GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, «La Iglesia de la Merced de Huelva», Boletín Oficial del Obispado de Huelva 209 (jun. jul. ag. 1976) separata, págs. 1-30.

horizontal rule

 

LA IGLESIA DE LA MERCED DE HUELVA

 

I. ARQUITECTURA

por Juan Miguel González
Catedrático de Arte de la Universidad de Sevilla.


En la arquitectura onubense de la época barroca, destaca el convento e iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Este cenobio de Mercedarios Descalzos fue fundado por Alonso Pérez de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, en 1605 (1). El actual edificio del siglo XVIII, situado en la plaza de este nombre del antiguo barrio de la Vega Larga sustituyó al primitivo erigido en la centuria anterior (2). El estado ruinoso que aquejaba al convento en 1714 se agravó con el terremoto de 1755. Por ello comenzaron las obras de restauración a partir de dicha fecha (3).

Desde 1835, al pasar el inmueble a ser propiedad de la provincia, se ha utilizado con distintos fines. Consta que la residencia estaba convertida en cuartel en 1849 (4). Posteriormente, en 1878, albergó --gracias a su enorme capacidad-- el Instituto de Segunda Enseñanza, la Diputación Provincial y el Hospital General de la provincia (5). Hoy tan sólo acoge al Hospital. Así la iglesia conventual pasó a ser capilla del Hospital Provincial, catedral y parroquia sucesivamente. Alcanzó el rango catedralicio el año 1954 al crearse la Diócesis de Huelva.

La fábrica, deformada por múltiples adaptaciones, refleja aún la impronta conventual. Las distintas dependencias del sector doméstico se ordenan alrededor de los claustros gemelos, acostados paralelamente, de tres cuerpos superpuestos y cerradas galerías. Galerías que, en el piso bajo, presentan sus tres tramos centrales cubiertos por bóveda de cañón con lunetos y los angulares por bóvedas de arista. Los arcos fajones, al carecer de responsión mural, apean sobre sencillos pinjantes a excepción de los ubicados en las esquinas que lo hacen sobre ménsulas y pilastras cajeadas. Las cornisas, de escaso resalte, apenas favorecen las rítmicas vibraciones de la luz sobre las encaladas superficies. En cada tramo hay un óvalo rematado con un lazo, que enmarcaría el retrato de un santo mercedario.

En cambio, las galerías superiores son más bajas y se cubren con bóvedas de arista exclusivamente. Los arcos fajones o perpiaños descargan sobre pilastras adornadas con sendos pinjantes, menos los situados en los tramos de las esquinas que cabalgan sobre pilastras cajeadas desprovistas de tales adornos. Todo ello denuncia la depuración de las formas barrocas en pro de un clasicismo incipiente. De ahí que este purismo formal produzca unas veces la impresión de que el espacio modela la plástica limitadora de pilares, pilastras y paramentos, y otras, de que las partes verticales crean con su modelado las bóvedas y los interiores. De todo el conjunto residencial sobresale, por gozar de entidad propia, la escalera principal.

La solemne escalera, dispuesta a eje con el vestíbulo, descansa sobre cruzadas bóvedas de arcos rebajados, pareadas columnas marmóreas de orden dórico-toscano semejantes a las que, en grupos de cuatro, delimitan la caja de la misma coronada por una cúpula oval sobre pechinas. Las pechinas se ennoblecen pictóricamente con los escudos heráldicos de Huelva, Niebla, Aracena y Ayamonte. La escalera, con barandas de hierro, arranca desde el bajo en dos ramales hasta el primer rellano, de cuyo centro parte sólo un tramo que enlaza con el piso superior al bifurcarse, nuevamente, en otros dos. Sugestivo es el juego de perspectivas que se produce en el primer rellano a través de los dos balcones que perforan los muros laterales. Estos balcones están flanqueados por pilastras cajeadas con ménsulas a guisa de capitel sobre las que se alzan arcos trilobulares. Los ricos mármoles que enriquecían esta pieza tectónica fueron vendidos y empleados, después de la exclaustración, en los asientos de la Alameda, que existía en el actual Paseo de la Independencia (6).

La escalera a la imperial del exconvento de la Merced de Huelva guarda cierta conexión estilística con la realizada por Antonio Matías de Figueroa en el Palacio-Seminario de San Telmo en Sevilla y consigue --por encima de las necesidades prácticas-- la ordenación y fusión axial de los interiores, la fluidez de las intersecciones y la belleza de las formas.

Como decíamos al principio, la reconstrucción del monumento se comenzó por el templo a partir del terremoto de 1755. Las obras se intensificaron hacia 1775 aunque, por distintos acontecimientos históricos, nunca llegaron a su fin (7). Es obvio que entre los obstáculos que impidieron su total realización figuren: La invasión francesa, la supresión de los señoríos jurisdiccionales en 1811 y la abolición de las comunidades religiosas masculinas en 1835.

El templo continuó abierto al culto. En 1852 se concluyeron unas obras de reparación en el templo(1).

La iglesia de La Merced después del seísmo de 1968 fue clausurada nuevamente al culto. Declarada Monumento Histórico-Artístico, gracias al esfuerzo conjunto de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural y de la Diputación Provincial de Huelva, se emprendió la restauración en 1971 bajo la dirección del arquitecto don Rafael Manzano Martos.

El templo, ubicado a la izquierda del convento, presenta una planta y un alzado muy academizante. La ordenación interior del recinto comprende ámbitos espaciales de cinco tramos, crucero, cabecera con capillas acabadas en testero plano.

La nave central, más ancha que las contiguas, está cubierta por bóveda de cañón con lunetos. Los arcos fajones descargan en el entablamento y éste sobre pilastras de capiteles corintios adosadas a los machones que reciben a los arcos formeros de medio punto, divisorias de naves. Sobre ellos montan los vibrantes balconcillos de las tribunas colindantes. A los pies de la nave, por encima de la puerta principal de acceso, se extiende la aérea y dinámica tribuna del coro alto, cuyas alas laterales avanzan apoyándose falsamente sobre capiteles corintios.

Cada nave lateral, dotada de tribuna o triforio, dispone sólo de cuatro tramos con bóvedas de arista, pues el quinto lo ocupa la torre. Los arcos fajones apean por el lado de los pilares sobre pilastras adosadas a los mismos, y por el otro sobre pinjantes.

El crucero exhibe en su centro una elegante cúpula sobre pechinas con decoración pictórica alusiva a santos de la orden. La gran cúpula que inunda esta zona del interior de una suave atmósfera de luz, se compone de elevado tambor, elemento cupuliforme y airosa linterna. El tambor encaja sus ventanales entre pilastras pareadas. Sobre estos huecos lucen los óculos del elemento cupuliforme también entre gemelas pilastrillas. El altar exento, bajo la cúpula del crucero, goza de perfecta visibilidad. El amplísimo y ondulado presbiterio de mármol rojo y gris, como toda la solería y zócalo del templo, es capaz para las solemnes concelebraciones de las fiestas litúrgicas.

La capilla mayor, transformada en la última restauración, adapta en el antiguo presbiterio el coro de canónigos presidido por la sede episcopal. Tras el coro se dispone una tribuna, destinada a capilla sacramental, con el nuevo camarín de la imagen titular. A esta tribuna se accede mediante una escalinata que parte de la capilla lateral derecha. La sacristía y antesacristía quedan al lado izquierdo.

En la decoración interior del templo resaltan los motivos ornamentales de los pilares, pilastras, entablamentos, impostas e intradoses de arcos, ventanales y capiteles que imprimen una expresiva belleza en el total resultante. Entre ellos perduran formas mixtilíneas, de cierto sabor mudéjar, junto a otras típicamente barrocas.

Hasta el momento nos hemos referido exclusivamente al espacio interior cerrado. Sin embargo, éste se manifiesta al exterior en un armonioso juego de expresiones volumétricas de extremada delicadeza en su conjunto. El edificio, por su avanzada cronología, acentúa la planitud de las superficies y reduce casi todo el ornato externo a la portada principal. Portada que a modo de tapiz, queda enmarcada entre dos torres laterales inconclusas. En las actuales obras de restauración y consolidación del templo se han rematado los distintos cuerpos de torre con sendas espadañas barrocas.

La portada está organizada en tres cuerpos. El inferior, delimitado por una rotunda cornisa a lo largo de toda la fachada, se concibe a modo de gran zócalo. Entre los elementos decorativos, muy propios de los Figueroa, destacan las pilastras que, dispuestas en un doble orden, encuadran vanos y hornacinas, soportando curvados entablamentos que se adaptan morosamente al trasdós curvo de los huecos. El conjunto finaliza en elegante balaustrada y buhardillón que configuran, por la parte superior, la silueta externa de la iglesia. Esta fachada de ladrillo revocado, en la que resalta el avitolado, quizás sea una con- secuencia de la gran fachada del templo de San Luis de Sevilla (8).

Estrecha relación estilística observamos entre la planta y el alzado de la iglesia de la Merced de Huelva y los de las parroquias de la Magdalena y San Jacinto de Sevilla. Sobre todo en el sistema de pilastras y tribunas con balcones empleados en esta última y en la Catedral onubense. En la provincia de Huelva la conectamos por sus semejanzas estéticas y constructivas con la torre de Manzanilla y el templo de San Juan Bautista de La Palma del Condado (9). Todo ello indujo a don Antonio Sancho Corbacho a considerar como probable arquitecto proyectista del templo mercedario de Huelva a Ambrosio de Figueroa. No obstante, el maestro alarife que dirigió técnicamente la construcción de esta iglesia conventual fue Francisco Díaz Pinto, natural de La Palma del Condado, según consta documentalmente por un accidente ocurrido en la obra durante 1783 (10).

Al finalizar la descripción de la Catedral de Huelva diremos que esta hermosa construcción, con influjos del barroco hispano-americano (11), de planta de salón con disposición basilical, crucero y doble torre en la fachada, es el ejemplo capital de la numerosa e interesante serie de iglesias barrocas onubenses de la segunda mitad del siglo XVIII. Todas ellas fruto de la enorme actividad constructora de esta centuria. El hecho responde, por un lado, al nuevo panorama socio-económico y, por otro, a un fenómeno geológico, al movimiento sísmico de 1755. Efectivamente, el advenimiento de los Borbones vino acompañado por una explosión demográfica. La población de Andalucía se duplicó. Al mismo tiempo la agricultura y la ganadería conocieron un aumento en la producción y en el rendimiento. Sus artículos eran rápidamente comercializados gracias al perfeccionamiento de los transportes terrestres y marítimos. Como es obvio, en casi todos los casos, los templos eran insuficientes e inadecuados para albergar un mayor número de fieles. El aumento general de las riquezas a todos los niveles sociales posibilitó la construcción de nuevas edificaciones. Edificaciones y reformas que se hicieron aún más perentorias después del referido terremoto de 1755.

horizontal rule

 

II. TESORO ARTÍSTICO

por Manuel Jesús Carrasco Terriza
Director del Secretariado Diocesano de Patrimonio Cultural

A) RETABLOS.

a) Capilla contigua al presbiterio:

-Templete ejecutado en madera dorada, cuya base cuadrangular mide 1,39 m. de lado, con decoración de rocallas. Siglo XVIII.

b) Crucero.

1) Retablo de la Virgen de los Dolores, situado en el lado del Evangelio, es de madera tallada, dorada y policromada. Está compuesto de dos cuerpos: el inferior de 4,80 metros de ancho, dividido en tres calles, con camarín central y repisas contiguas, sobre elevado banco con puertas laterales de acceso al camarín y sagrario en el centro; en el superior o ático, preside el Crucificado. En la decoración destaca, como remate del camarín de la Virgen, un medallón con el relieve de San Felipe Benicio; dos angelotes sentados en los vértices inferiores del fragmentado frontón, portando símbolos pasionarios; y rocallas, que enmarcan en su interior unas escenas pictóricas de la vida de Cristo. Fue construido antes de 1772 (1).

2) Frontero al retablo anterior, es decir, en el costado de la Epístola, se adapta otro, también labrado en madera dorada y policromada, de 5,37 metros de ancho. Consta de dos cuerpos; el inferior de tres calles, separadas por pilastras y columnas, con hornacina central de arco trilobular y repisas adyacentes; en el ático hay otra hornacina pequeña, con la imagen de San José, sobre ménsula dorada provista del escudo mercedario. En el banco, el único motivo ornamental es el hueco del Sagrario. Esta pieza, decorada con angelotes y rocallas, se construía en 1767 (13).

c) Nave lateral derecha o del Evangelio.

1) En primer lugar aparece un retablito tallado en madera, dorado y policromado de 2,34 metros de ancho. Está formado por un sólo cuerpo, flanqueado por estípites, con hueco de arco trilobulado bajo doselete y remate semicircular con hornacina central. Su decoración, de cabezas aladas de ángeles y guirnaldas de flores y frutos, corresponde al siglo XVIII.

2) A continuación, el retablo de la Virgen de la Cinta ejecutado en madera dorada y policromada, de 2,45 m., de ancho. Lo constituye una simple hornacina con arco de medio punto amparado por un dosel. El repertorio ornamental abarca las pinturas de los símbolos marianos (ciprés, palmera, etc.) y las tallas de angelitos, flores y frutas, propios del siglo XVIII.

3) Al fondo de la nave hay un retablo de madera, también dorada y policromada, de 3,42 m., de ancho. El cuerpo central, sobre la predella o banco, se divide en tres calles mediante cuatro columnas. La central provista de hornacina, y las laterales de sendas repisas. En el ático un San Lorenzo pintado sobre lienzo, obra de Herrera el Viejo, de 1617. La ornamentación de apliques dorados sobresale del fondo policromado, que semeja, al igual que en todos los demás, mármoles jaspeados. Su formato responde al siglo XIX.

d) Nave lateral izquierda o de la Epístola.

1) Al principio encontramos un retablo de madera tallada, dorada y policromada, de 2,37 m., de ancho. Presenta un cuerpo central con una hornacina entre dos repisas. El ático, a modo de frontón curvo, se interrumpe en el centro por un abultado moldurón animado con un lienzo del arcángel Rafael. La ornamentación de rocallas data esta obra en el siglo XVIII.

2) Sigue un retablo labrado en madera dorada y policromada de 3,43 metros de ancho. Sobre la predella se alza el cuerpo principal con tres calles delimitadas por estípites. En la calle central se abre una hornacina y en las laterales una repisa para cada una. El cuerpo superior, semicircular, ostenta un relieve con San Ramón Nonato, entre ocho cabezas aladas de ángeles, portando en sus manos una custodia ostensorio y una palma. Este ejemplar se enriquece mediante guirnaldas de flores, frutas y cabezas de querubines, según las directrices del siglo XVIII.

3) A los pies de la nave existe otro retablo trabajado en madera dorada y policromada, de 3,42 ms., de ancho. Sobre el banco se eleva el primer cuerpo de tres calles; con hornacina en la central y repisas en las laterales. El ático, así como todo el conjunto, imita placas marmóreas de tonos rosas, verdes y grises. Es obra del siglo XIX.

e) Nave central.

1) Adosado al segundo pilar de la arquería derecha de separación de naves está el púlpito, trabajado en madera, de 2,54 ms. de alto. El pie cuadrangular alcanza los 1,26 m. de altura, y mientras que en su tramo inferior los óvalos de sus caras se enriquecen con rosas, en el superior lucen el emblema de JHS, el escudo de la Merced y el anagrama de María. La plataforma facetada presenta en las tres caras exentas, de las cinco que integran el antepecho de la misma, sendas pinturas en que se representan al Beato Jacobus de Soto, mártir; al Beato Sancius de Aragón, arzobispo de Toledo y mártir; y al Beato Juanes de Santa María, mártir, respectivamente. La escalerilla se articula en dos tramos junto al pilar, y su baranda está decorada con flores, lazos y filetes dorados. En la ornamentación de esta pieza del barroco purista resaltan los óvalos, cartelas aveneradas, costillas y laureles por influjo de la orfebrería manierista, tan imitada en estos momentos. Por todo ello, catalogamos esta obra de carpintería hacia 1625, con decoración pictórica de hacia 1800 (14).

B) ESCULTURA.

a) San Roque. Talla en madera estofada y policromada, de 1,50 m., de alto. Catalogado hacia 1582 (15). En la peana encontramos esta inscripción: «Renobóse el año de 1722 a despensa del cabildo».

b) Virgen de la Cinta. Escultura de la Virgen con el Niño labrada en madera estofada y policromada, de 1,52 m. de altura. Se puede fechar hacia 1610. Está atribuida a Martínez Montañés (16).

c) Virgen de la Merced. Imagen de vestir con Niño, mide 1,50 m. de alto. Su cronología aproximada sería 1618 (17).

d) San Antonio Abad. Figura de bulto redondo realizada en madera policromada, de 1,34 m., de alto. Dicha advocación brotó en este templo mercedario a partir de 1615 (18). Posteriormente, experimentó un nuevo auge en 1787 (19).

e) San Pedro Nolasco. Imagen de candelero, de 1,57 m. de alto. Su advocación comienza en esta iglesia en 1615 (20).

f) Santísimo Cristo de Jerusalén y Buen Viaje. Talla policromada, de 1,50 m. de alto. Su culto se reseña desde 1647. De escuela gaditano-genovesa.(21).

g) Cristo de las Cadenas: Escultura procesional de madera policromada. Mide 1,18 m., de alto. Existe la advocación desde 1657 (22). Escuela gaditano-genovesa.

h) San José con el Niño Jesús itinerante. Grupo escultórico de madera estofada y policromada. El Patriarca mide 1,25 m., de alto y el Niño, 0,69 m. Siglo XVIII.

i) Santa Catalina. Talla de madera estofada y policromada, de 0,87 m., de alto. Siglo XVIII. Corresponde al retablo de la Virgen de los Dolores (23).

j) San Lorenzo. Escultura de madera estofada y policromada, de 0,87 m., de alto. Siglo XVIII. Junto a la anterior, figuraba en el mismo retablo (24).

k) San Nicolás de Bari. Obra tallada en madera policromada, de 1,05 m., de alto. Siglo XIX.

l) San Blas. Hace pareja con el anterior. Imagen de madera policromada, de 1,04 m., de alto. Siglo XIX. Ambas esculturas pertenecen al retablo situado en el crucero al lado de la Epístola.

m) San Cayetano implorante. Efigie de madera policromada. Mide 1,06 m., de alto. Siglo XIX. Recibía culto desde 1667 pero en 1756 aún estaba representado en un cuadro (25).

n) San Juan Nepomuceno. Talla en madera policromada con aditamentos de tela encolada. Mide 1,50 m. de alto: Siglo XIX.

C) ORFEBRERÍA (26)

a) BÁCULO de plata dorada, de comienzos del siglo XX, con decoración propia del modernismo. Se compone de seis cañones con ornamentación helicoidal de laurel, encina y de un gran puño circular con una simbología interesantísima. En el pie de este último se representa la nave de la iglesia con mascarón de proa en forma de gallo al que se adosa el escudo de D. Pedro Cantero y una inscripción en el casco: «ESTO VIGILANS ET CONFIRMA CETERA»; una figura femenina que simboliza a la Iglesia lleva el timón. Más arriba vemos otra masculina despellejando a un lobo con piel de carnero, alusión a una conocida cita evangélica. La pieza de esmerada ejecución perteneció al ilustre prelado don Tomás Muniz de Pablos, natural de Castaño del Robledo y arzobispo de Santiago de Compostela. Fue donado a Mons. Cantero Cuadrado por la Diputación Provincial, con motivo del inicio de su pontificado en Huelva. Éste, a su vez, lo donó a la catedral onubense(2). Procede de los Talleres de Arte Granda, de Madrid.
Dimensiones: cada cañón, 51 cms.; altura del mango, 30,5.

b) BALSAMERA de plata del siglo XX. Estilísticamente hace juego con dos crismeras. Su marca es la estrella de David. En su decoración se combinan roleos, óvalos, cartelas, vegetación floral, etc.
Dimensiones: altura total, 15,5 cms.; diámetro de la base, 6,5 cms.; diámetro de la boca, 14 cms.

c) BANDEJA de plata de finales del siglo XIX o comienzos del XX. De estilo neobarroco. En forma circular con pestaña ondulada y decoración repujada en franjas concéntricas en torno al escudo de Cantero Cuadrado que aparece en el centro. Los temas ornamentales son muy variados, y se mezclan rocallas, cardinas, vegetación floral, mascarones y garzas.
Dimensiones: diámetro, 58,5 cms.

d) BANDEJA de metal plateado. Ejecutada recientemente en Lucena (Córdoba).
Dimensiones: diámetro, 53,2 cms.

e) CÁLIZ da plata, del último cuarto del siglo XVI. Estilo del bajo renacimiento. Con basamento circular bastante plano, astil moldurado, con doble cilindro inferior estriado, nudo ovoide y copa lisa y achaparrada, posiblemente añadida en la primera mitad del siglo XVII. En su plana ornamentación sobresalen ces con cogollo interior sobre fondo punteado y algunos capullos.
Dimensiones: altura, 24 cms.; base, 14 cms.; copa, 9 cms.

f) CÁLIZ de plata, fechado en 1610. Estilo purista sin esmaltes. Su estructura consta de basamento circular, cilindro inferior en el astil, nudo ovoide con doble resalte a los dos tercios de su altura y copa dorada. En el basamento se lee la inscripción: «DIOLO ANTON SESE 1610. ES DE SAN ANTONIO DE PADUA».
Dimensiones: altura, 25,5 cms.; base, 15 cms.; copa, 9 cms.

g) CÁLIZ de plata dorada a excepción de la base que es de bronce. Estilo barroco de principios del siglo XVIII. El basamento, muy plano, procede de otra pieza. En el ástil resaltan el cilindro inferior y el nudo periforme muy abultado. En la pestaña se conserva esta inscripción: «DIOLE LA EXCELENTÍSIMA SEÑORA DOÑA NICOLASA DE LA CERDA Y ARAGÓN CONDESA DE OÑATE Y CAMPO REAL. ORATE PRO EA» .
Dimensiones: altura, 24,5 cms.; base, 13,7 cms.; copa, 8,5 cms.

h) CÁLIZ de plata, realizado en 1727. Esta pieza de estilo barroco liso presenta un basamento plano, un cilindro inferior en el astil y un nudo periforme. La pestaña posee la siguiente leyenda: «ESTE CÁLIZ DIO DE LIMOSNA A NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO DON PEDRO ÁLVAREZ AÑO DE 1727». Conserva dos punzones: en uno se lee «1727 MUÑOZ» y el otro es la marca de la ciudad de Lisboa, que consta de un barco coronado con dos cuervos.
Dimensiones: altura, 27,5 cms.; base, 17,5 cms.; copa, 9 cms.

i) CÁLIZ de plata, datado en 1859. Pertenece a la Real Fábrica de Platería de Martínez. La decoración de su estructura barroca está realizada mediante técnicas de troquelado y estampado. Los motivos ornamentales son vegetales, florales y simbólicos. Entre los últimos incluimos los elementos pasionarios de la subcopa. Su inscripción dice: «REGI REGUM ELISABELT 2ª A D 1859». En la pieza hay tres punzones: El escudo de Madrid, con el oso y el madroño coronado; la marca de la Real Fábrica de Platería de Martínez, con su característica Z y M superpuestas; y finalmente, un emblema con un castillo almenado.
Dimensiones: altura, 26 cms.; base, 13,5 cms.; copa, 8 cms.

j) CÁLIZ de plata del siglo XX. Estilo neobarroco. Su aspecto decorativo se reduce casi exclusivamente a las hojas de la subcopa. En su base se aprecia la marca «A».
Dimensiones: altura, 23,5 cms.; copa, 8 cms.; base, 13,5 cms.

k) CÁLIZ de plata del siglo XX. Estilo neogótico. El punzón de esta pieza es el de «GARIN». Presenta la siguiente dedicatoria: «LOS SEÑORES DE DELGADO LAZO A DON JULIO GUZMÁN CON MOTIVO DE LA BODA SU HIJA LUCHY 1-1-1930».
Dimensiones: altura, 24 cms.; base, 15,3 cms.; copa, 9,5 cms.

l) CÁLIZ de plata, labrado en el siglo XX. Estilo neobarroco. En esta pieza de orfebrería destacan su base polilobulada y su amplia copa. Se decora fundamentalmente con motivos pasionarios. En la base se lee: «Propiedad del Doctor D. Pascual Biosca Presbítero».
Dimensiones: altura, 23 cms.; base, 16 cms.; copa, 9,5 cms.

m) CÁLIZ de plata del siglo XX. En su ornamentación afloran unos medallones trilobulados y entre los motivos ornamentales apreciamos un vía crucis. Este ejemplar está dedicado y fechado: «A D. Juan Yñesta Presbítero en su primera misa, su hermano Joaquín 24 junio 1902».
Dimensiones: altura, 23,5 cms.; base, 16,5 cms.; boca, 10 cms.

n) CRISMERA I de plata del siglo XX. En su esmerada ejecución resalta la escena del Buen Samaritano, como motivo central de su decoración a base de roleos con elementos vegetales y florales. Debajo de este relieve hallamos el escudo de Huelva. En la otra cara ostenta la heráldica de Mons. Cantero Cuadrado y más abajo el emblema de Acción Católica. La tapa está rematada con una imagen de la Inmaculada.
Dimensiones: altura, 53,6 cms.; base, 21 cms.; copa, 30 cms

ñ) CRISMERA II semejante a la anterior. En una de sus caras se representa a San Pedro caminando sobre las aguas y en la otra, de nuevo, el escudo del Obispo Cantero y debajo el símbolo de Acción Católica. Su punzón es la estrella de David.
Dimensiones: altura, 61 cms.; base, 21,7 cms.; copa, 30 cms

o) CRISMERA III completa el juego con las dos anteriores. Tan sólo difiere de sus precedentes en el relieve central, que en este caso es el del Buen Pastor.
Dimensiones: altura, 54 cms.; base, 21 cms.; copa, 30 cms.

p) CUSTODIA procesional de plata del siglo XX, realizada por Fernando Marmolejo. Templete cuadrangular de ángulos ochavados con dobles columnas corintias. Friso curvilíneo rematado por la estatua de la Fe. La heráldica abarca los escudos de España, Huelva, cardenal Segura y Pío XII. Se enriquece con las figuras de cuatro ángeles y con las de los evangelistas. El ostensorio o sol tiene los rayos agudos y flameantes alternativamente, según el gusto de finales del siglo XVII o comienzos del XVIII. El basamento se decora con motivos eucarísticos y con escenas históricas onubenses en relieve. Entre las últimas encontramos: Las tres carabelas, Colón evangelizando a los indios, y don Manuel González predicando. También luce medallones con bustos: Virgen Dolorosa, San Pedro, Inmaculada Concepción y Corazón de Jesús. En la pestaña campean los versos litúrgicos «O SACRUM CONVIVIUM...» y «ECCE PANIS ANGELORUM...».
Dimensiones: altura, 2,50 cms.; base cuadrangular, 1,30 m. de lado.

q) INCENSARIO de plata del siglo XX. Hace pareja con otro. Ambos, de factura moderna, fueron ejecutados en Lucena.
Dimensiones: altura, 35 cms.

r) JARRA de plata del siglo XX. Su elegante formato se realza mediante una estilizada decoración vegetal.
Dimensiones: altura, 26 cms.; base, 10 cms.

s) PALANGANA de plata del siglo XX. Completa el juego con la pieza anterior. Su marca es la estrella de David y la cruz de Santiago.
Dimensiones: altura, 12,5 cms.; base, 15,6 cms.; boca, 29 cms.

t) PORTAPAZ de bronce dorado, de fines del siglo XVI. Estilo manierista. Su formato semeja un retablo de un solo cuerpo flanqueado por columnas coronadas por hermes y rematado por un frontón semicircular avenerado. El tema central reproduce la Piedad.
Dimensiones: altura, 15,2 cms.; base, 10,2 cms

horizontal rule

NOTAS

(1) AMADOR DE LOS RÍOS, Rodrigo: Huelva. Barcelona, 1891, p. 475. (2) HERNÁNDEZ DÍAZ, José: La ruta de Colón y las torres del Condado de Niebla. Madrid, 1946, p. 21.

(3) DÍAZ HIERRO, Diego: Historia de la Merced de Huelva, hoy Catedral de su Diócesis. Huelva, 1975, pp. 377 y 378.

(4) AMADOR DE LOS RÍOS, Rodrigo: Op. cit. p. 475.

(5) Ibidem, p. 476.

(6) DÍAZ HIERRO, Diego: Op. cit. p. 388.

(7) Ibidem, p. 378.

(8) SANCHO CORBACHO, Antonio: Arquitectura barroca sevillana del siglo XVIII. Madrid, 1952, p. 117.

(9) Ibidem, p. 117.

(10) DÍAZ HIERRO, Diego: Op. cit. pp. 381-383.

(11) SEGOVIA AZCÁRATE, José María: Sobre la restauración del templo de la Merced. Huelva, 1972, p. 7.

(12) DÍAZ HIERRO, Diego: Op. cit. p. 398.

(13) Ibidem, p. 359.

(14) Ibidem, lám. intercalada entre ps. 220 y 221.

(15) Ibidem, p. 131.

(16) HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Martínez Montañés. Arte hispalense. Sevilla, 1976, p. 61.

(17) DÍAZ HIERRO, Diego: Op. cit. p. 103.

(18) Ibidem, ps. 167-170.

(19) Ibidem, p. 475.

(20) Ibidem, ps. 96 y 273.

(21) Ibidem, ps. 231-243. CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, La escultura del Crucificado en la Tierra Llana de Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 2000, págs. 369-375.

(22) DÍAZ HIERRO, Diego: Op. cit. ps. 263-265 y 393.

(23) Ibidem, p. 280.

(24) Ibidem, p. 281.

(25) Ibidem, ps. 277, 359, 479 y 480.

(26) HEREDIA MORENO, Mª del Carmen, La orfebrería en la provincia de Huelva. Huelva, Diputación Provincial, 1980, tomo II, págs. 135-137.

 

1. ADH, Gobierno, Huelva, año 1852.

2. BOOH 2 (may 1954) 87.