sevilla, 1932.

[59] A. JIMÉNEZ MARTÍN, La Mezquita de Almonaster, o.c., pp. 63-64, fig. 13.

[60] M. del AMO, “Nuevos hallazgos epigráficos en la provincia de Huelva. 1. Lápida con inscripción romana y decoración paleocristiana procedente de Almonte”, en Huelva Arqueológica, IV (1978) 347-350. lám. I. p. 367.

[61] M. SOTOMAYOR, Sarcófagos romano-cristianos de España, Granada, 1975, láms. 4, 5. H. SCHLUNCK - Th. HAUSCHILD, “Informe preliminar sobre los trabajos realizados en Centcelles”, Excavaciones Arqueológicas de España, nº 18, Madrid, 1962, nota 5. J. VIVES, Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda, o.c., lám. VI, nº 87; lám. VII nº 489.

[62] P. de PALOL, Arqueología cristiana de la España romana, Madrid-Valladolid, 1967, p. 318, lám. XCV. P. A. FEVRIER - N. DUVAL, “Les monuments chrétiens de la Gaule Transalpine”, en Actas del VIII Congreso Internacional de Arqueología Cristiana, 1972, lám. XXXI. E. HÜBNER, Inscriptionvm Hispaniae Christianarvm Svpplementvm, Berlin, 1900, p. 7, nº 303.

[63] R. MÉLIDA, Catálogo Monumental de Badajoz (1907-1910), Madrid, 1926, t. III, lám.CXLIV. M. CRUZ VILLALÓN, Mérida Visigoda, Badajoz, 1985, p. 202. J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 116-117.

[64] J. A. PÉREZ MACÍAS, o.c., p. 90.

[65] R. AMADOR DE LOS RÍOS, Huelva, en España. Sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Barcelona, 1891, fotografía de situación, p. 221; grabado, p. 224; descripción, pp. 223-227.

[66] R. AMADOR DE LOS RÍOS, Catálogo de los Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Huelva - 1909, Huelva, Diputación Provincial - Ministerio de Educación y Cultura, 1998, pp. 290-291, lám XLII, p. 536.

[67] Indujo a error a E. CAMPS CAZORLA, “El arte hispanovisigodo” en Historia de España dirigida por Ramón MENÉNDEZ PIDAL, t. III, España Visigoda, Madrid, 1963, p. 523, quien la interpretó como una ventana.

[68] J. A. PÉREZ MACÍAS, o.c., pp. 93-94. J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 111-114.

[69] A. JIMÉNEZ MARTÍN, o.c., p. 65.

[70] Ibidem, pp. 65-66, fig. 14.

[71] Ibidem, pp. 66-67, fig- 15, lám. 17.

[72]  J. A. PÉREZ MACÍAS, o.c., p. 90. 

[73] J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., pp. 108-111.

[74] J. SÁNCHEZ VELASCO, o.c., pp. 132-133.

[75] J. SÁNCHEZ VELASCO, o.c., pp. 117-118.

[76] J. SÁNCHEZ VELASCO, o.c., pp. 134..

[77] J. A. PÉREZ MACÍAS, o.c., p. 91.

[78] R. AMADOR DE LOS RÍOS, o.c., pp. 250-251. E. CAMPS CAZORLA, o.c., p. 525.

[79] J. SÁNCHEZ VELASCO, “El antiguo Obispado de Niebla”, o.c., p. 127.

[80] Ibidem, pp. 127-128.

[81] J. A. PÉREZ MACÍAS, o.c., pp. 94-95.

[82] José Ildefonso RUIZ CECILIA, Julio M. ROMÁN PUNZÓN, “Las placas cerámicas tardoantiguas con iconografía cristiana en el sur de la península ibérica”, en Anuario de Historia de la Iglesia andaluza, 8 (2015), pp. 11-52. J.A. PÉREZ MACÍAS, “Ladrillos paleocristianos (siglos VI y VII d. C.)”, en Ave verum Corpus, o.c., p. 226. Carmen MARTÍN, “Presencia visigoda en la provincia de Huelva”, o.c., pp. 36-40.

[83] J. I. RUIZ CECILIA, J. M. ROMÁN PUNZÓN, o.c., p. 18.