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Página personal de Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA  

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“La Danza de Labradores en el Corpus de Huelva de 1684”.

Huelva Información, 21-6-1984, pág. 13.

BOOH 258 (nov.dic. 1985) 377-381.

 

 

 

 

             LA DANZA DE LABRADORES EN EL CORPUS DE HUELVA DE 1684

 

 

            Se conserva en el Archivo Diocesano de Huelva un curioso documento[1] que nos da cuenta de la celebración de la fiesta y procesión del Corpus Christi en el siglo XVII.

            Era Huelva en aquel siglo una notable villa del Condado de Niebla, a orillas del mar. Al decir del viajero Méndez Silva, en su relato de 1645, “tiene dos parroquias, un hospital y tres ermitas y cinco conventos, tres de religiosos y dos de monjas, y 1.000 vecinos, famosas murallas y castillo, es abastecida de pan, vino y pesca de la mar”[2]. El peso de una sociedad agrícola se constata en las celebraciones religiosas y sus manifestaciones festivas, en las que, a través de la música y la danza, se integran en una misma cultura la fe y la idiosincrasia de un pueblo. El expediente citado es un pleito promovido el 13 de junio de 1684 ante, el Provisor del Arzobispado de Sevilla, Francisco Domonte Verástegui, a instancias de los labradores de Huelva Juan Bautista Medel, José Ramos, Cristóbal Morales y Francisco Moreno, para que se respeten las costumbres inmemoriales en la procesión del Corpus Christi, en las que la danza de este gremio ocupaba un destacado lugar, y últimamente había sido desplazado por una danza de gitanos.

“En dicha villa es costumbre antiquísima que dos labradores sacan una dança de segadores en la procesión del Corpus, y esta lleua su pendón de tafetán, pintada la ynsignia del Santísimo Sacramento, y una cruz hecha de espigas y una rosca grande de pan en significación del Santísimo; y siempre, aunque aya otras danças / [pág. 378] ésta a sacado la custodia desde el altar mayor hasta la salida de la puerta de la yglesia, y allí llega otra dança y recibe la custodia y en la proçesión ban todas las danças entrando alternatibamente delante de la custodia hasta bolber a llegar a la puerta de la yglesia donde buelben los segadores a reçeuir la custodia hasta llegar al altar mayor”[3].

            Los labradores se sentían orgullosos de que el fruto de su trabajo, espigas doradas y blanco pan, fuera la materia que, por las palabras sacerdotales, se transubstanciarían en Cuerpo de Cristo. La cooperación material al sacrificio les otorgaba el derecho a la máxima cercanía a la custodia procesional, rubricando su honor con la danza[4].

            Según el documento, la danza de segadores venía celebrándose desde tiempo inmemorial, tal como la conocían los más ancianos del lugar. Al existir dos parroquias, es posible que el día del Corpus saliera la procesión desde la parroquia mayor de San Pedro, y el domingo infraoctava desde la Concepción. Los danzantes eran “dos labradores elegidos y nombrados por los dos que dejaron de ser el año antesedente”, como informa el vicario de Huelva el 8 de julio de 1684[5].

            A dos mayordomos de los labradores los vemos representados en la insignia de la Hermandad de Nuestra Señora de los Reyes, que se conserva en la iglesia parroquial de San Pedro[6]. Insignia de plata, de factura popular, que debió labrarse en aquellas fechas, pues en el dorso aparece el rey San Fernando, canonizado en 1671. A los lados de la Virgen se arrodillan dos ricos agricultores, cabello largo con bucles de media luna y perilla, sosteniendo haces de trigo; lujosamente ataviados con gorgueras, abultada botonadura, jubón de altas hombreras y calzón de frunces horizontales[7].

            En la procesión del Corpus, la danza llevaba “un pendón de tafetán blanco, con vna crus de espigas de trigo y vna rosca de pan, y pintado en dicho tafetán la ynsignia del Santísimo Sacramento”[8]. La proximidad de la siega permitiría un generosa selección de tallos y / [pág. 380] espigas bien granadas, para formar la cruz. La rosca grande de pan, de vistosas labores artesanas, decora el pendón “en significación del sacramento”, como se apresuran en puntualizar los litigantes[9].

            No eran los únicos en manifestar su fe con el ritmo corporal, sino que había tres o cuatro grupos de danzantes de otros gremios, que añadían variedad a la solemne procesión. El ritual de costumbre era que los labradores, terminada la Misa, ejecutaban sus pasos delate de la custodia desde el altar mayor hasta la puerta de la Iglesia y, una vez iniciado el recorrido, los demás grupos entraban y salían alternativamente a ejecutar sus evoluciones y figuras ante el Santísimo, hasta que, de nuevo ante la puerta de la parroquia, los segadores esperaban la custodia, la precedían y acompañaban hasta el altar mayor, donde se daba la bendición final y se ocultaba.

            Pero la costumbre inmemorial, que privilegiaba a los labradores, se vio entorpecida por el alcalde oridinario de la villa, don Andrés de Vega y Garrocho, que, haciendo caso omiso a la tradición, mandó que “vna dança de gitanos fuese en lugar de la de los labradores” a sacar la custodia; más aún, “que la paguen los labradores de la dehesa boyal”[10]. Tensa debió ser la situación y desairada para los mayordomos danzantes, quienes “no queriendo dejar su puesto y lugar, y por escussar disturbios y pesadumbres en la yglesia lo dejaron y se fueron y dejaron de asistir a la dicha processión”[11].

            Al año siguiente, primero de junio de 1685, vuelven a pedir justicia. Ya había tomado posesión el nuevo arzobispado, don Jaime de Palafox y Cardona, que sucedió al cardenal Ambrosio Spínola. Había fallecido el deán Domonte Verástegui[12]. El nuevo Provisor y Vicario General, don José de Bayas, dicta auto de sentencia favorable a los labradores, mandando “se despache mandamiento de censuras para que por ahora los labradores de la uilla de Huelua asistan con la danza de los segadores de ella a la prosezión del día del Corpus como tiene de costumbre, y que nadie les estorbe ni ympida lo rreferido” [13]. / [pág. 381].

            Así debió cumplirse aquel mismo año de 1685, en que la festividad del Corpus Christi vino a ocurrir el día 21 de junio[14].


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[1] ADH. Justicia, Huelva, serie 1, clase primera, 1684, caja 292.

[2] MÉNDEZ SILVA, Rodrigo, Población General de España, con sus trofeos, blasones, conquistas heroycas, Madrid, 1645, fol. 207.

[3] ADH., doc. cit., fol . 1.

[4] Sobre la historia de la. solemnidad del Corpus Christi, cfr. RIGHETTI, Historia de la Liturgia, t I, Madrid, BAC, 1951, págs. 869-887.

[5] ADH., doc. cit., fol. 4 vº.

[6] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, “Parroquia Mayor de San Pedro Apóstol de Huelva”, Separata del Boletín Oficial del Obispado de Huelva, año XX, número 214, 1977, págs. 21-22.

[7] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura mariana onubense, Huelva, Diputación Provincial, 1981, pág. 460.

[8] ADH., doc. cit., fol. 4 vº.

[9] Ibid., fol. 1.

[10] Ibid., fols. 5 y 1.

[11] Ibid., fol 5.

[12] ALONSO MORGADO, José, Prelados sevillanos, Sevilla, 1906, pág. 583.

[13] ADH, doc. cit., fol. 6 vº.

[14] CAPELLI, A. Cronologia, cronografia e calendario perpetuo, Milano,1983, pág. 99.