|
|
2006 (97) "Veinticinco años de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural", en Rev. Patrimonio Cultural. Documentación - Estudios - Información, 42 (2005 / 2) 7-72. ÍNDICE A. LOS ANTECEDENTES 1. Las Juntas Nacionales de Apostolado Litúrgico, de Música
Sacra y la Asesora de Arte Sacro, 1955. B. LA COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL PATRIMONIO CULTURAL 1. Entre el desarrollo interno y las presiones externas. C. DESARROLLO DE LAS ACTIVIDADES DE LA COMISIÓN EPISCOPAL (1981-2005) 1. Primeros pasos de la Comisión, presidida por Mons. Benavent
(1981-1983). 3. La Comisión Episcopal para el Patrimonio para el trienio
1987-1990. D. CONCLUSIONES
I. VEINTICINCO AÑOS DE LA COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL PATRIMONIO CULTURAL Manuel Jesús Carrasco Terriza
Hay efemérides que tienen brillo, color y sonido de metales preciosos: plata, oro, platino... y que evocan las notas de calidad, de valor y de perdurabilidad. Las bodas de plata, los veinticinco años de una institución avaloran su trayectoria y son garantía de su madurez. Al mismo tiempo invitan a hacer memoria y a evaluar el camino recorrido. Las XXV Jornadas Nacionales de Patrimonio Cultural de la Iglesia, que celebramos en la capital de La Rioja, nos brindan la ocasión de aproximarnos a la historia de la labor que, en materia de patrimonio cultural, ha desarrollado la Iglesia Católica en España a lo largo de los últimos veinticinco años.
Tendríamos que remontarnos cincuenta años atrás. En 1955 fueron creadas las Juntas Nacionales de Apostolado Litúrgico, de Música Sacra y la Asesora de Arte Sacro; y en 1969 se creaba la Junta Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico. Veinticinco años después, en las Primeras Jornadas de Patrimonio, de 1981, vinieron a confluir las inquietudes e iniciativas de personas tan insignes como Mons. Almarcha, Mons. Mansilla, Fernández Catón, el P. Aguilar(1), el P. Plazaola(2), Ángel Sancho, Martí Bonet y tantos otros, que venían aplicando sus talentos en promover el patrimonio documental, histórico, artístico y cultural, y en desarrollar y llevar al campo del arte sacro las líneas pastorales y doctrinales del Concilio Vaticano II(3). 1. Las Juntas Nacionales de Apostolado Litúrgico, de Música Sacra y la Asesora de Arte Sacro, 1955. El ambiente estaba preparado por el movimiento litúrgico, extendido desde principios del siglo XX especialmente por Europa. Las Juntas Nacionales de Apostolado Litúrgico, de Música Sacra y la Asesora de Arte Sacro fueron creadas por la Conferencia de Metropolitanos en noviembre de 1955. En 1960 se agruparon en la Comisión Episcopal de Liturgia, Pastoral y Arte Sacro, y en 1964 pasó a ser la Comisión Episcopal de Liturgia, que incluía las secciones de Liturgia, Arte Sacro y Música Sagrada. Fue importantísima la labor del obispo de León y Presidente de la Junta Nacional Asesora de Arte Sacro, Mons. Luis Almarcha Hernández(4), que promovió las Semanas Nacionales de Arte Sacro(5): la primera, de 1958, de la que emanaron las Normas directivas de Arte Sacro, y la segunda, de 1964, que tuvo como fruto el Proyecto sobre la organización de la defensa del Tesoro Artístico de la Iglesia española, de enero de 1965. 2. Vaticano II: arte sacro para la liturgia El Concilio Vaticano II (1962-1965) prestó una especial atención a la liturgia. La constitución Sacrosanctum Concilium (4-XII-1963) define la liturgia como la acción sagrada por la que, mediante signos sensibles, se ejerce y continúa la obra sacerdotal de Cristo, la santificación de los hombres y la glorificación de Dios(6). La acción se hace y se comunica por medio de signos sensibles, tales como música, palabras, objetos, espacios... tratados con belleza, con verdad y con dignidad, es decir, con arte. Por esta razón, para fomentar la tan deseada renovación litúrgica, establece dos líneas de actuación: por una parte, manifestar el reconocimiento y aprecio de los artistas, y por otra, tutelar el ejercicio del arte, en y para la liturgia, por medio de las Comisiones diocesanas. La Iglesia, que se declara «amiga de las bellas artes», proclamó que «entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan con razón las bellas artes, principalmente el arte religioso, y su cumbre, que es el arte sacro»(7). Además, se dirigió a los artistas en uno de los Mensajes del Concilio a la Humanidad: «¡Si sois amigos del verdadero arte, sois nuestros amigos! [...] Hoy como ayer, la Iglesia os necesita»(8). Para poner en práctica la reforma litúrgica y su aplicación pastoral, el Concilio recomienda que se establezca en cada diócesis la Comisión de Sagrada Liturgia, que cuente entre sus miembros con especialistas en música y en arte sagrado. Pero, además, aconseja que, junto con la de liturgia, se establezcan Comisiones de Música sagrada y de Arte sagrado(9). El Concilio dedica todo el capítulo VII al arte y a los objetos sagrados, enfocado, sobre todo, al servicio del culto. A los ordinarios les encarece que escuchen a la Comisión diocesana de arte sacro para juzgar sobre las obras de arte, y, a continuación les encomienda que custodien diligentemente el patrimonio, para que no se vendan o se pierdan los objetos preciosos que son ornato de la casa de Dios. Y tiene muy en cuenta la formación de los sacerdotes en materia de arte sacro(10). Un amplísimo panorama se abría a los obispos para la aplicación de las recomendaciones conciliares. Las líneas de trabajo eran amplísimas: no sólo configurar los nuevos espacios de culto, sino, algo mucho más difícil, adecuar los antiguos espacios a las nuevas funciones, equilibrar el arte heredado de antiguo con las nuevas creaciones y los nuevos gustos, evitar la mera suntuosidad, excluir lo que repugne por la distorsión de las formas, por la insuficiencia, mediocridad o falsedad del arte. Y, más difícil todavía, contar con las personas preparadas para llevarlo a cabo. Supuso un gran impulso, en este sentido, la Semana de Estudios de Arte Sacro, celebrada en Vitoria del 16 al 23 de agosto de 1967. 3. Poner al día el arte sacro Todas las diócesis se movilizaron para responder prontamente a las sugerencias conciliares. Las Comisiones diocesanas se crearon, y gracias a sus intervenciones se emprendieron nuevas edificaciones, se experimentaron nuevas formas de expresión plástica, y se evitaron muchos males. Ejemplo de ello es la inmediata respuesta del arzobispo de Valencia, Mons. Marcelino Olaechea, en la Navidad de 1965, con su carta pastoral Arte Sacro y religioso en Valencia, que precedía a los decretos de reorganización de las Comisiones Diocesanas de Arte Sacro, Monumentos, Tesoro Artístico y Museo Diocesano, y que eran publicados junto con un selecto apéndice documental(11). Contábamos con abundante doctrina. La Sacrosanctum Concilium corroboraba cuanto había adelantado el movimiento litúrgico. Y todo ese material lo teníamos reunido y razonado en la obra del P. Plazaola El arte sacro actual(12), fechada en octubre de 1965. El espíritu del aggiornamento promovido por Juan XXIII y del diálogo de la Iglesia con el mundo moderno, alentado por Pablo VI, lanzaron a la Iglesia a buscar un arte adecuado a los nuevos tiempos. Plazaola supo injertarlo en la gran tradición de la Iglesia, y asentar los principios del verdadero arte sacro actual. Pero, además, desde julio de 1964, apenas promulgada la constitución conciliar, disponíamos de la revista ARA. Arte Religioso Actual, sabiamente dirigida por el dominico P. José Manuel de Aguilar, promotor y portavoz del Movimiento Arte Sacro, y vinculado al Secretariado Nacional de Liturgia, de la Conferencia Episcopal Española. Los primeros números estuvieron dedicados íntegramente al arte moderno, con acertadísimos ejemplos de arquitectura, escultura, cerrajería, bronces, esmaltes, pinturas, tejidos, etc. Por sus páginas fueron desfilando con sus nombres propios los protagonistas y grandes creadores de una nueva manera de edificar y de expresarse. Sus 70 números, a lo largo de dieciocho años de publicación, nos ofrecen el mejor testimonio de la preocupación de la Iglesia por el patrimonio(13). 4. Nuevas tareas: restauración y conservación. Pero después de una etapa de optimismo, es público y notorio ya en 1969 el problema de las adaptaciones inadecuadas de las iglesias tradicionales, de las ventas clandestinas y de los robos de objetos de arte sacro. Comienza un periodo de mayor toma de conciencia sobre el patrimonio cultural por parte del Estado y de la Iglesia. La sociedad va alcanzando niveles de bienestar que le permite dedicar más tiempo al disfrute cultural y mayores esfuerzos económicos para promover y conservar la cultura. Se impone la necesidad de establecer líneas de cooperación entre el Estado y la Iglesia. Recordemos, por ejemplo, la orden ministerial de 14 de marzo de 1970, por la que se dictaban normas para la colaboración de los servicios de la Dirección General de Bellas Artes con las instituciones privadas o eclesiásticas en la conservación de monumentos nacionales y de museos no estatales(14). El descuido, el uso inadecuado o la pérdida del patrimonio no era una cuestión exclusiva de España. La Congregación para el Clero dirigió una carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, fechada el 11 de abril de 1971, en la que denunciaba la preocupante situación del patrimonio: se malvenden indebidamente las obras de arte y tienen lugar numerosos robos, usurpaciones y destrucciones del patrimonio histórico-artístico de la Iglesia. Muchos han tomado como pretexto la renovación litúrgica para introducir cambios absurdos en los lugares sagrados, arruinando y perdiendo obras de inestimable valor. Y en ciertas regiones, algunos edificios eclesiásticos, no destinados ya a su fin originario, están enormemente descuidados. Para solucionar o al menos atajar el problema, establece varias indicaciones: que se conserven las obras antiguas, que se haga inventario, que los cambios para la adaptación a la nueva liturgia se haga con el asesoramiento de las Comisiones de Arte Sacro, Liturgia y Música, y conforme a las leyes civiles; que las obras que hayan de ser retiradas, pasen a los museos diocesanos; y que no se vendan objetos preciosos sin el permiso de la Santa Sede(15). En 1972 aparece ya en las páginas de la revista ARA la inquietud por la restauración, a propósito de la exposición Firenze restaura, en la que se pusieron de manifiesto los grandes avances en la técnica del restauro. A partir de este momento, ARA apuesta decididamente por la restauración, como el gran remedio para conservación, revalorización y pervivencia de la obra de arte. Y esto sin renunciar a su título y timbre de gloria, el arte sacro actual, que encuentra de algún modo su canonización o confirmación en las nuevas salas de los Museos Vaticanos, inauguradas el 23 de junio de 1973, con una importante presencia de autores plásticos españoles(16). Ante los diez años de la Constitución Sacrosanctum Concilium se plantea la necesidad de un examen de conciencia de la puesta en práctica de las orientaciones conciliares, y la superación de provisionalidades(17). También toma cuerpo la tarea de conservar, restaurar y custodiar el gran legado histórico del arte religioso, precaver y evitar lamentables robos y expoliaciones del tesoro artístico, y la necesidad de una más estrecha colaboración entre la Iglesia y el Estado. En 1974, el P. Aguilar proponía tres soluciones: catalogación, restauración y uso adecuado(18). A raíz de la restauración del retablo de Morales en Arroyo de la Luz, realizada por el ICROA, Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte, bajo la dirección de Gonzalo Perales(19), el P. Aguilar manifiesta su opción por la restauración y por crear equipos de restauradores, formados en las últimas técnicas. Efectivamente, surge la iniciativa de impartir cursillos de iniciación a la conservación y restauración del arte antiguo, por profesores del ICROA en colaboración con el Secretariado de Liturgia. Los primeros se convocaron del 26 de junio al 5 de julio de 1975, a los que siguieron otros de diez días en años sucesivos. La necesidad de un serio aprendizaje, y no una mera iniciación, hizo que desde el curso 1976-77 se impartieron clases durante nueve meses, en locales del arzobispado de Madrid. Con ello fue madurando la magnífica iniciativa de la creación del Estudio-Taller de Conservación y Restauración del Arte religioso de la Iglesia, patrocinado por la Comisión Episcopal de Liturgia y por Movimiento Arte Sacro. En el mismo número de ARA de abril-junio del 75 se publica un amplio artículo de Ángel Sancho, que había alcanzado notoriedad nacional al dar a conocer su espectacular experiencia como Vicario episcopal de arte de la diócesis de Palencia, en un doble frente: la catalogación de los bienes artísticos y la creación del Museo Diocesano(20). Quedan de este modo delineados los grandes objetivos de la labor de la Iglesia en el Patrimonio: creación, conocimiento, conservación, divulgación. 5. El tesoro documental Un papel importantísimo en la labor cultural de la Iglesia en estos últimos decenios lo han desempeñado los archiveros capitulares, diocesanos o monásticos, un cuerpo de élite en el clero español. En diciembre de 1969, la Comisión Episcopal creó la Junta Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico, y en febrero de 1970 nombraba Presidente a Mons. Demetrio Mansilla y Secretario a José María Fernández Catón. Su primer fruto fue la constitución de la Asociación Española de Archiveros Eclesiásticos, aprobada por al Conferencia Episcopal en diciembre del mismo año(21). La Asociación organizó dos congresos. El primero en septiembre de 1971, en el que se dictan las pautas para la reorganización de los archivos eclesiásticos, y el segundo en septiembre de1975(22), del que salió aprobado el Reglamento de los archivos eclesiásticos españoles, sancionado por la Conferencia Episcopal de 26 de febrero de 1976(23). Un balance de la situación de los archivos eclesiásticos en España fue publicado bajo la dirección de Fernández Catón en 1978(24). Adelantándose a problemas que iban a producirse con la despoblación de pequeños núcleos rurales, la Plenaria de la Conferencia Episcopal en julio de 1973 tomó el acuerdo de que «los Archivos parroquiales con antigüedad de más de cien años se transfieran al Archivo General Diocesano»(25). 6. Del concepto de Patrimonio eclesiástico al de Patrimonio histórico y cultural de los pueblos de España En 1977 se crea el Ministerio de Cultura, con el gobierno de la UCD y la presidencia de Adolfo Suárez. Aquel año aparece en las páginas de ARA el creciente interés de la sociedad y de las autoridades civiles por el patrimonio cultural, interés que no pocas veces se convertía en presión agobiante, en el marco de la nueva situación política. Al cambio experimentado en el seno de la Iglesia española se sumaba el cambio político tras la muerte de Franco y el proceso de transición a un nuevo ordenamiento jurídico, que encuentra su culminación en la Constitución española de 1978. En el Acuerdo básico entre la Santa Sede y el Gobierno Español, de 1976, se estableció como principios fundamentales de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia la mutua independencia de ambas partes en su propio campo y una sana colaboración entre ellas(26). Aunque, a juzgar por ciertas actitudes, daba la impresión de que a la voluntad de la Iglesia de desvincularse del Estado se correspondía un creciente intervencionismo estatal. Recuerdo haber oído a Mons. Benavent que cuando un gobernante se sentaba en la poltrona, pronto se convertía en josefinista. En aquel primer acuerdo básico quedaba establecido que se formularían acuerdos específicos, en lugar del Concordato de 1953. La Constitución española, de 27 de diciembre de 1978, establece que «Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio» (Art. 46). Como no podía ser menos, dispone que «Los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno» (Art. 96). A raíz de los trabajos preparatorios de los Acuerdos parciales Estado-Santa Sede y de la elaboración de la Constitución Española, pasa a un primer plano el concepto de Patrimonio Artístico, y las cuestiones de su titularidad y su conservación. Una serie de artículos de José Luis Álvarez, publicados en el diario YA y reeditados en 1977 en ARA, recuerda la legislación vigente, y plantea la necesidad de adoptar nuevas medidas ante la nueva situación de la Iglesia en España: despoblación por la emigración rural, la disminución de vocaciones y la falta de clérigos residentes en núcleos pequeños de población, los nuevos estilos de culto, y la falta de medios para mantener un adecuado servicio de vigilancia(27). 7. Los Acuerdos entre España y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, 1979. En enero de 1979 se firmaron los Acuerdos entre España y la Santa Sede. El artículo XV del Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, trata específicamente del patrimonio cultural. El Estado reconoce un patrimonio cultural «en posesión de la Iglesia», y la Iglesia manifiesta su sincera voluntad «de continuar poniendo al servicio de la sociedad su patrimonio histórico, artístico y documental» y su deseo de «concertar con el Estado las bases para hacer efectivos el interés común y la colaboración de ambas partes», en el marco del artículo 46 de la Constitución. Los objetivos de la colaboración son preservar, dar a conocer y catalogar el patrimonio de la Iglesia, facilitar su contemplación y estudio, lograr su mejor conservación e impedir cualquier clase de pérdidas(28). Se introdujo textualmente la expresión «en posesión de», utilizada por el artículo 41 de la Ley de Patrimonio de 13 de mayo de 1933. Ni que decir tiene lo que hemos sufrido y luchado desde entonces para intentar introducir en otros convenios una expresión más apropiada para significar el título de propiedad de la Iglesia sobre sus bienes culturales. 8. ¿Acuerdo o tensión? Ante una creciente oleada de robos, destrucciones y ventas ilegales en el patrimonio eclesiástico, se veía cada vez como más apremiante la necesidad de su custodia, conservación y restauración. Era muy urgente adoptar una actitud positiva de mutua colaboración entre el Estado y de la Iglesia. Los museos diocesanos se veían como una apropiada solución para poner a las obras de arte a salvo de peligros de robos y de destrucción(29). Denunciaba el P. Aguilar, el mismo año, en un editorial titulado «Hasta cuándo...?», «una persistente orquestación de prensa sobre el expolio del Patrimonio Artístico... con penuria de armonía y sin acordes de solución». Y apelaba a la responsabilidad de todos, Estado, Iglesia y sociedad, para poner remedio a esos problemas: «Que nadie regatee medios de cooperación y ayuda, y renazca la esperanza y el optimismo en actitudes constructivas y en gradual aplicación de posibles remedios»(30). Era algo más que una campaña de prensa. Sin esperar a que se constituyera la comisión mixta para llevar a cabo la aplicación del Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, el Director General de Patrimonio, del Ministerio de Cultura, Javier Tusell, dirigió a los obispos, el 7 de noviembre de 1979, una circular en la que se «sugiere» a los prelados «la conveniencia de concentrar temporalmente las obras y objetos de carácter histórico-artístico que posee la diócesis en los correspondientes museos diocesanos o en los propios Obispados», o «en museos públicos especialmente vigilados». En la misma fecha, aunque en tono muy diferente se dirigía a los Gobernadores civiles y a los Delegados provinciales de Cultura: «Esta Dirección General procederá a partir de ahora a la sistemática aplicación del artículo 58 de la mencionada ley [de 13 de mayo de 1933] con objeto de depositar en los museos públicos cuantos bienes muebles de notoria importancia [...] puedan encontrarse en peligro de destrucción o pérdida por temor a incendio, robo, desorden o por ignorancia o desidia en su custodia, cualquiera que sea su titularidad»(31). En las Comisiones diocesanas tenemos constancia documental de que nos hicieron formular un listado de obras de arte en peligro. En algunos sitios, la Guardia Civil, siguiendo las órdenes recibidas, llevaron a efecto la incautación, con notable escándalo de la sociedad. Ciertamente ese no era el camino, y así lo hizo constar en protesta formal el Secretario General del Episcopado, Jesús Iribarren, al Ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, y al Director General de Patrimonio, Javier Tusell, el 21 de enero de 1980. En el mismo sentido unilateral e intervencionista se dirigió el Director General en sendas cartas de noviembre de 1979 al Secretario General de la Conferencia Episcopal, sobre los archivos eclesiásticos y sobre los bienes muebles, apoyándose en la ley de mayo de 1933(32). La Conferencia Episcopal, no obstante la forma improcedente de actuar el Gobierno, adoptó medidas para evitar los peligros y abusos denunciados. 9. Nuevos horizontes para el Patrimonio de la Iglesia A nadie pasó desapercibido el gran impulso que, a nivel estatal, había experimentado el patrimonio cultural, a raíz de la creación del Ministerio de Cultura, y de la concentración de los diversos campos del patrimonio histórico-artístico en un único organismo. El concepto de patrimonio se hace cada vez más amplio, y conduce, de modo natural, a ampliar los contenidos y la atención de los responsables culturales de la Iglesia. No es de extrañar, pues, que las páginas de ARA, hasta ahora dedicadas exclusivamente al arte sacro, acojan en 1979 el tema de los archivos eclesiásticos, en un artículo de D. José Melgares, sobre el Archivo Histórico Diocesano de Jaén(33). Igualmente, hemos de destacar la atención que presta ARA, en 1980, a la catalogación del patrimonio artístico de la Iglesia, a propósito del Catálogo Monumental del Arzobispado de Barcelona, presentado por José María Martí Bonet(34). Encontramos también planteado el tema del servicio pastoral del arte sacro, de la mano del entonces obispo de Teruel, Mons. Damián Iguacen, que termina su artículo en ARA con el lema: «hagamos del arte religioso un medio de evangelización»(35). De esta manera, podemos decir que, al inicio de la década de los 80, han quedado delineados los grandes temas del patrimonio cultural de la Iglesia, hasta el punto de quedar patente la necesidad de una Comisión Episcopal que tratara específicamente del patrimonio cultural de la Iglesia, que, en relación con la sociedad civil, ya había rebasado con mucho el campo interno de lo estrictamente litúrgico o de lo administrativo eclesiástico, para convertirse en un bien de interés social. Habíamos pasado del concepto de «res sacra et pretiosa» al de «bien cultural». El oncepto de bienes culturales es reciente en la terminología eclesiástica. No toma carta de naturaleza en la legislación canónica hasta el Codex Iuris Canonici de 1983, en su canon 1283, § 2, al tratar de los inventarios. El Código de 1917 se limitaba al concepto de res sacra et pretiosa. El paso se comprende mejor al considerar el caso de los archivos eclesiásticos, que, de ser meros depósitos de títulos de derechos o de trámites administrativos, han pasado a ser lugar de consulta para dar a conocer la memoria de la Iglesia y la memoria de los pueblos. De res sacra a bonum culturale hay tanto como de Archivo Secreto a Archivo Histórico abierto al público(36).
II. LA COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL PATRIMONIO CULTURAL La necesidad de tener un interlocutor válido ante el Estado, en materia cultural, y de atender la dinámica propia de los bienes artísticos e históricos de la Iglesia, llevó, en 1981, a la Conferencia Episcopal Española, a crear una Comisión específica para el patrimonio cultural. 1. Entre el desarrollo interno y las presiones externas En una Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, de febrero-marzo de 1978, en que se estudió la reestructuración de las Comisiones Episcopales, el entonces obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. Demetrio Mansilla, hizo una sugerencia en orden a unir la Junta Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico con la Asesora de Arte Sacro, y ampliar el número de sus componentes(37). Aunque no encontró eco, de momento, ya figuran unidas en una única Junta Nacional del Tesoro Documental y Artístico, en la Plenaria de noviembre de 1980(38). De nuevo, Mons. Mansilla, como Presidente de la Asociación Nacional de Archiveros Eclesiásticos, traslada al plenario de la Conferencia Episcopal, de noviembre de 1978, los acuerdos de la Junta Directiva de la Asociación, el primero de los cuales se refiere a la creación de una Comisión Episcopal para el Patrimonio. La Asociación acordó «proponer a la Conferencia Episcopal la creación de una Comisión o Junta episcopal que abarque el conjunto del patrimonio artístico, documental y bibliográfico de la Iglesia Española, absorbiendo las antiguas Junta Nacional Asesora de Arte Sacro, Junta Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico de la Iglesia Española y el Instituto de Información Bibliográfico de la Iglesia Española». En este caso, la propuesta encontró más eco, y se puso de manifiesto la importancia, actualidad y gravedad del problema, sobre todo por las presiones externas. Se acordó que se trataría del tema en la próxima Comisión Permanente(39). Don Demetrio Mansilla preparó un informe, que expuso en la Permanente de febrero de 1979, y que complementó en la Plenaria de julio siguiente. La atención se centró en las bases que habrían de regular la colaboración entre la Iglesia española y el Estado, conforme al artículo XV del Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, de enero del mismo año. Ciertamente, lo que más urgía era avanzar en el cumplimiento del Acuerdo, fijar la composición de la comisión negociadora y solucionar cuanto antes el conflicto creado por el Estado. La Conferencia Episcopal había designado ya en enero de 1980 a los componentes de la Comisión Mixta, presidida por Mons. Demetrio Mansilla, y de la que formaban parte el Secretario de la Conferencia Episcopal, D. Jesús Iribarren, el Vicesecretario para Asuntos Económicos, D. Bernardo Herráez, y los señores D. Antonio Lago Carballo y D. Joaquín Pérez Villanueva. Y en un escrito de 21 de enero de 1980, el Secretario General del Episcopado urgía al Ministro de Cultura, D. Ricardo de la Cierva, la creación de la Comisión Mixta, con la designación de sus representantes, para abordar los problemas de interés mutuo en materia de patrimonio, y para poner fin a la actuación unilateral del Estado(40). Llama la atención que, en el acta de la Permanente de la Conferencia Episcopal de mayo del 80, aparezcan unas conclusiones como «propuestas por la Comisión Episcopal del Patrimonio Cultural de la Iglesia». Ya se daba por existente tal Comisión, antes de su nacimiento formal. De aquellas propuestas destacaban las relativas a la protección de los archivos parroquiales concentrándolos en los archivos diocesanos, y de los objetos artísticos fuera de culto reuniéndolos en los museos diocesanos, al tiempo que urgía se evitara cualquier clase de ventas de obras de arte sin un permiso especial del obispo diocesano(41). Por fin, el 30 de octubre de 1980 se llegó a la firma del Documento relativo al marco jurídico de actuación mixta Iglesia-Estado sobre patrimonio histórico-artístico, suscrito por el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Vicente Enrique Tarancón, y el Ministro de Cultura, Íñigo Cavero(42). Se aprueban los criterios básicos: el mutuo interés en la defensa y conservación de los bienes que forman parte del patrimonio cultural español, «de los que son titulares, por cualquier derecho o relación jurídica, personas jurídicas eclesiásticas»(43). El Estado «reafirma su respeto a los derechos que tienen las personas jurídicas eclesiásticas sobre dichos bienes»; reconoce que muchos de esos bienes tienen como función primordial el culto y el uso religioso; y, en compensación de las limitaciones que el interés cultural imponga sobre estos bienes, se compromete a una cooperación eficaz, técnica y económica. Más en concreto, establece, como base, la necesidad de que se realice un inventario de bienes muebles e inmuebles de interés, y una relación de archivos y bibliotecas. Queda como compromiso, o pactum de contrahendo, el desarrollo de sucesivos acuerdos en materia de Archivos y Bibliotecas, Bienes muebles y Museos, y Bienes Inmuebles y Arqueología(44). La Conferencia Episcopal, en noviembre de 1980, mantenía en su organigrama una Junta Nacional del Tesoro Documental y Artístico, presidida por un obispo. Sin embargo, tomaba cuerpo la actuación de la Comisión negociadora, presidida por Mons. Mansilla, quien había presentado a la Asamblea plenaria de noviembre unas conclusiones, a modo de normas o reglamento intraeclesial para la conservación y utilización del patrimonio cultural, que fueron aprobadas. De los diez puntos, los cinco primeros se referían a la custodia y consulta de los archivos, recogida de objetos artísticos fuera de culto en los museos diocesanos, concentrar en los obispados la cumplimentación de encuestas e inventarios, evitar todo tipo de enajenación de bienes culturales, y preparar unos formularios para el Inventario general del Patrimonio Cultural eclesiástico(45).
Pero la toma de conciencia de la entidad específica del patrimonio cultural de la Iglesia, y el impulso definitivo que condujo a la propuesta y creación de la Comisión Episcopal, se dio en la sesión de estudio conjunta entre delegados de patrimonio y archiveros, celebrada en el Seminario de Madrid el 15 de enero de 1981, que pasó a ser considerada como las Primeras Jornadas del Patrimonio Cultural de la Iglesia en España. La iniciativa de aquel encuentro partía del presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, cardenal Jubany, con la aprobación del Presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Tarancón. El Departamento de Arte del Secretariado de Liturgia convocaba a una reunión conjunta de los encargados del Museos Diocesanos o del Patrimonio Artístico, a los Bibliotecarios y a los Archiveros. Interesaba elaborar un dossier con las necesidades concretas de cada campo del patrimonio, que ayudaran a la labor de la Comisión Mixta. En la citación se decía: «El patrimonio histórico-artístico de la Iglesia tiene tanta entidad cultural y tanta urgencia de recursos económicos, que debe ser estudiado con total seriedad y hondura, para disipar malentendidos y peligros que pueden derivar en situaciones irreversibles». Firmaban la carta el Director del Secretariado, Andrés Pardo, y el Jefe del Departamento de Arte, P. José Manuel de Aguilar(46). A aquella convocatoria acudimos un centenar de Delegados del Patrimonio Histórico-Artístico y Documental de las diócesis españolas. Tras las sesiones dirigidas por Ángel Sancho, José Fernández, José Manuel de Aguilar y José María Martí Bonet, entre otros, quedaron formulados unos trascendentales acuerdos y propuestas dirigidas a la Conferencia Episcopal Española, de los que destacamos el punto quinto: «Es urgente potenciar los organismos responsables del Patrimonio eclesial [...] Por ello se propone la creación, en el seno de la Conferencia Episcopal, de una Comisión o Junta episcopal del Patrimonio cultural (artístico, documental y bibliográfico) de la Iglesia española, con expertos y técnicos en cada una de las secciones»(47). 3. Creada la Comisión Episcopal para el Patrimonio en febrero de 1981 En la Asamblea Plenaria de febrero de 1981, aparecen dos comisiones relativas al patrimonio: una «Comisión Negociadora para el Patrimonio Cultural», para la que fue elegido presidente Mons. Emilio Benavent Escuin, bajo la superior presidencia del de la Conferencia Episcopal(48); y una «Comisión para el Patrimonio Cultural», presidida por el mismo Mons. Benavent, y de la que formaban parte como vocales los obispos D. José María Cirarda, D. José María Guix y D. Damián Iguacen(49). La nueva Comisión para el Patrimonio tendría como Secretario a D. Ángel Sancho Campo, Delegado de Patrimonio de la diócesis de Palencia, y Director de su Museo diocesano, cuya trayectoria quedaba más que avalada por sus publicaciones y por sus realizaciones, verdaderamente ejemplares para el resto de las diócesis. Así lo demostraría a lo largo de los casi veinte años que permaneció al frente del Secretariado Nacional de Patrimonio de la Conferencia Episcopal. Preocupaba más a los obispos la situación de tensión con el Gobierno que el desarrollo interno del campo patrimonial. Por lo que se produjo una equívoca superposición entre la Comisión Negociadora y la Comisión Episcopal para el Patrimonio, que fue aclarada en la Permanente de junio de 1981(50). Finalmente, en la Plenaria de noviembre, Mons. Cirarda planteó la necesidad de «decidir el rango de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, a saber: si ha de ser igual o no a las demás Comisiones y, por tanto, con representación en la Comisión Permanente», proposición que fue aprobada por amplia mayoría, tras ponderar que se trata de un campo muy vivo e importante para la Iglesia, tanto desde el punto de vista interno como por la situación de la agudizada sensibilidad social en favor de la conservación y uso cultural de tal depósito. El movimiento que está surgiendo en las diócesis para dar respuesta a estas necesidades están frenando las apetencias políticas de intervención en el patrimonio eclesiástico(51). De esta forma podemos decir que la Comisión Episcopal quedaba plenamente consolidada, con una amplia tarea por delante, y con asuntos apremiantes sobre la mesa, como la urgencia del Gobierno por disponer de los inventarios de los bienes de interés cultural de la Iglesia, y el proyecto de ley sobre el Patrimonio Artístico(52). No obstante, hubo un momento en que peligró la existencia de la Comisión Episcopal. En 1984, el Presidente, Mons. Iguacen, exponía a los delegados diocesanos, reunidos en las IV Jornadas Nacionales, su serios temores de que la Comisión desapareciera, lo que motivó el acuerdo de «reafirmar la necesidad de que en la Conferencia Episcopal Española exista una Comisión para el Patrimonio Cultural»(53). 4. El convenio sobre Inventarios de bienes culturales de la Iglesia Mientras tanto, la Comisión Negociadora continuaba sus trabajos, centrados sobre el tema de los inventarios, ahora con la participación del Presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio, que sería quien suscribiera el acuerdo final. Fue el segundo fruto del Art. XV de los Acuerdos parciales sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, de 3 de enero de 1979. Quedaron acordadas unas Normas con arreglo a las cuales deberá regirse la realización del inventario de todos los bienes muebles e inmuebles de carácter histórico-artístico y documental de la Iglesia española, «con el fin de preservar, dar a conocer y catalogar el Patrimonio Cultural de la Iglesia en España y facilitar su contemplación, estudio y mejor conservación, así como impedir cualquier clase de pérdidas del mismo»(54). Este segundo convenio fue suscrito el 30 de marzo de 1982 por Mons. Benavent, presidente de la Comisión Episcopal, y por D. Pedro Meroño Vélez, Subsecretario del Ministerio de Cultura, personalidades de un rango inferior a los firmantes del primer acuerdo. Como muy bien observa Carlos Corral(55), ambos convenios no llegaron a tener la fuerza de derecho público estatal, al no haber sido publicados por el Boletín Oficial. En junio de 1982 comenzó a ponerse en práctica el convenio. El Ministerio comunicó a la Comisión Episcopal la campaña de inventarios que se proyectaba para toda España durante aquel año. Cada diócesis nombró un Delegado Diocesano para el Inventario, que, junto con el Director Provincial del Ministerio, concertarían la composición de los equipos redactores y los calendarios. El resto de los convenios previstos, es decir,
el de Archivos y Bibliotecas, el de Bienes muebles y Museos, y el de Bienes
inmuebles y Arqueología, no llegaron a firmarse, por el cambio de orientación
política tras las elecciones de 1982, y, sobre todo, por el desarrollo de las
competencias exclusivas de las comunidades autónomas. III. DESARROLLO DE LAS ACTIVIDADES DE LA COMISIÓN EPISCOPAL (1981-2005) A lo largo de sus primeros veinticinco años de vida, la Comisión Episcopal para el Patrimonio estuvo presidida por Mons. Benavent (1981-1983), Mons. Iguacen (1984-1993), Mons. Vilaplana (1993-1999), Mons. García Aracil (1999-2005) y Mons. Asenjo (2005-). Los Secretarios o Directores del Secretariado fueron D. Ángel Sancho (1981-1999) y D. Antonio Muñoz Osorio (1999-). Después de una etapa, en la que la atención estuvo centrada en la creación de un arte sacro para la sensibilidad moderna y de una música orientada a una pastoral de inmediatez, siguió la preocupación por la custodia y conservación del patrimonio histórico y artístico. Ahora se abre una nueva etapa, que va a estar marcada por la tarea de gestión del patrimonio que engloba a las tareas anteriores y a las iniciativas que van surgiendo. La gestión del patrimonio, promovida por la Comisión Episcopal, ha jugado un importante papel en las relaciones institucionales con el Estado y con las Autonomías, en el desarrollo legislativo y en los planes de cooperación y mecenazgo en Catedrales, Monasterios, iluminación, etc. Por otra parte, ha elaborado un sólido cuerpo de doctrina estética, filosófica, teológica y de pastoral de evangelización, para la formación los responsables del patrimonio. Finalmente, ha potenciado los sectores específicos del patrimonio, Delegaciones diocesanas, Asociaciones de Archiveros, de Museólogos, de Musicólogos, de Bibliotecarios, de Monitores de Arte Sacro, Exposiciones, etc. Sus instrumentos más importantes han sido las Jornadas Nacionales de Patrimonio y el boletín Patrimonio Cultural, que recoge las intervenciones de las Jornadas, a modo de actas. En la conciencia de todos es patente el papel que han desempeñado en la formación de los Delegados y responsables de patrimonio, en la coordinación de actuaciones, en la sugerencia de fecundas iniciativas y en la apertura de nuevos cauces de evangelización desde el patrimonio. 1. Primeros pasos de la Comisión, presidida por Mons. Benavent (1981-1983) El primer trienio (1981-1983) estuvo presidido por D. Emilio Benavent, y tuvo como vocales a D. José María Cirarda, a D. José María Guix y a D. Damián Iguacen(56). Desde el principio, y hasta 1999, Ángel Sancho fue el Secretario de la Comisión Episcopal. Programa de objetivos En la Permanente de la Conferencia Episcopal de febrero de 1982, Mons. Benavent presentó el primer Programa de Objetivos y Acción de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural(57), que después, con el parecer favorable de la Permanente, enviaría en forma de Circular a todos los obispos. Para buscar solución adecuada a los problemas que se planteaban en el amplísima campo del Patrimonio Cultural, proponía actuar tanto en el interior de la organización eclesiástica como en la acción coordenada con el Estado. Como acciones intraeclesiales más urgentes señala la formación en los Seminarios diocesanos y Casas de estudios, especializando a los responsables del patrimonio en facultades universitarias, incluso promoviendo titulaciones específicas en universidades eclesiásticas. Continuar la labor iniciada en escuelas y talleres de restauración. Desarrollar y perfeccionar las normas eclesiásticas sobre museos, archivos, reformas de templos. Conocimiento del propio patrimonio con la publicación de inventarios, catálogos o guías de archivos, bibliotecas y bienes muebles e inmuebles. Atención al mundo rural y a la construcción de nuevos templos. Uso y conservación de órganos. Crear o potenciar las Comisiones diocesanas del Patrimonio Cultural. En cuanto a la acción coordinada con el Estado, habría que comenzar por hacer llegar a los gobernantes y los legisladores el punto de vista de la Iglesia sobre los valores religiosos del patrimonio sacro, para evitar la actuación unilateral. Mantener un diálogo abierto sobre conservación, reparación y reformas en los edificios eclesiásticos que sean a la vez monumentos nacionales. Solicitar ayuda técnica y económica por parte del Estado, en favor del patrimonio histórico-artístico sacro. Establecer normas pactadas para proteger a los religiosos y religiosas de clausura, frente a un desmedido e irrespetuoso interés turístico o cultural. Defender la propiedad eclesiástica, frente a desamortizaciones abiertas o tácitas. Se añaden, a modo de sugerencias, algunos puntos: tener al día los inventarios, complementados con fotografías, registrar e inscribir todas las propiedades de la Iglesia, dotar de mayor seguridad a los templos y museos, con sistemas de alarma; y que los archivos y el patrimonio mueble e inmueble estén cuidadosamente ordenados. En definitiva, la solución de los problemas planteados, de una infinita casuística, habría de fundamentarla, según Mons. Benavent sobre tres ejes: 1º. La constitución y funcionamiento de las
Comisiones Diocesanas para el Patrimonio Cultural. Las II Jornadas de Patrimonio, 1982. El marco jurídico de las relaciones Iglesia-Estado sobre el Patrimonio Tras una primera aproximación a la tarea, la Comisión Episcopal, en su reunión de 17 de mayo de 1982, acordó convocar una reunión nacional para delegados y responsables diocesanos de patrimonio. Esta actividad había sido pedida por los asistentes a las I Jornadas de Patrimonio de 15 de enero de 1981. Mons. Benavent y D. Ángel Sancho nos invitaban a reunirnos en El Escorial, en la Residencia de las Salesianas, en la calle José Luis del Arco, los días 11 y 12 de junio. Se trataría del estudio del Documento relativo al marco jurídico de actuación mixta Iglesia- Estado sobre Patrimonio Histórico-Artístico, de 1980, con vistas a su desarrollo en materia de bienes muebles y museos, bienes inmuebles y arqueología, y archivos y bibliotecas, para los que se preveían sendos acuerdos específicos, que nunca llegaron a ver la luz. Los ponentes serían Ángel Sancho, Martí Bonet y el P. Aguilar(59). Las ponencias, publicadas en el primer número de la revista Patrimonio Cultural, plantearon un problema candente, que ocupó la atención durante varios años: el concepto de patrimonio, la titularidad, las relaciones con el Estado y con las nacientes Autonomías, que asumían competencias exclusivas sobre el patrimonio cultural. Estuvieron seguidas de reuniones de grupos, cuyas aportaciones fueron resumidas en unas conclusiones, que recogían y reafirmaban cuanto se había dicho en los documentos anteriores, resaltando la finalidad cultual y evangelizadora del patrimonio, y defendiendo la propiedad y gestión del mismo. Ante uso cada vez más frecuente de templos y lugares sagrados para actos culturales, se urgía que tuvieran la previa autorización por parte de los obispos. Se recomendaba que la revista ARA continuara publicándose y que pudiera servir de portavoz a las inquietudes y proyectos de cuantos trabajábamos en el patrimonio de la Iglesia. Recuerdo con qué fuerza Martí Bonet nos animaba a los asistentes a una especialización cada vez mayor, con el convencimiento de que se nos exige una dedicación prioritaria y constante, no como tarea pastoral complementaria, sino como prioritario servicio evangelizador. El boletín «Patrimonio Cultural» Había sido deseo de los asistentes a las Jornadas de El Escorial que continuara publicándose la revista ARA. Arte Religioso Actual, cuyo último número (69/70) lleva fecha de julio-diciembre de 1981. Ante una serie de dificultades, la Comisión Episcopal decidió editar su propia revista, titulada Patrimonio Cultural, con el subtítulo de Documentación. Información. Se planteó como publicación semestral, dirigida por el Secretario de la Comisión Episcopal para el Patrimonio, Ángel Sancho. Los seis primeros números fueron impresos en Palencia, en Gráficas Iglesias, y sigue el formato de la revista ARA (25,6 x 21 cm), aunque sin fotografías interiores. Tenía como propósito poner al alcance de las Delegaciones Diocesanas la documentación dispersa y la que se fuera generando, y ofrecer estudios sobre temas de actualidad. Sirvió desde el principio -y sirve hasta hoy- para recoger los textos de las intervenciones en las Jornadas Nacionales de Patrimonio, la crónica y las conclusiones. De la revista o boletín Patrimonio Cultural se han editado 23 números, 13 de ellos dobles, con un total de 1.958 páginas. Como fue ARA para el periodo 1964-1981, Patrimonio Cultural representa una radiografía de los problemas, retos y soluciones del patrimonio de la Iglesia a lo largo de veinticinco años. Su contenido representa un corpus de doctrina, pensamiento, estudios, iniciativas, legislación, normativas, orientaciones, etc., de valor plenamente actual. Los índices sistemático, de autores y de materias que hemos preparado, puede llevarnos a comprobar la altura científica de las ponencias, nos facilitará el acceso a la información, y, en fin, revitalizará los contenidos de la colección y la convertirá en un útil instrumento para los gestores del patrimonio eclesiástico.
Las III Jornadas se celebraron en El Escorial, los días 3 y 4 de junio de 1983, bajo el tema monográfico de «Las Autonomías y el Patrimonio Cultural de la Iglesia». Fueron presididas por Mons. Benavent, con la asistencia de los miembros de la Comisión, Mons. Demetrio Mansilla y Mons. Damián Iguacen. Acudimos 64 delegados y colaboradores de comisiones diocesanas o de religiosos. El presidente abrió las jornadas haciendo hincapié en que más que insistir en el tema de la propiedad habría que hacerlo en la función social, cuya faceta primordial es la religiosa, y secundariamente la cultural. Aconsejaba dar uso religioso al patrimonio. Sólo podremos conservar lo que está en uso: lo que está vivo difícilmente se le quita a nadie. Varios delegados diocesanos informaron sobre las relaciones del patrimonio de la Iglesia con las Autonomías. Martí Bonet expuso una visión muy positiva de las relaciones con la Generalitat catalana, y de sus cuantiosas inversiones en el patrimonio eclesiástico. Sumamente interesantes fueron las explicaciones del Subdirector General del Patrimonio, del Ministerio de Cultura, D. José Manuel Mata. De las conclusiones, destacamos las relativas a las relaciones con los Gobiernos autonómicos: que los obispos de una misma Autonomía nombren un Obispo delegado que se relacione con el respectivo Consejero, y que, bajo su presidencia, se cree una comisión interdiocesana, que coordine la actuaciones de las delegaciones o comisiones diocesanas en sus relaciones con las delegaciones provinciales de Cultura. Se urge la creación de una Asociación Nacional de Directores y Conservadores de Museos de la Iglesia(60). 2. La Comisión Episcopal presidida por Mons. Iguacen (1984-1987) En febrero de 1984 fueron renovados los órganos de la Conferencia Episcopal para el trienio 1984-87(61). Fue elegido como presidente, D. Damián Iguacen Borau, obispo de Teruel, y vocales, D. Demetrio Mansilla, D. José Guerra Campos, D. José María Guix y D. Manuel Casares Hervás. Don Damián ocuparía la presidencia, por sucesivas reelecciones, durante nueve años, hasta 1993. Continuaba Ángel Sancho, en su cargo de Secretario. En el discurso de apertura de la Plenaria, el Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Díaz Merchán, exponía como una de las tareas inmediatas de la Iglesia en España las relaciones con el Estado, dentro del principio de mutua independencia y sana colaboración en el común servicio a los hombres(62). Plan de Acción Pastoral para el trienio 1984-87 En la Permanente de la Conferencia Episcopal, de mayo de 1984, la Comisión Episcopal para el Patrimonio presentó su Plan de Acción Pastoral(63) Proponía como objetivos inmediatos el estudio y seguimiento del proyecto de Ley del Patrimonio Histórico Español, la celebración anual de las Jornadas Nacionales para Delegados Diocesanos del Patrimonio Cultural, Archiveros, Directores de Museos, y la publicación del boletín Patrimonio Cultural. Entre los objetivos ordinarios, o permanentes, figuran la defensa del Patrimonio Cultural de la Iglesia en seguridad, conservación, restauración, con la potenciación del Estudio-Taller, la realización de inventarios, la organización de las Delegaciones o Comisiones Diocesanas del Patrimonio Cultural. Se proponía, además, el acrecentamiento del Patrimonio, mediante el intercambio con arquitectos y artistas, y el estudio y divulgación del arte sacro actual. En cuanto a las funciones del patrimonio, apuntaba a la purificación artística de lugares y objetos artístico-sacros, el rendimiento pedagógico y catequético del Patrimonio Cultural de la Iglesia, y la formación de guías y custodios, etc. Habría que hacer un seguimiento de los Acuerdos Iglesia-Estado y con las Autonomías, y constituir la Asociación de Directores de Museos de la Iglesia, al modo de la Asociación Española de Archiveros. Las IV Jornadas de Patrimonio, 1984. El Proyecto de Ley de Patrimonio Histórico Español Las IV Jornadas fueron convocadas para los días 22 y 23 de junio de 1984, en la misma residencia escurialense de las Salesianas. El tema central sería El proyecto de ley del Patrimonio Histórico Español, aunque también continuaría la información sobre el desarrollo de la normativa autonómica. La Comisión Episcopal para el Patrimonio y la Junta de Asuntos Jurídicos habían estudiado a fondo el Proyecto de Ley sobre el Patrimonio, aprobado por el Gobierno para su envío a las Cortes, a finales de diciembre de 1983. Un artículo en el diario YA de Madrid, del 19 de marzo de 1984(64), y un posterior editorial del día 29, comentaba la posición de la Iglesia ante la nueva ley, según «fuentes cercanas a la Conferencia Episcopal», que suponemos sería el Secretariado de la Comisión Episcopal. La Iglesia no está a la defensiva, porque tiene claro el concepto de «bien de interés cultural», y que dichos bienes están al servicio de todos. Asume la responsabilidad de conservarlos e incrementarlos. No obstante, quiere que se reconozca explícitamente el sentido original del patrimonio sacro, que no es otro que el religioso y cultual. Quiere negociar el texto que se refiere al derecho de tanteo y retracto, para no dar lugar a una estatalización indiscriminada y unilateral de sus bienes. Espera que las limitaciones se vean compensadas con las medidas de fomento, y pone como ejemplo los acuerdos a que se ha llegado en Castilla y León, y en Cataluña. Como en las Jornadas anteriores, acudimos a El Escorial más de sesenta representantes de las diócesis y de religiosos. A lo largo de las ponencias, iniciadas por Mons. Iguacen, e impartidas por D. Fernando Sebastián, Secretario General del Episcopado, y por técnicos juristas de la categoría de José Luis Álvarez, Jaime Aguilar y el P. Corral, se puso de manifiesto la necesidad y conveniencia de una ley de patrimonio, pero también se plantearon serias dudas y temores sobre la intención última de los legisladores, y sobre una posible utilización partidista de la misma. Una simple enumeración de los reparos que se ponían al proyecto de ley da idea de lo justificados que estaban los temores. Se teme que la ley no sea respetuosa con los fines religiosos del patrimonio de la Iglesia. No se hace mención expresa de los Acuerdos firmados con la Santa Sede. Ignora la titularidad, salvo para exigir responsabilidades. Da a las administraciones unas atribuciones muy amplias. La única vez que se menciona nominalmente a la Iglesia es para prohibirle vender o ceder bienes culturales, lo que supone la inmovilización del patrimonio y una depreciación total de su valor, al no tener más que un posible comprador, el Estado. El término publico sólo se aplica a la titularidad, no a la función. Y, finalmente, llama la atención que la Iglesia, a pesar de ser la titular de la mayor parte del patrimonio histórico español, no forme parte del Consejo General del Patrimonio. En las conclusiones se lamentaba que «el actual Proyecto de Ley no tenga suficientemente en cuenta, ni del modo conveniente a la Iglesia, creadora, propietaria, titular, conservadora, defensora o transmisora de gran parte del Patrimonio Cultural de España». Asimismo, se consideraban «inadmisibles, por excesivas, las limitaciones que impone el artículo 28 E, contrarias a derechos constitucionales y a leyes de rango internacional», y se advertía «un afán excesivamente intervencionista, discriminatorio y estatalizador». El fin social del arte sacro se alcanza plenamente en el ejercicio de su función religiosa, que tiene al pueblo fiel como destinatario. Para mejorar la ley se pedía que se pusiera en funcionamiento cuanto antes la Comisión Mixta Iglesia-Estado para los bienes culturales(65). La preocupación de los representantes del patrimonio eclesiástico tuvo que centrarse en las cuestiones jurídicas, porque, como dijo José Luis Álvarez, «una ley no es un milagro que lo arregla todo, pero si es equivocada se convierte en un impedimento más». El jesuita P. Carlos Corral, que se incorporaba desde entonces -hasta hoy y por mucho tiempo- a los trabajos de la Comisión Episcopal destacaba cuatro problemas claves: la afectación al culto del bien religioso, la titularidad, que rubrica tal afectación, el régimen fiscal y la jerarquía de normas, y propone como solución para las posibles lagunas de la ley intensificar el régimen convencional o de acuerdos(66). Entre las Sugerencias, que figuran a continuación de las Conclusiones adoptadas, podría extrañar la octava: «Reafirmar la necesidad de que en la Conferencia Episcopal Española exista una Comisión para el Patrimonio Cultural»(67). Pero, ¿acaso no existía ya?, podría ser la pregunta. Existía, pero estaba en peligro su continuidad, por un intento de remodelar o simplificar la composición de la Permanente de la Conferencia Episcopal. Casi con lágrimas en los ojos pedía D. Damián que reafirmáramos la necesidad de la Comisión, a la vista de los servicios que estaba prestando a la Iglesia, y de los que podría prestar en el futuro. La Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español El proyecto de ley fue debatido en la Cámara Baja y aprobado, con la oposición de los grupos nacionalistas y con reservas del grupo Popular, sin haber incorporado las propuestas de la Iglesia(68). No obstante, la Comisión Episcopal para el Patrimonio hizo pública una declaración el 25 de marzo de 1985, pidiendo que se reconociera la finalidad originaria religiosa del patrimonio de la Iglesia, que se suprimieran las cláusulas discriminatorias contra la Iglesia, que la cláusula adicional séptima fuera expresada con mayor rigor jurídico, para que una ley ordinaria no se anteponga a una ley de rango superior, como es un pacto internacional, y que se reconociera el «carácter público especial» a los archivos, museos y monumentos de la Iglesia(69). Finalmente, lo único que fue aceptado fue una redacción genérica de la Adicional Séptima, en la que, sin hacer mención de los Acuerdos Iglesia-Estado, reconoce que los acuerdos internacionales obligan por igual a las Administraciones encargadas del cumplimiento de esa ley, cosa obvia, por otra parte, en virtud del Art. 96 de la Constitución Española. Finalmente, la ley fue aprobada y publicada en el BOE nº 155, de 29 de junio de 1985, como «Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español»(70). La única vez que se menciona expresamente a las «instituciones eclesiásticas» es en el artículo 28, para prohibir su venta o donación, salvo que se haga al Estado, a entidades de derecho público o a otras instituciones eclesiásticas. Una ventaja, sin embargo, aparece en el § 3, y es que esos bienes son imprescriptibles. Y, en referencia a dicho artículo, aparece la disposición transitoria quinta, para decir que «transitoriamente, las prohibiciones de enajenar afectan a todos los bienes muebles integrantes del patrimonio histórico de las instituciones eclesiásticas, en tanto se emplea el mecanismo pertinente para su declaración como bienes de interés cultural o como bienes inventariados de singular relevancia»(71). En honor a la verdad, hemos de decir que la ley no ha dado problemas a la Iglesia en su aplicación, y pienso que aquellos temores han quedado disipados, aunque sin olvidar que una interpretación sesgada o unilateral pudiera hacerlos resucitar. El Real Decreto de desarrollo de la LPHE, de 1986 La Ley del Patrimonio Histórico Español (LPHE) sería promulgada el 25 de junio, unos días después de las Jornadas. Continuaba la preocupación por su desarrollo y aplicación, a la vista de la actitud oficiosa del Gobierno, expresada en un lamentable programa de televisión, emitido el 19 de septiembre en el primer canal nacional, que llevaba por título «El Patrimonio eclesiástico: historia de un desamor». La emisión mereció una nota formal de la Comisión Episcopal, que calificaba el programa como «injusto, tendencioso y parcial». Injusto, por no reconocer la labor de conservación que ha hecho y hace la Iglesia; tendencioso, porque insinuaba que la Iglesia era incapaz de mantener el patrimonio artístico y cultural; y parcial, porque omitía toda referencia a otros sectores del patrimonio en manos públicas o privadas, mucho más deteriorados y empobrecidos(72). El P. Corral se hacía eco de aquel reportaje televisivo, en un magnífico artículo publicado en la Revista Fomento Social. Por cierto, que, al explicar el porqué del recelo ante la LPHE, hacía una laudatoria alusión a los trabajos que venía realizando la Comisión Episcopal y a las conclusiones de las Jornadas Nacionales de Patrimonio (73). En enero de 1986 fue publicado el Real Decreto por el que se desarrolla parcialmente la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español(74). Interesan sobre todo los capítulos relativos a la Declaración de Bien de Interés Cultural y su Registro General, el Censo del Patrimonio Documental y Bibliográfico, y lo relativo a la transmisión y exportación de bienes del patrimonio histórico español. La Comisión Mixta Técnica Iglesia-Estado presentó con anterioridad una nota en la que hacía constar que se mantenían las mismas insuficiencias que no quedaron resueltas en la ley. De hecho, el Real Decreto no menciona ni una sola vez a la Iglesia ni a su patrimonio, ni a los acuerdos internacionales(75). El Estatuto de los Museólogos de la Iglesia, 1984 Uno de los objetivos para el trienio era la formalización de la Asociación de Directores de Museos de la Iglesia, siguiendo el modelo de los Archiveros y Bibliotecarios eclesiásticos. Los estatutos presentados a la Conferencia Episcopal fueron aprobados por la XLI Asamblea Plenaria de noviembre-diciembre de 1984(76). Fue un paso adelante en el desarrollo interno de las instituciones del patrimonio cultural eclesiástico. La Guía de los Archivos y Bibliotecas, 1985 Por su parte, los archiveros pudieron cumplir un proyecto largamente acariciado: la publicación de la Guía de los Archivos y Bibliotecas de la Iglesia en España. Era una necesidad planteada ya desde el año 1970 por la Junta Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico, y reiterado tras los Acuerdos parciales del 79. Gracias al tesón de Fernández Catón, al eficaz trabajo de Martí Bonet y a la colaboración de archiveros y bibliotecarios, pudo ver la luz el libro, en dos tomos, a mediados del 85. Estrenábamos el elegante sello que nos identifica(77). Las V Jornadas Nacionales de 1985. El proyecto de Directorio del Patrimonio En el lugar habitual de El Escorial, del 20 al 22 de junio de 1985, se celebraron las V Jornadas Nacionales, a la que asistimos más de ochenta representantes del patrimonio eclesiástico. Se convocaban con un tema central: «Hacia un Directorio del Patrimonio cultural de la Iglesia». Fueron presentadas por el presidente de la Comisión Episcopal, Mons. Iguacen. De ahí salió la propuesta de nombrar un equipo de expertos que recopilara la normativa canónica y civil, para la elaboración de un Directorio nacional. Desde unos años atrás, y ahora más con la discusión del proyecto de ley de Patrimonio, el tema de los bienes de la Iglesia había sido recurrente en los medios de comunicación, y no siempre tratado de forma acertada. Esto movió a Mons. Damián Iguacen, a que, con su ejemplar sencillez y su eficacia nada ruidosa, publicara una especie de prontuario o de catecismo del patrimonio cultural de la Iglesia, titulado La Iglesia y su Patrimonio Cultural, que ya estaba en la calle en julio de 1984(78). En él va dando respuestas a una serie de preguntas, sesenta en total, las típicas del hombre de la calle y del periodista creador de opinión. Me encantaría enumerarles algunas, las primeras: ¿A la Iglesia le interesa la cultura? ¿Pero la Iglesia no es oscurantista? ¿El patrimonio de la Iglesia no es un tesoro impresionante? ¿Me va a decir usted que el Patrimonio Cultural no es una riqueza incalculable para la Iglesia? ¿Por qué la Iglesia no se desprende de su patrimonio en favor de los pobres? A todas ellas da respuesta sencilla y razonada, con un resumen para cada una, y hasta una bibliografía para el que quisiera ampliar conocimientos. Sin esperar a la elaboración de un Directorio de alcance nacional, se publicaron dos directorios por iniciativa diocesana. En 1986, Ramón Platero y José A. Pérez del Río editaron en Oviedo una colección de textos conciliares y postconciliares, bajo el título Arte Sacro. Orientaciones y Normas(79). Mons Damián Iguacen, en enero de 1987, ya obispo de Tenerife, promulgó un Directorio para su diócesis(80). Y en 1991, con la colaboración del Secretario de la Comisión Episcopal, publicó el Diccionario del Patrimonio Cultural de la Iglesia(81). Estas obras han venido cubriendo la necesidad de un prontuario de normas, mientras aparece el tan ansiado Directorio. Legislación internacional Realmente, la atención de todos los jornadistas seguía ocupada por el tema de la legislación en relación con el patrimonio. Ahora se quería reforzar la posición de la Iglesia española, acudiendo al derecho internacional comparado. La legislación europea, en materia de patrimonio, fue brillantemente expuesta por Juan Alfonso Santamaría, Isabel Aldanondo, Santiago Petschen y el P. Carlos Corral, que se incorporaban como colaboradores habituales del Secretariado. Se trató del futuro del Estudio-Taller de restauración. El P. Aguilar, por su avanzada edad y estado de salud, pedía que se hiciera cargo de él la Comisión Episcopal. Enormemente sugerente fue la ponencia sobre Arte y Teología, de Cantó Rubio, quien informó de la creación de una Cátedra sobre «El lenguaje del arte», en la Universidad Pontificia de Salamanca(82). Las VI Jornadas del Patrimonio, de 1986: Posibilidades catequéticas del Patrimonio Las VI Jornadas fueron convocadas para los días 24 y 25 de junio de 1986, en la misma residencia de la calle José Luis del Arco. Aparece por primera vez como tema estrella el de las «Posibilidades pedagógicas y catequéticas del Patrimonio Cultural de la Iglesia», que estaría a cargo de Miguel Gros, de la Facultad Teológica de Barcelona, y de José María Martí Bonet. Una vez más, Cataluña va por delante, por medio de iniciativas muy novedosas en el patrimonio, como lo ha hecho antes con los archivos. Otros temas de interés serían tratados en reuniones de grupos: representantes de Autonomías, Museólogos, Archiveros, y sugerencias para el Directorio Pastoral del Patrimonio. En las conclusiones destacaron la importancia del patrimonio cultural de la Iglesia para la fe y la vivencia del pueblo, un signo válido de evangelización para nuestro tiempo. Para lo que se reitera la necesidad de la mejor formación posible de los sacerdotes y de los guías para que el mensaje cristiano del arte llegue a la sociedad actual, tan sensible al mundo de la imagen y de la estética. Buen instrumento para ello son los museos y colecciones de la Iglesia, así como las exposiciones, conciertos, que habrán de estar dotados de la máxima dignidad para que su contemplación sea un servicio a la cultura y un cauce de evangelización(83). Como continuación de los trabajos planteados en las Jornadas, el Secretariado Nacional de la Comisión Episcopal envió una densa comunicación, fechada el 30 de octubre, planteando una serie de ambiciosos proyectos. Ángel Sancho recordaba, al final de su escrito, que el patrimonio cultural de la Iglesia, ingente y valioso, es huella e instrumento de evangelización, que posee al mismo tiempo un alto valor histórico y civilizador para la sociedad. Y si la sensibilidad social por la cultura es viva y creciente, no lo es menos la respuesta de la Iglesia, mejorando su organización y proyectando para el futuro las perspectivas de las enormes posibilidades pedagógicas y catequéticas del patrimonio. Sabe bien la Iglesia que la mejor defensa del patrimonio es utilizarlo, cuidarlo y acrecentarlo. Proyecta una amplia acción pastoral sobre el patrimonio y desde el patrimonio, a través de los organismos eclesiales nacionales, autonómicos y diocesanos, en coordinación con el Estado, las Autonomías y otras entidades, como universidades, bancos y cajas de ahorro, fundaciones, etc. Más en concreto, se plantea la creación de una Escuela de Guías o Monitores del patrimonio, la redacción del Directorio, la firma de los convenios aún pendientes con las Autonomías, la firma de los tres acuerdos pendientes con el Gobierno central -archivos y bibliotecas, museos y bienes muebles, arqueología y bienes inmuebles-.(84) Por su parte, los Museólogos enviaban a las diócesis el anteproyecto de su Reglamento, el 12 de diciembre, y urgían la elaboración del Censo-Guía de los Museos de la Iglesia. Los aspectos legales, básicos y necesarios para la preparación del Directorio del Patrimonio Cultural de la Iglesia, continuaban, mientras tanto, siendo estudiados y definidos por Santiago Petschen, Isabel Aldanondo y el P. Corral. Pueden verse publicados en Patrimonio Cultural del año 1987(85). Los Acuerdos Iglesia-Gobiernos Autonómicos sobre Patrimonio Artístico La configuración autonómica del Estado español tuvo su reflejo en el patrimonio, un campo tan delicado para las sensibilidades regionales y locales, por descansar en él gran parte de las señas de identidad de sus pueblos. A mediados de 1987, podía darse prácticamente por concluido el proceso de firmas de Acuerdos, por lo que la Conferencia Episcopal los reunió y publicó, junto con los Acuerdos con el Estado, que aún no habían sido publicados oficialmente. Por orden cronológico, en 1981 se firmó el de Cataluña. En 1984 los de Castilla y León, y Aragón(86). En 1985, los de Galicia, Islas Baleares, Murcia y Andalucía. En 1986, los de Cantabria, País Vasco, La Rioja, Castilla-La Mancha y Navarra. Y en 1987, los de Asturias, Madrid(87) y Canarias(88). Faltaban todavía los del Extremadura y Valencia, que se firmarían en 1989(89). 3. La Comisión Episcopal para el Patrimonio para el trienio 1987-1990. Al comienzo del trienio 1987-1990 se podía dar por terminada la época que llamaríamos constituyente para el Patrimonio Cultural, una vez promulgada la LPHE y firmados los Acuerdos sobre Patrimonio con la mayoría de las Autonomías. Ocupa ahora el primer plano un aspecto del patrimonio, que ya se había apuntado en las últimas Jornadas: la evangelización. En la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, del 23 al 28 de febrero de 1987, fueron renovados su órganos. La Comisión Episcopal para el Patrimonio permanecía compuesta por los mismos miembros que en el trienio anterior, mas la incorporación de Mons. Larrauri, obispo de Vitoria(90). Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo con obras y palabras A semejanza de otras Conferencias Episcopales, los obispos españoles presentaron un Plan de Acción Pastoral, bajo el lema Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo con obras y palabras. La Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural de alguna manera se había adelantado al slogan trienal de la Conferencia, al elegir como objeto de las Jornadas de 1986 el interés pedagógico y catequético del patrimonio(91). Secundando, no obstante, el Plan general, presentó su plan específico en septiembre de 1987, según las líneas diseñadas en la referida circular de 30 de octubre de 1986 y en el artículo de Ángel Sancho en Patrimonio Cultural de 1987(92). En el preámbulo se anuncia que las Jornadas del trienio 87-90 tendrán como lema común el mismo de la Conferencia Episcopal. De las actividades que programaba la Comisión Episcopal, de acuerdo con el Plan de Acción Pastoral, algunas estaban ya en marcha , como las Jornadas Nacionales de Patrimonio y la cátedra «Lenguaje del Arte», y otras en proyecto, como la creación de una Escuela de Monitores o Guías, la organización de exposiciones sobre la Historia de la Salvación, sobre el V Centenario y sobre el Año Mariano, una Bienal de Arte religioso, la publicación del Directorio de Patrimonio, la Guía de los Museos de la Iglesia, congresos Fe-Cultura, y un libro de texto sobre Arte cristiano(93). Las VII Jornadas Nacionales de 1987: Experiencias de evangelización desde el Patrimonio En la invitación cursada a los delegados diocesanos, Ángel Sancho resumía el propósito de las Jornadas de 1987: buscamos promover una auténtica acción pastoral desde nuestro patrimonio histórico y coordinar la colaboración de todos en la búsqueda de soluciones para la mejor conservación y promoción del Patrimonio Cultural de la Iglesia. Y quedaba asentado que la mejor promoción del patrimonio era el sacar todas sus potencialidades como vehículo de transmisión del Evangelio vivido por la Iglesia a lo largo de los siglos. En ese sentido se plantean las ponencias: «Experiencias de evangelización desde el Patrimonio Cultural», por Jesús López Sobrino(94) y Agustín Lázaro(95), de Burgos; «Pedagogía de nuestra fe desde el Patrimonio Cultural», por Jesús Tarragona, de Lérida, y José María Martí Bonet, de Barcelona. Y la del P. Plazaola, de hondísimo calado, la primera que impartía en estas jornadas, dedicada a la formación de monitores artísticos de la Iglesia(96). Se producirían las habituales reuniones de archiveros, museólogos, Estudio-Taller, y representantes de Autonomías. Por primera vez, asistió a la inauguración el Nuncio de Su Santidad, Mario Tagliaferri, presencia que ya sería habitual hasta el año 1999. Como en otras ocasiones, no faltaron los obispos miembros de la Comisión. El número de jornadistas se acercó al centenar. El discurso-saludo de Mons. Iguacen versó sobre la Virgen María, a través del arte sagrado, con motivo de la celebración del Año Mariano(97). Los ponentes burgaleses mostraron sus experiencias, pioneras para la Iglesia española, como la exposición «La Historia de la Salvación en el Arte Diocesano», organizada con motivo del Año Santo de la Redención, en 1984, o la «lectura» del Misterio de Cristo en el claustro de Silos, para los participantes en los Encuentros Misioneros de Silos. En las conclusiones se recogían las sugerencias de la creación de una Escuela de Monitores en la Universidad de Comillas; la elaboración del Directorio del Patrimonio, a partir del publicado por Mons. Iguacen para Tenerife; organizar exposiciones sobre la Evangelización de América, sobre el Año Santo Mariano y sobre la Historia de la Salvación. «El patrimonio histórico de la Iglesia, huella e instrumento de evangelización, y su patrimonio documental, memoria escrita de la comunidad de los creyentes, tiene que ser utilizado cada vez más por todos nosotros como vehículo propio y muy estimado por los hombres de nuestro tiempo»(98). No quiero pasar por alto que a esas Jornadas de 1987 acudió por primera vez, y lo seguiría haciendo en los años sucesivos, el Delegado diocesano de Patrimonio de Sigüenza-Guadalajara, Juan José Asenjo Pelegrina, primero como Delegado hasta 1993, y luego, entre 1997 y 98 como obispo vocal de la Comisión, y hoy como Presidente de la Comisión Episcopal. El fallido proyecto de Acuerdo general Iglesia-Estado para el Patrimonio Cultural Pasaba el tiempo y no se llegaba a la elaboración y firma de los tres convenios específicos que faltaban para el desarrollo del Acuerdo Estado-Santa Sede del 79. A ello se sumaban las lagunas que quedaban en la LPHE, y la dispersión y fraccionamiento de la normativa eclesiástica que se podía producir por los convenios con las autonomías. Todo ello llevó a la Comisión Episcopal a preparar un Acuerdo General sobre el Patrimonio, que sirviera para todo el territorio nacional. El 25 de abril de 1988 se nos envió a los Delegados Diocesanos el borrador del posible «Acuerdo sobre el régimen jurídico del Patrimonio Cultural de la Iglesia y de la Comisión Mixta Iglesia-Estado para el mismo». Se pretendía que fuera firmado al más alto nivel del Gobierno, por los Ministros de Cultura y de Economía, y por el Presidente de la Conferencia Episcopal, autorizado por la Santa Sede. Desgraciadamente, nunca se llegó a firmar. Las VIII Jornadas Nacionales de 1988. Año Mariano Como de costumbre, en mayo de 1988 se nos convocó para las Jornadas Nacionales, que este año se celebrarían en El Escorial, del 6 al 9 de junio, pero en un edificio más amplio, que permitiera alojar a la totalidad de los participantes. El lugar elegido fue la Casa de Ejercicios San José, de los Padres de los Sagrados Corazones, y allí se continuarían celebrando ininterrumpidamente hasta 1998. El tema central continuaba siendo el lema del trienio: Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo desde el Patrimonio Cultural, pero centrándose en la Virgen María, por ser Año Mariano. Especialmente solemne resultó la sesión de apertura, bajo la presidencia del Nuncio, Mons. Tagliaferri, por el discurso inaugural del Mons. Iguacen, y por la intervención de Julián Marías, que representaba al cardenal Poupard, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. La temática mariana fue abordada por prestigiosos archiveros en sendas ponencias sobre miniaturas en códices y libros y sobre las cofradías marianas. El P. Gaspar Calvo, Secretario de la Sociedad Mariológica Española habló sobre los santuarios marianos(99) ; y el musicólogo P. José Lopez-Calo lo hizo sobre la música popular y la música culta marianas. Por primera vez acudieron representantes de la Policía Judicial para tratar de la «Custodia y recuperación de bienes del Patrimonio Cultural de la Iglesia en España», colaboración que sería habitual en posteriores Jornadas(100). Ante el frecuente uso de edificios eclesiásticos para conciertos y actos culturales, resultó de gran interés la ponencia de Andrés Pardo, Director del Secretariado Nacional de Liturgia, comentando las orientaciones de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, en la Carta sobre Conciertos en las Iglesias, de 5 de noviembre de 1987(101). Se anunció la publicación de la importante obra de Hervé Carrier, Evangelio y culturas(102). Y se celebraron las habituales reuniones por sectores. Las Edades del Hombre: más allá de lo que cualquiera hubiera podido soñar En Patrimonio Cultural de 1989 publica Ángel Sancho un extenso artículo en el que da cuenta del Proyecto evangelizador y cultural de Las Edades del Hombre(103). Un proyecto que empezó a gestarse en octubre de 1986 en un grupo de personas de las diócesis castellano-leonesas, y que se dio a conocer en octubre de 1988 con un prodigioso primer fruto en la asombrosa exposición de Valladolid, «El arte en la Iglesia de Castilla y León». Sin duda constituyó la mejor respuesta al lema del plan pastoral de la Comisión Episcopal: «Evangelizar desde el patrimonio cultual». Las Edades del Hombre ha sido obra de las once diócesis de Castilla y León, pero es un orgullo para toda la Iglesia española. Han significado el cumplimiento, por no decir el desbordamiento por exceso, de todo cuanto se había proyectado y deseado hasta este momento en la Comisión Episcopal, de todo cuanto hubiéramos podido soñar quienes hemos trabajado en el patrimonio y desde el patrimonio. Los objetivos del proyecto quedaban definidos en seis puntos: 1. Ofrecer al pueblo el servicio de mostrarle parte de su patrimonio histórico -imagen, palabra, símbolo y música-, con fines de estudio, educación y deleite. 2. Mostrar cómo la Iglesia ha servido al pueblo castellano-leonés, desde lo que es su tarea principal: la evangelización. Y reflejar la respuesta que los hombres de estas tierras han ido dando, desde esta luz, a los interrogantes más profundos de la propia vida y de su historia. 3. Ayudar al recuerdo de los signos de identidad, impregnados de historia y cultura cristiana, para dirigirse al hombre de hoy, huérfano de ideas y valores, para ofrecerle respuestas sobre el origen de la vida, el valor de lo presente y el sentido del porvenir. 4. Reflexionar sobre la historia, no con mirada meramente arqueológica, sino en orden a plantearnos mejor cuál es nuestro presente y el camino a recorrer en el futuro. Se trata de responder, desde Castilla y León, al reto que Juan Pablo II dirigió a nuestro continente: «Europa sé fiel a tus raíces, a ti misma». 5. Constatar que la Iglesia ha respondido siempre a las edades del hombre o etapas de la historia de la salvación. Sabe, y así lo enseña, que Jesucristo es el Señor de la Historia, y que por Él la historia de los hombres se hace Historia de la Salvación, abierta a un futuro de plenitud de vida garantizado ya en su Resurrección. 6. Manifestar que este proyecto cultural se dirige a todos los hombres que sean capaces de captar que, bajo toda obra de arte, se esconde una profundidad que debe ser leída y con la cual se puede entrar en relación, de modo que cuantos contemplen este proyecto cultural, no se detengan sólo en cómo y cuándo fueron hechas estas obras, sino que se pregunten y adentren también en el porqué y para qué se realizaron. El proyecto, en principio, abarcaba cuatro grandes acciones, a realizar entre 1988 y 1993: una exposición iconográfica con obras de arte de las once diócesis castellano-leonesas; otra de fondos documentales y bibliográficas; otra de fondos musicales; para finalizar en un Congreso Fe-Arte-Cultura. De todos es sabido que las cuatro exposiciones se han convertido en doce, y que lo que se pensaba como acción con principio y fin se ha convertido en una Fundación, de la que son miembros todos los obispos de las diócesis castellano-leonesas. La Fundación cuenta con una sede estable en el Monasterio de Valbuena (Valladolid), donde desarrolla sus actividades de proyectos, restauraciones, documentación, etc. Hemos de hacer constar que aquel gran proyecto pudo llevarse a cabo porque se dio la feliz conjunción de personas capaces de pensarlo, de ejecutarlo, de mantenerlo y de abrir nuevas perspectivas. Desde José Velicia Berzosa hasta Antonio Meléndez, incluyendo en la lista a todos los delegados de patrimonio de Castilla y León, empezando por Ángel Sancho; poetas y escritores, como Jiménez Lozano o Joaquín Luis Ortega, arquitectos como Pablo Puente, historiadores como Eloísa García de Wattemberg, restauradores, fotógrafos, dibujantes, creativos, y los cientos de operarios que ha movido y mueve la Fundación. Recordemos los títulos y los lugares: 1988-89, Valladolid, «El arte en la Iglesia de Castilla y León»; 1990, Burgos, «Libros y documentos en la Iglesia de Castilla y León»; 1992, León. « La música en la Iglesia de Castilla y León»; 1993-94, Salamanca, «El contrapunto y su morada»; 1995, Amberes, «Flandes y Castilla y León»; 1997, El Burgo de Osma, «La ciudad de seis pisos»; 1999, Palencia, «Memoria y esplendores»; 2000, Astorga, «Encrucijadas»; 2001, Zamora, «Remembranza»; 2002, Nueva York, «Time to Hope», tiempo para la esperanza; 2003, Segovia, «El Árbol de la Vida»; y 2004, Ávila, «Testigos». A las que hay que añadir la que actualmente puede visitarse en la Catedral de la Almudena de Madrid, bajo el título de «Inmaculada». Está en proyecto la de Ciudad Rodrigo, sobre el cristocentrismo en el patrimonio cultural de la Iglesia. El proyecto cultural y evangelizador, que se pensaba como un ciclo cerrado, sorprendió tanto que obligó a los obispos de las diócesis de Castilla y León a plantearse la continuidad, como así fue, bajo la figura jurídica de fundación pía autónoma, creada por decreto de 5 de diciembre de 1994: «La alta calificación que han otorgado los críticos especializados y los visitantes de cada una de las exposiciones, los galardones recibidos, la resonancia nacional e internacional de los proyectos, las significativas repercusiones económicas en el entorno de los eventos, hicieron aconsejable a los Obispos, para seguir ofreciendo dicho patrimonio al servicio de la evangelización y la cultura, erigir el 5 de diciembre de 1994, la Fundación 'Las Edades del Hombre', 'con el fin de continuar y aun ampliar el diálogo fe-cultura en todas sus posibles dimensiones con una adecuada y oportuna mediación evangelizadora', tal como se expresan sus Estatutos»(104). Como en todas las actividades que afectan al espíritu es difícil medir los frutos logrados y la resonancia alcanzada en la intimidad de las conciencias, al cabo de diecisiete años. Pero, en índices mensurables, las cifras son astronómicas: 7.892.800 visitantes; 188.000 catálogos; 5.900 partituras; 32.000 discos; 41.200 vídeos; 1.179.000 guías de mano; 455.000 guías pedagógicas; 253.000 carteles; 100.000 trípticos; 1.200.000 dípticos; 1.050 medallas; y el encargo de dos composiciones musicales y una escultura. Astronómicas han sido las cantidades de pesetas y de euros invertidos, pero más astronómicos aún han sido los beneficios que han dejado en la economía de los lugares donde se han celebrado. ¿Y la cantidad de catedrales y edificios, retablos, esculturas, tablas, lienzos, libros, que han sido restaurados y rehabilitados, inventariados, fotografiados, estudiados y dados a conocer? Conocimiento, creación, conservación, evangelización, diálogo fe-cultura, uso cultural, promoción social, fomento económico, desarrollo turístico, etc.: todo lo que se puede hacer con el patrimonio, lo ha hecho con creces Las Edades del Hombre. La relación de distinciones y reconocimientos necesariamente resultaría interminable. Pero quizás el mejor elogio pudo ser el pronunciado por el Papa Juan Pablo II en la Visita ad Limina de los obispos de la región, el 15 de noviembre de 1997. Desde 1988, todas las delegaciones diocesanas hemos tenido un modelo a seguir, y creo que casi todas han organizado sus exposiciones al estilo de Las Edades del Hombre, un estilo inimitable, por otra parte. Pedimos toda la ayuda de Dios y todo el acierto en su gestión para el nuevo Director, Juan Álvarez Quevedo, digno sucesor de José Velicia y de Antonio Meléndez. Un organismo de la Santa Sede para el Patrimonio Artístico e Histórico: la Pontifica Comisión para los Bienes Culturales La Comisión Episcopal encontró, para sus fines y actividades, el refrendo de la Santa Sede, con la creación de un organismo específico para los bienes culturales de la Iglesia. En virtud de la Constitución Apostólica Pastor Bonus, sobre la Curia Romana, de 28 de junio de 1988, se creaba la Pontificia Comisión para la Conservación del Patrimonio Artístico e Histórico, dentro de la Congregación para el Clero(105). Por un posterior Motu Proprio Inde a Pontificatus Nostri, de Juan Pablo II, fechado el 15 de marzo de 1993, pasó a depender del Pontificio Consejo para la Cultura, con el nombre de Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia(106). Con esta nueva dependencia orgánica y el nuevo nombre, vino a destacarse que el patrimonio de la Iglesia no era competencia única del clero, ni su fin más destacado era el de la conservación(107). Como no podía ser menos, la Santa Sede se hacía eco de la preocupación cada vez mayor en diversas naciones por el patrimonio, con la creación de específicos Ministerios de Cultura o de Bienes Culturales. En su primera carta, el Secretario de la Pontificia Comisión, Mons. Marchisano, explicaba a los Presidentes de las Conferencias Episcopales que la Comisión nacía para la salvaguarda, el aprovechamiento y la promoción de los bienes culturales. Debería «ir a la cabeza de la tutela del patrimonio artístico de toda la Iglesia». Y no sólo habría de cuidar de la mera conservación material, sino que debería promover la educación en su conocimiento, valoración, recto uso y salvaguarda del patrimonio, así como el fomento de la creación de nuevas expresiones artísticas. El hecho de haber sido constituida en el seno de la Congregación del Clero se justificaba por ser los sacerdotes los responsables de la administración de los bienes de la Iglesia(108). A partir de este momento, la colaboración de la Comisión Episcopal con el Pontificio Consejo fue cordial y estrechísima, como quedó patente con las repetidas visitas de Mons. Marchisano a las Jornadas Nacionales y con el nombramiento del Secretario de la Comisión, Ángel Sancho, como consultor del Consejo, desde sus inicios, en marzo de 1990(109). La Pontificia Comisión, creada en 1988, comenzó su riquísimo itinerario de intervenciones públicas y de documentos con una carta dirigida a los Presidentes de las Conferencias Episcopales Europeas, con fecha 15 de junio de 1991(110), en la que encarece la necesidad de la salvaguarda del patrimonio y de aprovechar el valor incalculable de promoción cultural y religiosa que puede aportar el patrimonio para la nueva evangelización. Había comenzado su andadura con una consulta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, para conocer el estado del patrimonio artístico e histórico de la Iglesia. Los primeros resultados fueron dados a conocer por el Secretario de la Comisión, Mons. Marchisano, en marzo de 1992(111). En años sucesivos, la Pontificia Comisión fue marcando líneas de trabajo a las Conferencias Episcopales. En octubre de 1992 publicó la circular La formación de los futuros presbíteros en materia de patrimonio cultural(112). En 1994, trató de Las Bibliotecas eclesiásticas en la misión de la Iglesia(113), y dirigió una Carta Circular a los Superiores Generales de las Familias Religiosas de todo el mundo sobre Los Bienes Culturales de la Iglesia(114). En 1997, la carta circular versó sobre La función pastoral de los Archivos Eclesiásticos(115). En 1999 trató de la Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia(116). Y en 2001 publicó la carta circular La función pastoral de los Museos de la Iglesia(117). Su Santidad el Papa Juan Pablo II dirigió un discurso al plenario de la Pontificia Comisión, el 12 de octubre de 1995, en el que reafirmó «la importancia de los bienes culturales en la expresión y en la inculturación de la fe y en el diálogo de la Iglesia con la humanidad»(118). Y a los dos años volvió a dirigirse a los miembros de la Pontificia Comisión, entroncándolos en las iniciativas proyectadas para el gran Jubileo del año 2000(119). ¿Cuánto invierte la Iglesia en conservar de su patrimonio? En más de una ocasión surge entre los delegados diocesanos esta pregunta, cuando desde el gobierno central o desde los autonómicos alardean de su aportación a la puesta en valor del patrimonio: ¿y cuánto pone la Iglesia? Para dar respuesta, el Secretariado encargó al P. Jesús María Vázquez, OP, que elaborar un cuestionario, de cuyas contestaciones pudiera extraerse una imagen cuantificada de lo que la Iglesia invierte en crear, conservar, conocer, utilizar y acrecentar su patrimonio cultural. El cuestionario se envió a las diócesis y a los institutos de vida consagrada el 20 de mayo de 1989, y estaba previsto dar a conocer los resultados en las Jornadas Nacionales de aquel año. Y así lo hizo el P. Vázquez, aunque, a la espera de recabar más datos, quedó pospuesta su publicación, y, finalmente, no llegó a ver la luz. Las IX Jornadas Nacionales, 1989: Normas orientadoras ante las peticiones de uso de bienes culturales de la Iglesia Del 26 al 29 de junio de 1989 se celebraron las habituales Jornadas Nacionales, bajo el lema «Evangelizar desde el Patrimonio Cultural». Pronunció el discurso de apertura Mons. Iguacen, y saludó a los jornadistas el Nuncio, Mons. Tagliaferri. Las ponencias del primer día versaron son el Centro de Estudios del Románico, presentado por «Peridis»; el patrimonio religioso-cultural generado por el Camino de Santiago, expuesto por el catedrático Juan José Martín González(120); y los trabajos de catalogación musicológica, por el Director del Instituto Español de Musicología, José Vicente González del Valle(121). El segundo día, interesó de modo especial la ponencia de Jesús Omeñaca, delegado diocesano de Pamplona, titulada «Normas orientadoras, de alcance nacional, para poder actuar coordinadamente ante las frecuentes peticiones, utilización, estudios, proyectos, etc., del patrimonio histórico cultural de la Iglesia», en los casos de estudio e investigación, trabajos escolares o académicos, tesis y artículos de revista; difusión de la imagen; exposiciones permanente u ocasionales; publicaciones comerciales; cesiones, traslados; ventas; y utilización de recintos sacros(122). Se volvía a tocar un aspecto que preocupaba desde los inicios a los responsables de los bienes culturales de la Iglesia: la autofinanciación del patrimonio. En la tarde del mismo día, Ángel Sancho expuso el estado de la cuestión sobre el Inventario de Bienes de Interés Cultural de la Iglesia, tanto a nivel estatal como autonómico. Abogaba por un acuerdo global, y ofrecía un modelo de inventario(123), que podía ser informatizado, como explicó a continuación el P. Crescencio Palomo. 4. La Comisión Episcopal para el Patrimonio para el trienio 1990-1993 Las Comisiones episcopales se renovaron en la Plenaria de febrero de 1990. Fue reelegido Presidente, por tercera vez,(124) D. Damián Iguacen Borau, obispo de Tenerife(125). De los vocales, repetía D. José María Guix Ferreres, obispo de Vic, que, como Don Damián, estaba en la Comisión desde el principio. Los nuevos vocales fueron D. José Antonio Infantes Florido, de Córdoba, D. Felipe Fernández García, de Ávila, y D. José Cerviño Cerviño, de Tuy-Vigo, que ha sido un ejemplo de constancia en su participación en la Comisión. El Plan de Acción Pastoral de la CEE se inspiraba en el lema «Impulsar una nueva evangelización», secundando el deseo reiterado de Juan Pablo II desde 1983. Por su parte, la Comisión Episcopal para el Patrimonio proponía en su plan trienal continuar con las líneas establecidas en el trienio anterior: «Al estudiar, catalogar y presentar el patrimonio cultural de la Iglesia no hemos de fijarnos sólo en el cómo y cuándo se formó, sino especialmente en el porqué y el para qué se creó este patrimonio histórico, encontrándonos así rápidamente con sus motivos y raíces profundas, que no son otros más que anunciar la Historia de la Salvación»(126). Entre las actividades programadas destaca el Plan de Catedrales, que aparece por primera vez en el ámbito de la Comisión Episcopal y de las delegaciones diocesanas. El Plan de Catedrales había sido presentado en la reunión de representantes de la Iglesia en las comisiones mixtas de las autonomías, el 15 de enero de 1990, por Antonio Mas-Guindal, Subdirector General de Monumentos del Ministerio de Cultura, a quien se debe en gran parte tan importante iniciativa y su formulación. Las X Jornadas Nacionales, de 1990: Evangelizar desde el Patrimonio Cultural Tuvieron lugar del 18 al 21 de junio en El Escorial, con el carácter especial de cumplirse el primer decenio de la Comisión Episcopal para el Patrimonio, que contó con la presencia del Nuncio, Mons. Tagliaferri, y la asistencia de más de ochenta jornadistas, no sólo delegados, sacerdotes y religiosos, sino arquitectos, artistas, músicos e historiadores. Pronunció el discurso de apertura Mons. Iguacen, quien comenzó recordando, como hemos hecho hoy, a cuantos trabajaron por el patrimonio antes de la creación de la Comisión, para exponer a continuación el papel del patrimonio en la Nueva Evangelización, centrándose en cuatro cuestiones: cómo fortalecer la vida cristiana, cómo intensificar la solidaridad con los pobres, cómo impulsar la acción misionera, y cómo ha de ser el talante de los responsables de anunciar a Jesucristo(127). Como resumen y balance, y en apoyo de la exposición de Ángel Sancho, se trató de cuestiones que habían venido preocupando a lo largo de los diez años: del arte moderno, de la normativa intraeclesial y de la legislación mixta. El P. Plazaola, de la Universidad de Deusto, trató del diálogo con el arte y los artistas, en la ponencia Arte actual - Nuevo arte sacro(128), que dio pie a un animado diálogo, y a la propuesta de que estos encuentros se continuaran en el Secretariado Nacional. Una vez más se acordó organizar la Bienal de Arte Sacro. Jesús Omeñaca y Aurelio Sagaseta concretaron las Normas de alcance nacional para las intervenciones en el Patrimonio Histórico de la Iglesia(129), en lo relativo a la cuantificación de los derechos que pueden exigirse, por determinadas prestaciones de templos, museos, archivos y bibliotecas, como fotografías y reproducciones, permisos para investigación, publicaciones comerciales, exposiciones temporales, entradas en museos, cesiones temporales para conciertos, uso-alquiler de partituras de los archivos musicales. Carlos Corral e Isabel Aldanondo, de la Universidad Complutense expusieron los Resultados y funcionamiento de las Comisiones Mixtas y de los Acuerdos suscritos con los gobiernos autonómicos(130). Finalmente, Antonio Mas-Guindal informó a los asistentes sobre el Plan Nacional de Catedrales y de ayuda a los grandes Monasterios, que venía preparando el Ministerio de Cultura en colaboración con la Conferencia Episcopal y con los gobiernos autonómicos. Y como de costumbre, fueron presentadas informaciones de la policía judicial especializada en delitos contra el patrimonio, y las propuestas y conclusiones de los diferentes grupos que trabajan en los bienes culturales, en sus diversas manifestaciones: musicólogos, museólogos y archiveros. Aprobados los Estatutos de la Asociación Española de Musicólogos eclesiásticos, 1990 La Asociación Española de Musicólogos eclesiásticos, cuya fecunda trayectoria quedó demostrada en las Jornadas Nacionales y en sus trabajos de conservación, catalogación, estudios y edición de fondos musicales, fue erigida y aprobados sus Estatutos por la Asamblea Plenaria de la CEE, en su sesión de noviembre de 1990(131). En las Jornadas de El Escorial fueron elegidos presidente D. Aurelio Sagaseta, vicepresidente D. José Pavía, secretario D. José Vicente González Valle y vocal D. Pedro Aizpurúa. Los preparativos del Plan Nacional de Catedrales Como quedó patente en el encuentro de enero y las jornadas de junio, los trabajos de elaboración del Plan Nacional de Catedrales iban avanzando a buen ritmo, tanto a nivel de definición conceptual como a nivel organizativo. En noviembre de 1990, organizado por el Ministerio de Cultura, se celebró en Madrid un coloquio internacional sobre La Conservación del Patrimonio Catedralicio, en el que participó Ángel Sancho con una importante ponencia(132), que ha servido de base para la formulación de los Planes Directores. Del Plan volvió a tratarse en la reunión de estudio de 26 de enero de 1991, de la que se concluyó poner sumo interés en la redacción del texto del acuerdo, en línea y conformidad con los Acuerdos Iglesia-Estado y los Convenios con los Gobiernos Autonómicos. Y de nuevo se trataría en las Jornadas Nacionales, de junio de 1991. Ángel Sancho presentó a la Conferencia Episcopal un informe sobre las sesiones de estudio celebradas entre los representantes del Ministerio de Cultural, de las diecisiete autonomías y de la Iglesia(133). Se pretendía llegar a un acuerdo entre las partes actuantes para que las actuaciones e inversiones en las catedrales estuvieran programadas con orden, con rigor científico, con garantía técnica y con los apoyos financieros suficientes. Destacan dos piezas fundamentales: los Consejos de Fábrica y los Planes Directores. El Consejo de Fábrica será un órgano consultivo, que podrá emitir dictámenes no vinculantes sobre el estado de la fábrica catedralicia, y sobre acciones a realizar en él. Estará compuesto por arquitectos, historiadores, arqueólogos, restauradores y por miembros del Cabildo, deán, conservador del patrimonio, archivero, fabriquero, liturgista, maestro de música, etc. El Plan Director es un estudio diagnóstico previo sobre el estado general de estos conjuntos monumentales, al más alto nivel científico-técnico, con participación de las partes implicadas. En el estudio quedarán reflejados el estado del inmueble y su entorno, del patrimonio mueble, de los servicios y necesidades, de la reordenación de los espacios y de cuanto se estime oportuno y conveniente para el edificio y su mejor uso. Una parte fundamental de ese Plan Director será el Plan de Uso y Gestión, que deberá formularlo el Cabildo(134). Las XI Jornadas Nacionales de 1991. Evangelizar desde el Patrimonio Cultural Un año más, los días 17 al 20 de junio de 1991, volvieron a celebrarse en El Escorial las Jornadas Nacionales. En la sesión de apertura, presidida por el Nuncio, Mons. Tagliaferri, pronunció el discurso inaugural Mons. Iguacen, que en este año celebraba sus bodas de oro sacerdotales(135). En torno al tema central, los archiveros eclesiásticos aportaron una serie de ponencias, en la que daban a conocer importantes proyectos ya en marcha: la publicación del anuario Memoria Ecclesiae, y la investigación sobre el Santoral Hispano-mozárabe y la Documentación de las Cofradías españolas. En tal sentido intervinieron Agustín Hevia(136), Juan López(137), Pedro Jorge Figuerola(138) y Matías Vicario(139). Los temas del derecho ocuparon varias ponencias. La primera se centró en una nueva perspectiva de la legislación sobre patrimonio, el Acta Única Europea en relación con la LPHE y los decretos de desarrollo de la misma, que fue expuesta por Santiago Petschen, que ya había participado en ediciones anteriores, desde 1986(140). Interesaba enormemente el Plan de Catedrales, del que se estudió la figura de los Consejos Asesores de Fábrica, y la situación de los conjuntos catedralicios europeos, temas que fueron tratados por D. José María Ballester, del Consejo de Europa. D. Antonio Mas-Guindal informó sobre el momento en que se hallaba la elaboración del Plan Nacional de Catedrales. No menos interesante fue la información sobre la futura ley del mecenazgo, que corrió a cargo de D. José Luis Álvarez. Las XII Jornadas Nacionales de 1992: El Patrimonio Cultural de la Iglesia y la Nueva Evangelización Las XII Jornadas se celebraron en El Escorial los días 15 al 18 de junio de 1992. Los temas jurídicos continuaron presentes con la ponencia de Petschen Verdaguer, La protección del Patrimonio cultural en la Conferencia de Seguridad y Cooperación de Europa(141), y la de Isabel Aldanondo sobre Reproducción privada de los archivos eclesiásticos(142). Dos de los protagonistas e inspiradores de Las Edades del Hombre, el arquitecto Pablo Puente Aparicio y la ex-directora del Museo Nacional de Escultural de Valladolid, Eloísa García de Wattemberg, expusieron, en dos ponencias, la experiencia ya consolidada e imitada: El espacio releído. Experiencias y reflexiones en torno al uso de arquitecturas transformadas, y Experiencias de revitalización en el patrimonio mueble de la Iglesia, respectivamente. Continuó la línea de reflexión la ponencia del P. Plazaola, La Estética, como vehículo de Evangelización(143). Otros temas fueron sobre la participación de la Confer y de los religiosos en los proyectos de la Comisión Episcopal, por María de los Ángeles Curros Ares(144); la revitalización de fondos musicales de archivos de la Iglesia, por José Vicente González Valle; y la incidencia de las cofradías medievales en la sociedad, por Agustín Hevia. Se trataron asuntos prácticos, como la recuperación de obras de arte robadas, sistemas de seguridad, talleres de alfombras y tejidos, publicaciones, etc. Y se felicitó a los proyectos de investigación sobre el patrimonio y de evangelización desde el patrimonio que vienen desarrollándose con gran éxito y resonancia nacional: las revistas Aragonia Sacra (1986), Memoria Ecclesiae (1990), y las exposiciones Las Edades del Hombre, que, después de Valladolid y Burgos, preparaba su tercera edición en León; Millenum. Historia y Arte de la Iglesia catalana (1989), Galicia no tempo (1991), Magna Hispalensis (1992), La Iglesia en América. Evangelización y Cultura, en el Pabellón de la Santa Sede (1992), etc. 5. La Comisión para el Patrimonio, presidida por Mons. Vilaplana (1993-1996) En la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, de febrero de 1993, resultó elegida la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, en la que únicamente repetía Mons. Cerviño: Presidente, Mons. Antonio Vilaplana Molina, obispo de León, y vocales Mons. Cerviño, de Tuy-Vigo, Mons. Álvarez Martínez, de Orihuela-Alicante, Mons. García Aracil, de Jaén, y Mons. Sanus, auxiliar de Valencia(145). En noviembre se agregó el nuevo auxiliar de Barcelona, Mons. Traserra(146). Las XIII Jornadas Nacionales de 1993: La Nueva Evangelización Como en años anteriores, se celebraron las Jornadas en la Casa de Ejercicios de los PP. de los Sagrados Corazones, de El Escorial, los días 21 al 24 de junio, bajo el mismo lema de «El Patrimonio Cultural de la Iglesia y la Nueva Evangelización». La inauguración fue presidida por Mons. Vilaplana, quien estuvo acompañado por Mons. García Aracil. Los temas de trabajo fueron variados. La arquitectura religiosa actual, en Tendencias de la arquitectura religiosa española. Hacia una comprensión del espacio religioso, expuesto por Antonio-José Mas-Guindal Lafarga(147). La legislación y normativa europea, en Las últimas directrices y normas de la Comunidad Europea sobre el Patrimonio Cultural, a cargo de Santiago Petschen Verdaguer(148). El patrimonio y la evangelización: Antonio Viñayo González trató del Camino Jacobeo, calzada de evangelización(149). José María Belarte Forment disertó sobre El diálogo con nuestro mundo y el Patrimonio cultural de la Iglesia(150). Volvió a tratarse del proyecto RISM (Repertorio Internacional de Fuentes Musicales): Una propuesta de adopción a la Normativa internacional para catalogación de fuentes musicales en nuestro país, por Antonio Ezquerro Esteban(151). Ángel Sancho expuso la experiencia de la realización de los inventarios en Castilla y León(152). Fue más numerosa la participación de personalidades académicas que ofrecieron sus sugerentes reflexiones sobre la estética y el patrimonio, como el Secretario de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, que habló sobre la relación del pensamiento místico con el artístico en Santa Teresa y en San Juan de la Cruz. Como siempre, se ofrecieron informaciones sobre recuperación de obras de arte, sistemas de seguridad, ediciones y publicaciones. Los Museos de la Iglesia española, en el Simposio de Malta, 1994 Una de las primeras respuestas de los Obispos al problema de la conservación y protección del patrimonio de zonas despobladas o de objetos sagrados en desuso fue la creación de Museos, bien sea Diocesanos, Catedralicios, arciprestales o parroquiales. Con la experiencia de importantes exposiciones y con la perspectiva de las posibilidades evangelizadoras del patrimonio, los museos adquirían nuevo relieve, y, a la vez, plateaban nuevas necesidades de mejores instalaciones y programas coherentes, en los que primara el mensaje catequético, inherente en las respectivas iconografías, sobre el valor meramente histórico o artístico. Acerca de este tema tuvo lugar en Malta, los días 27 al 29 de enero de 1994, un Simposio Internacional, titulado Los Museos de las Catedrales y Diocesanos: Encrucijadas de la fe y de la cultura, en el que participó el Secretario de la Comisión Episcopal para el Patrimonio, Ángel Sancho, con una ponencia titulada La razón de ser de un museo de la catedral y diocesano(153). De aquel Simposio resultó el llamado Documento de Malta(154). El Plan Pastoral para el trienio 1994-96: «Para que el mundo crea» El Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal para el trienio 1994-96 venía definido por el lema Para que el mundo crea, y continuaba en la línea evangelizadora de planes anteriores. La Comisión presentó su proyecto, del que destacamos la propuesta del Máster de Conservación, Restauración y Rehabilitación del Patrimonio Histórico, organizado por la Universidad de Alcalá, en la que se incluye la asignatura de Patrimonio Cultural de la Iglesia(155). Un adelanto del plan fue presentado en la reunión de enero de 1994, en la que se felicitó a D. Juan José Asenjo por su nombramiento como Vicesecretario General de la Conferencia Episcopal. Se dio cuenta de que las relaciones institucionales con el Gobierno central, después de unos años de inactividad, se reanudarían, para retomar la propuesta de un Acuerdo global de Colaboración entre la Iglesia y el Estado para el patrimonio cultural(156). Las XIV Jornadas Nacionales de 1994: Diálogo Arte-Fe-Cultura Se celebraron en el lugar habitual, El Escorial, en los días 27 al 30 de junio de 1994, bajo el lema El Patrimonio Cultural de la Iglesia y la Nueva Evangelización: Diálogo Arte-Fe-Cultura. Presidió la sesión de apertura el Nuncio Mons. Tagliaferri. En ella pronunció el discurso inaugural Mons. Vilaplana, quien glosó el contenido teológico del tema propuesto para las Jornadas(157). Asistieron los obispos vocales de la Comisión D. José Cerviño y D. Santiago García Aracil. Las reflexiones en torno al sentido del patrimonio, como instrumento de diálogo entre la fe y la cultura fueron aportadas por el teólogo Olegario González de Cardedal, y por el P. Plazaola, que adelantó aspectos de su futura publicación Historia y sentido del arte cristiano, que servirá de texto para la formación de los sacerdotes(158). El arquitecto Antonio Mas-Guindal, colaborador del Secretariado, expuso Una visión amorosa y eclesial del Patrimonio Cultural(159). Paloma García Picazo aportó la dimensión integradora del Patrimonio, con su ponencia Europa, sé tú misma. Cristianismo, cultura e identidad europea(160). Fue presentado el Máster de Restauración y Rehabilitación del Patrimonio Histórico, organizado por el Instituto Español de Arquitectura y las Universidades de Alcalá y Valladolid. Participaron algunos de sus profesores, como Ana Moscoso y Carlos Clemente San Román, con una ponencia sobre un asunto tan práctico como el problema de las aves en los monumentos arquitectónicos(161). Siguieron presentes, como no podía ser menos, los temas jurídicos. Fernando Moreno de Barreda trató del tema del mecenazgo, y comentó la Ley de Fundaciones. Santiago Petschen Verdaguer trató de la Directiva europea relacionada con el Patrimonio Cultural, emanada en los años 1993 y 1994(162). En el capítulo de informaciones, Ángel Sancho dio cuenta de los últimos encuentros de trabajo de la Comisión Mixta Técnica Iglesia-Estado para el patrimonio cultural, que versaron sobre la redacción del Inventario, el Plan Nacional de Catedrales y el funcionamiento y composición de la Comisión Mixta, con vistas a la firma del proyectado Acuerdo general de colaboración. Por su parte, las diversas asociaciones y grupos tuvieron sus reuniones de trabajo, como de costumbre. Los museólogos anunciaron la pronta publicación de una Guía de los Museos de la Iglesia en España. El Servicio Central de Policía Judicial recordaron la necesidad de disponer de vídeos y de fotos en color para una más fácil recuperación de los objetos sustraídos. Las XV Jornadas Nacionales, de 1995: Las catedrales Se celebraron las XV Jornadas los días 19 al 22 de junio de 1995, en la casa de los PP. de los Sagrados Corazones, de El Escorial, bajo el lema común de estos años: El Patrimonio Cultural de la Iglesia y la Nueva Evangelización: Diálogo Fe-Arte-Cultura. Un año más, las Jornadas recogían y transmitían el pulso de las actividades y preocupaciones de la Comisión Episcopal y de los delegados diocesanos. Las ponencias se centraron especialmente en el tema de las catedrales. La doctora Paloma García Picazo reflexionó sobre Las catedrales: hacia una Europa del pensamiento y del espíritu, considerando a las catedrales como la Summa del pensamiento y del humanismo cristiano(163). Ángel Sancho presentó una síntesis del recorrido de los proyectos de Acuerdos sobre el Plan Nacional de Catedrales y sobre la redacción del Inventario general de bienes culturales de la Iglesia. Otra ponencia informó de la redacción de un Libro Blanco de los Planes Directores de las Catedrales de España, a cargo de un equipo formado por el Director del Secretariado y la oficina técnica del Obispado de Alcalá, con la colaboración del Consejo Superior de Arquitectos y Aparejadores, de la Asociación Hispania Nostra, y otros. El Director General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Jesús Viñuales, comentó los Programas prioritarios de mecenazgo del Ministerio de Cultura, que en 1995 estarían dedicados a las catedrales españolas. A este propósito, es interesante anotar que el 19 de julio de 1995 se firmó un convenio de colaboración entre el BBV y la Conferencia Episcopal para la restauración y conservación de las catedrales, bajo el lema Conservemos las Catedrales(164). El 17 de julio de 1998 se firmó otro convenio, en este caso con la Fundación Endesa, para la iluminación de las catedrales y templos(165), cuyas ayudas serían reguladas por unas normas emanadas de la Secretaría General de la Conferencia(166). El prof. Petschen presentó un avance de una publicación que se titularía Europa, Iglesia y Patrimonio Cultural, que recoge la documentación y legislación emanada de la Unión Europea en referencia a la Iglesia y al Patrimonio Cultural(167). Los temas de arquitectura estuvieron representados por la ponencia de Carlos Clemente San Román, continuación de la del año anterior sobre el impacto de las aves en los monumentos, y por la información sobre el Master de Restauración y Rehabilitación Arquitectónica, de la Universidad de Alcalá. Otros asuntos tratados fueron la gestión del patrimonio, a cargo de Fernando Moreno de Barreda, y el problema de los traslados de bienes de interés cultural, analizado desde el punto de vista jurídico por Isabel Aldanondo, a propósito del caso de las Concepcionistas Franciscanas de Pastrana(168). Los distintos grupos que componen el espectro del patrimonio cultural ofrecieron sus respectivas informaciones: la policía judicial, los musicólogos y el proyecto del RISM España, los archiveros, directores de museos, la Confer. etc. Los museólogos pudieron conocer el Documento de Roma, elaborado por la Asociación de Directores de Museos diocesanos de los países de lengua alemana, fechado el 31 de mayo de 1995(169). Las XVI Jornadas Nacionales, de 1996: La Declaración de El Escorial Las Jornadas de 1996, que hacían la edición decimosexta, se celebraron en El Escorial los días 24 al 27 de junio. El lema general era continuación del de los años anteriores: Evangelización y Patrimonio Cultural. Diálogo Fe-Arte-Cultura. La sesión inaugural estuvo presidida por Mons. Vilaplana, quien pronunció el discurso de apertura, en el que reflexionó sobre las relaciones entre la fe y el arte, ante el mundo cultural moderno, que pretende vaciar de contenido las manifestaciones artísticas que nacieron de la fe(170). Saludó a los presentes el nuevo Nuncio de Su Santidad, Mons. Lajos Kada. La primera ponencia corrió a cargo del Presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, Mons. Marchisano, quien disertó sobre La Santa Sede y los Bienes Culturales de la Iglesia como instrumento de Evangelización(171), y participó activamente en las reuniones, departiendo con los delegados, archiveros, musicólogos, profesores y colaboradores del Secretariado. Así como otros años habían participado importantes cargos del Ministerio de Cultura, también en 1996, tras el cambio político resultante de las elecciones de 3 de marzo, que dio la mayoría al Partido Popular, acudieron representantes del Gobierno: el Secretario de Estado para la Cultura, Miguel Ángel Cortés, y el Director General de Bellas Artes, Benigno Pendás. Ambos manifestaron la voluntad de llevar a buen término las conversaciones mantenidas sobre el Plan de Catedrales y el Inventario. La vertiente evangelizadora fue tratada por el Director del Comité para el Jubileo del año 2000, Joaquín Martín Abad, quien expuso las Acciones pastorales desde el Patrimonio Cultural de la Iglesia ante el año 2000(172), en aplicación de la Tertio Millenio Adveniente. Paloma García Picazo expresó sus reflexiones sobre Voces, Imágenes y Caminos de Europa: crisol de fe y cultura(173). Cómo la Iglesia pueda evangelizar a los numerosos visitantes de nuestros monumentos, fue el tema tratado por Joaquín Luis Ortega, titulado La presentación turística del patrimonio cultural de la Iglesia. Saber atender esta demanda creciente con guías catequistas, y poder ofrecer pequeñas guías impresas y vídeos, elaborados por los responsables del patrimonio, serían un gran servicio a la evangelización y a la cultura. En el mismo sentido se presentó un informe sobre la Asociación PARA (Promoción, Acogida, Religión y Arte), ideada por el salesiano experto en catequesis, P. Álvaro Ginel y por Esther Sevilla, con el fin de atender a los visitantes de nuestro patrimonio. Los aspectos arquitectónicos se centraron en las Catedrales y en el Master de Restauración, tras la experiencia del primer curso impartido. Antonio Mas-Guindal tituló su ponencia De la Catedral a la Iglesia de hoy en el espacio de la arquitectura religiosa(174). Carlos Clemente presentó un avance del Estudio sobre el estado actual de las Catedrales en España. Fernando Moreno de Barreda versó sobre Nuestra deuda con las catedrales, incidiendo en la gestión de las mismas. Un tema de ámbito jurídico fue el tratado por Carlos Aymat Escalada, sobre Protección de la imagen del Patrimonio Cultural de la Iglesia a través del derecho de propiedad intelectual e industrial. Ángel Sancho expuso las últimas realizaciones del Secretariado y los proyectos inmediatos. Es de destacar la publicación del número cero de la nueva revista titulada Ars Sacra, que se estructurará en cuatro secciones: Bienes Inmuebles y Arqueológicos, Bienes Muebles y Museos, Bienes Documentales y Difusión Cultural. Se presentó también la obra del P. Plazaola, Historia y sentido del arte cristiano, publicada en la BAC, y se anunció la próxima aparición del libro de Pestchen Verdaguer Europa, Iglesia y Patrimonio Cultural. Al final se elaboró una síntesis de las líneas de pensamiento sobre el patrimonio, sobre las que viene trabajando el Secretariado, que fue expresada con el título de Declaración de El Escorial, fechada el 27 de junio de 1996. Define el Patrimonio Cultural de la Iglesia como «los bienes que la Iglesia creó, recibió, conservó y sigue utilizando para el culto, la evangelización y la difusión de la cultura. Son testimonio y prueba de la fe de un pueblo. Son, también, creaciones artísticas, huellas históricas, manifestaciones de cultura y civilización. Este patrimonio nace y se hace para el culto y la evangelización. Este su fin primario y propio es, también, su primer fin social». El patrimonio inmueble, mueble y documental son «huella e instrumento de evangelización». Tanto los Archiveros como los Museólogos reclaman que se reconozca el servicio que prestan a la sociedad. Queda patente el deseo de alentar, cuidar y cultivar encuentros de diálogo y cooperación con los artistas y creadores actuales. Desean asimismo mantener vivas y operativas las Comisiones Mixtas con el Estado y con las Autonomías, para la realización del Inventario de los Bienes Culturales de la Iglesia, el desarrollo del Plan Nacional de Catedrales y el incremento del mecenazgo(175). La revista Ars Sacra, 0/1996 Uno de los grandes logros del patrimonio de la Iglesia en España fue la creación de la revista Ars Sacra, hoy por hoy a la altura de las mejores revistas de arte sacro del mundo. Nació de la mano de Ángel Sancho, quien continúa siendo su director. En el número cero, aparecido en mayo de 1996, el entonces Director del Secretariado narraba el proceso seguido hasta la fundación de la revista. Ars Sacra venía a cubrir un hueco dejado por la benemérita revista ARA, fundada y dirigida por el P. José Manuel Aguilar desde julio de 1964, en que apareció su primer número, hasta diciembre de 1981, con el número 69-70. ARA cumplió sobradamente los objetivos de divulgar, informar y dar criterio sobre el arte sacro: dio a conocer lo que se estaba haciendo en España y en el extranjero por revitalizar el arte sacro con verdaderas creaciones, según el espíritu del Vaticano II. Como ya indicamos, las necesidades del momento le obligaron a dedicar su atención a la conservación y restauración, tomando la iniciativa de formar restauradores en el seno de la Iglesia, en el Estudio-Taller. El P. Aguilar estuvo en la génesis de la Comisión Episcopal. No olvidemos que, junto con Andrés Pardo, fue el que firmaba la convocatoria de la reunión del Seminario de Madrid, en 1981. Sin embargo, la revista atravesaba momentos económicos difíciles y no pudo pervivir. Como queda dicho, Ángel Sancho intentó que ARA sirviera como boletín de la Comisión, pero no pudo ser. Patrimonio Cultural nacía como boletín, pero con una finalidad específica, de transmitir documentación y estudios, especialmente las surgidas en torno a las Jornadas Nacionales, lejos de la función de ARA. Ésta desapareció y con él un gran vehículo de comunicación de la acción de la Iglesia en la creación y conservación del patrimonio artístico(176). El contacto de Ángel Sancho con insignes arquitectos, a raíz de los trabajos del Plan de Catedrales y del Master de Restauración, le alumbró el camino para emprender una nueva aventura, bajo la forma de un desdoble del boletín Patrimonio Cultural, aunque con un fin claramente más ambicioso. En palabras de su fundador, Ars Sacra «pretende ser, en cierta medida, continuadora y heredera del espíritu de ARA, interesándose por el arte religioso actual, especialmente por su cumbre, el Arte Sacro». Terminaba deseando que la nueva revista «sea un valioso instrumento que pueda servirnos de ayuda para seguir trabajando con ilusión en el apasionante quehacer de la cultura, nuevo espacio de la Iglesia»(177). En el equipo redactor figuraron desde el principio el P. Plazaola y los arquitectos Carlos Clemente y Juan de Dios de la Hoz. En el número 1, de abril 1997, figura un Consejo Asesor, formado por el P. Plazaola, Carlos Muñoz de Pablos y José Jiménez Lozano; como Jefe de Redacción, Carlos Clemente San Román, y un Consejo de Redacción formado por María José Arnáiz, Francisco Javier Caballero, Juan de Dios de la Hoz, Paloma García Picazo y Santiago Pestchen, todos ellos habituales colaboradores de la Comisión Episcopal de Patrimonio. La dificultad de la empresa no tardó en hacerse sentir. Pero, tras unos momentos muy difíciles, la revista, a partir del número 10, de 1999, se independizó del Secretariado -aunque de hecho nunca estuvo vinculada formalmente a la Conferencia Episcopal-, para tener entidad y financiación propia, y hoy se encuentra totalmente consolidada. Se publica trimestralmente, y ha publicado ya su número 33. El subtítulo de Ars Sacra responde a su propia evolución: desde el numero 0 y 1/97 se intitulaba «Secretariado Nacional de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural de la Iglesia». A partir del número 10/99 pasa a titularse «Revista del Patrimonio Cultural de la Iglesia», con domicilio en Alcalá de Henares. En el último número, 33/2005, se subtitula «Revista del Patrimonio Cultural, archivos, artes plásticas, arquitectura, museos y música», y tiene su sede en el Convento de las Trinitarias Descalzas, de la calle Lope de Vega, de Madrid. 6. La Comisión Episcopal para el Patrimonio para el trienio 1996-1999 Al renovarse los cargos de las Comisiones de la Conferencia Episcopal para el nuevo trienio 1996-1999, fue reelegido Presidente Mons. Vilaplana, y repitieron como vocales D. José Cerviño, D. Santiago García Aracil, y D. Jaume Traserra, y se incorporaron D. Luis Gutiérrez Martín, obispo de Segovia, y D. Rafael Sanus, auxiliar de Valencia(178). El 27 de febrero de 1997, el Santo Padre nombró a nuestro antiguo compañero y delegado de Sigüenza, D. Juan José Asenjo Pelegrina, como Obispo Auxiliar de Toledo, y como no podía ser menos, fue integrado como vocal en esta Comisión Episcopal(179). El Plan Pastoral de la Comisión para el periodo 1996-2000 se situaba en total continuidad con los planes anteriores. Establece los principios de la acción pastoral sobre el patrimonio y desde el patrimonio, para buscar el objetivo de la evangelización, en consonancia con la Tertio millenio adveniente. En las acciones señala la publicación de los libros del P. Plazaola y de Santiago Pestchen, las revistas Patrimonio Cultural y Ars Sacra, mantener contactos con las instituciones europeas, y apoyar el Master de Restauración, con una nueva vertiente sobre la gestión del Patrimonio(180). Firmado el convenio sobre el Plan Nacional de Catedrales, 25 de febrero de 1997 Después de largos años de diálogo y preparación, finalmente se llegó a la firma de un Acuerdo de colaboración entre el Ministerio de Educación y Cultural y la Iglesia Católica para el Plan Nacional de Catedrales, en Madrid el 25 de febrero de 1997(181). Suscriben el acuerdo, al más alto nivel, la Ministra de Educación y Cultura del nuevo Gobierno, Esperanza Aguirre, y el Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Elías Yanes. El acuerdo comprende una exposición de motivos, con seis puntos, y un articulado de seis cláusulas, que tratan de los principios generales, los Planes Directores, la Ejecución y financiación de las obras, las Comisiones de seguimiento y evaluación, los Créditos y presupuestos, y, finalmente, el Legado cultural de las Catedrales. En el expositivo, Ministerio e Iglesia se reconocen mutuamente el interés en la conservación de las Catedrales, en el marco de lo dispuesto en los artículos 46 de la Constitución Española y XV del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales de 3 de enero de 1979. El Ministerio de Educación y Cultura reconoce la función primordial de culto y la utilización con fines religiosos de las Catedrales. Por su parte, la Iglesia reitera su voluntad de que continúen al servicio del pueblo español, así como de cuidarlas y utilizarlas de acuerdo con su valor artístico e histórico. El Ministerio de Educación y Cultura, reafirma su respeto a los derechos que la Iglesia Católica en España ostenta sobre dichos bienes, de acuerdo con los títulos jurídicos correspondientes. La Iglesia, por su parte, reconoce la importancia de estos bienes culturales no sólo para la vida religiosa, sino también para la historia y la cultura española, así como la necesidad de actuar conjuntamente con el Estado para su mejor conocimiento, conservación y protección. En cuanto a la conservación de tales inmuebles de excepcional importancia sigue asentado el principio legal de que deben ser conservados, mantenidos y custodiados por sus propietarios. Pero, con independencia de dicha obligación, el Ministerio y las Comunidades Autónomas tienen, con base en la Constitución y en la legislación ordinaria, el deber de realizar una actuación subsidiaria para la conservación de estos bienes, por vía de convenio con la Iglesia. Sobre tales presupuestos, se estipulan seis cláusulas. La primera establece los principios generales sobre el modo de realización de las actuaciones, que deben realizarse de manera conjunta, y sobre la vigencia del convenio, que será indefinido, con revisión cada dos años. La segunda trata de los Planes Directores, que serán la base de actuación. El Plan Director deberá ser elaborado y aprobado por los representantes del Ministerio, de las Comunidades Autónomas y del Obispado, designados por cada parte, que actuarán de común acuerdo. Comprenderá la descripción técnica del estado de conservación, la propuesta de actuaciones y el presupuesto total estimado. La financiación del Plan Director se realizará por el Ministerio de Educación y Cultura y las respectivas Comunidades Autónomas en los términos que se determine en cada caso. Los Planes Directores serán facilitados a la Iglesia. La ejecución y financiación de las obras ocupa la tercera cláusula. Se entiende que las obras se refieren a las incluidas en el Plan Director, salvo casos de emergencia. La ejecución de las obras requerirá un convenio específico entre las partes, Ministerio, Autonomía y Obispado. La financiación correrá a cargo del Ministerio, de la Comunidad Autónoma y, cuando sea posible, del Obispado y Cabildo, en el porcentaje que se acuerde, aunque previamente se buscará la participación de otras entidades y personas físicas. El Estado incluirá estos proyectos como actividad prioritaria de mecenazgo. Se establecen unas Comisiones de seguimiento y evaluación, de la que forman parte dos representantes del Obispado. El Ministerio se compromete a incorporar en las propuestas anuales de gasto los créditos necesarios para el cumplimiento del convenio. Por su parte, la Iglesia se compromete a poner al servicio de los ciudadanos los bienes culturales que integran las Catedrales en su condición de legado cultural, como los museos y archivos catedralicios, actividades musicales y actos, exposiciones y otros medios de difusión cultural. Las XVII Jornadas Nacionales, de 1997: El Plan de Catedrales y el Jubileo del año 2000 Fueron convocadas para su celebración en El Escorial, los días 23 al 26 de junio, bajo el lema común de años anteriores, Evangelización y Patrimonio Cultural: Diálogo Fe-Arte-Cultura. Pronunció el discurso inaugural el Presidente de la Comisión, Mons. Vilaplana, y saludó a los presentes el Nuncio de Su Santidad, Mons. Lajos Kada. Asistieron los vocales de la Comisión, D. José Cerviño, D. Santiago García Aracil, D. Jaume Traserra y D. Juan José Asenjo, que lo hacía por primera vez como obispo. El Presidente del Pontificio Consejo para los Bienes Culturales de la Iglesia, Mons. Marchisano, fue invitado a las Jornadas, y nos ofreció una ponencia sobre los bienes documentales de la Iglesia, comentando el documento de la Pontificia Comisión La función pastoral de los Archivos Eclesiásticos, fechado el 2 de febrero de1997. Un tema de reflexión sobre el sentido del arte sacro corrió a cargo de Paloma García Picazo, El Arte Sacro, manifestación de la fe y creatividad de los pueblos(182). El tema jurídico fue tratado por Gemma Prieto, en la ponencia El Derecho Internacional y los Bienes Culturales. Ocupó gran parte de la atención de los presentes el Plan Nacional de Catedrales. No en vano las catedrales son el rostro de España y de Europa, y la manifestación más significativa de la Iglesia, al tratarse de la sede del Obispo, núcleo y fundamento de la Iglesia local. En su explicación intervinieron el Director General de Bellas Artes del Ministerio, Benigno Pendás, que habló de La financiación del Plan Nacional de Catedrales y la Comisiones de seguimiento y evaluación. La Directora del Instituto del Patrimonio Histórico Español, Isabel Cabrera, quien expuso el funcionamiento del Instituto y los servicios que puede prestar al Plan. El Director General del Patrimonio de Castilla y León explicó la relación del Plan con las Autonomías, y finalmente, Ángel Sancho, Director del Secretariado, comentó los contenidos de los Planes Directores de las Catedrales, los equipos redactores y las comisiones de seguimiento. Como de costumbre, se reunieron los grupos de trabajo de archiveros, directores de museos, musicólogos, Confer, y la propia Comisión Episcopal. Cabe destacar la asistencia de numerosos alumnos del Master de Restauración, y de profesores y colaboradores en el Master y en la revista Ars Sacra. El total de asistentes superó por primera vez el número de cien. Por cierto, que participaba por primera vez el actual Director del Secretariado, Antonio Muñoz Osorio, como delegado de Granada. La exposición «Jesucristo, ayer, hoy y siempre», y el Año Jubilar En la línea de la evangelización desde el Patrimonio Cultural, Mons. Asenjo expuso en las XVII Jornadas Nacionales un ambicioso proyecto: la celebración de la exposición de arte sacro sobre Jesucristo, ayer, hoy y siempre, organizada por la Conferencia Episcopal, en coincidencia con el Congreso de Pastoral Evangelizadora, y formando parte de los actos de preparación del Jubileo del Año 2000. Intervinieron en las explicaciones el Director del Comité, Joaquín Martín Abad, y el comisario de la muestra, Manuel Íñiguez Ruiz-Clavijo, del Secretariado de Catequesis, que, a partir de ahora, sería habitual colaborador del Secretariado de Patrimonio. En ella se pretende presentar la figura de Cristo, Dios y Hombre verdadero, desde las promesas hasta la parusía. Íñiguez invitó a todas las diócesis a que estén representadas en la exposición, aportando alguna obra de tema cristológico, de gran calidad histórico-artística. Sobre el importante papel que los bienes culturales de la Iglesia habrían de desempeñar en la preparación y desarrollo del gran jubileo, el Papa Juan Pablo II dirigió, en septiembre de 1997, un mensaje autógrafo a la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión. «La Iglesia, maestra de vida, no puede menos de asumir el ministerio de ayudar al hombre contemporáneo a recuperar el asombro religioso ante la fascinación de la belleza y de la sabiduría que emana de cuanto nos ha entregado la historia»(183). En noviembre de 1997, la Pontificia Comisión dirigió a los Presidentes de las Conferencias Episcopales ofreciendo sugerencias de actuaciones para la celebración del Año Santo, en los diferentes niveles eclesiales(184), texto que fue expuesto por Mons. Marchisano en las Jornadas Nacionales de 1998(185). El 18 de febrero de 2000, el Presidente de la Comisión Episcopal asistió en Roma al Jubileo de los Artistas, y envió a los delegados un ejemplar del Mensaje del Papa a los Artistas, con la intención de que, desde las delegaciones diocesanas, se hiciera llegar a los artistas y estudiantes de bellas artes conocidos, y tal vez como primer paso para conocerlos e interesarlos por el arte sacro. Como balance final de todo lo actuado en el año jubilar, se dio a conocer la relación de actividades llevadas a cabo en las distintas diócesis, con tal motivo, promovidas por las delegaciones diocesanas de patrimonio(186). Las XVIII Jornadas de El Escorial, de 1998: la Tertio Millenio Adveniente El programa de las XVIII Jornadas se elaboró en sintonía con los contenidos de la Tertio Millenio Adveniente y con las directrices del Papa y de la Pontificia Comisión en orden a la celebración del año jubilar. Las jornadas se mueven en tres líneas: la reflexión sobre la evangelización desde el patrimonio, la información sobre asuntos de actualidad, y la formación mediante ponencias en temas especializados. Se celebraron en la casa de ejercicios de los Sagrados Corazones, en El Escorial, los días 22 al 25 de junio. La apertura estuvo presidida por Mons. Vilaplana y por el Sr. Nuncio, Mons. Lajos Kada, con la asistencia de los obispos vocales de la Comisión, Mons. Cerviño, de Tuy, y Mons. Gutiérrez, de Segovia. El Presidente de la Pontificia Comisión, Mons. Marchisano, fue invitado por tercer año consecutivo, y presentó, como hemos dicho, el documento sobre la participación pastoral y evangelizadora de los Bienes Culturales de la Iglesia, en relación con el Jubileo del año 2000. Las sesiones se iniciaron con la ponencia del Prof. López Quintás, catedrático de Estética de la Complutense, que versó sobre la formación de la persona por medio del arte, bajo el título La experiencia estética, fuente inagotable de formación humana(187). Paloma García Picazo habló de La arquitectura sacra en Viena, o el arte de la curación espiritual(188). Otro tema de reflexión fue el de las posibilidades culturales y evangelizadoras del turismo. El reto de los nuevos peregrinos fue estudiado por los profesores de Deusto, Plazaola, Aguirre y Cuenca. Se presentó una propuesta de convenio de las administraciones públicas con la Iglesia para el aprovechamiento turístico de los monumentos. Un tema que ha preocupado a la Comisión desde sus inicios es el del Inventario del Patrimonio Cultural de la Iglesia, tratado y debatido en repetidas ocasiones. Jesús Omeñaca presentó una ponencia, en la que hizo balance de cuanto se ha hecho a nivel estatal y de comunidades autónomas, analizando el caso concreto de Navarra(189). En cuanto a las catedrales, Aurelio Sagaseta expuso un estudio sobre Liturgia viva y música en las catedrales(190). El Director General de Bellas Artes, Benigno Pendás, y la Director del Instituto del Patrimonio Histórico Español, Isabel Cabrera, presentaron el desarrollo y ejecución del Plan de Catedrales en el año transcurrido desde la firma del Acuerdo. En las sesiones informativas se trataron varios asuntos: el desarrollo de la revista Ars Sacra; los sistemas informáticos aplicados a la archivística, a los museos y al patrimonio en general; la incidencia de las aves en los monumentos; y los trabajos del RISM-España. Programa de restauración de monasterios, 1998 En noviembre de 1998, la Subdirectora General del Instituto del Patrimonio Histórico Español comunicaba al Secretario de la Conferencia Episcopal, Mons. Asenjo, el propósito del Instituto de emprender un programa de restauración de monasterios, para lo que solicita el asesoramiento de la Conferencia Episcopal. Habría una o dos intervenciones por Comunidad Autónoma y año, en inmuebles declarados o incoados BIC, con obras de restauración o conservación que afecten a cubiertas, con preferencia monasterios habitados por comunidad religiosa sin recursos, como las monjas de clausura. Sería el primer paso para llegar al Plan Nacional de Monasterios, Abadías y Conventos, de 2004. 7. La Comisión de los trienios 1999-2002 y 2002-2005, presidida por Mons. García Aracil En marzo de 1999 se renovaron los cargos de la Conferencia Episcopal. Resultó elegido presidente el cardenal Antonio María Rouco Varela. La nueva composición de la Comisión para el Patrimonio Cultural(191) fue la siguiente: Presidente, D. Santiago García Aracil, obispo de Jaén, y vocales, D. José Cerviño, emérito de Tuy-Vigo, D. Rafael Sanus Abad, auxiliar de Valencia, D. Carmelo Borobia Isasa, obispo de Tarazona, y D. Jaume Traserra Cunillera, auxiliar de Barcelona. La Comisión se reunió por primera vez en las mismas fechas de la elección. El Director del Secretariado informó de las acciones en curso, especialmente de las revistas Patrimonio Cultural y Ars Sacra, y del Máster de Alcalá. Las Jornadas de Patrimonio quedaron fijadas del 15 al 18 de junio, aunque podrían celebrarse en otro lugar que no fuera El Escorial. Las XIX Jornadas de Patrimonio de 1999, en Valencia: El arte y la fe en el encuentro con Dios La primera novedad introducida bajo la presidencia de D. Santiago fue la de celebrar las Jornadas de 1999, del 15 al 18 de junio, en Valencia, respondiendo a una demanda de los delegados, de celebrar su congreso anual en ciudades distintas, como venían haciendo los archiveros. Aparte de la mayor variedad, permitiría conocer las experiencias de las diferentes diócesis, y se podría aprovechar algún acontecimiento singular. En este caso, Valencia, archidiócesis de la que había sido Auxiliar Mons. García Aracil, ofrecía la oportunidad de contemplar la exposición La luz de las imágenes, instalada en su iglesia catedral, y que pudimos visitar, guiados por Jaime Sancho Andreu y Vicente Montesinos Jimeno. Saludó a los participantes el Sr. Nuncio, Mons. Lajos Kada, quien destacó algunos párrafos de la Carta de Juan Pablo II a los artistas(192), en relación con el tema de las jornadas. El Presidente de la Pontificia Comisión, Mons. Marchisano pronunció un discurso en el que desarrolló la idea de que el patrimonio cultural de la Iglesia es un memorial de la economía divina, del plan de salvación de Dios a lo largo del tiempo y de las culturas. Anunció que, después de la publicación del documento sobre la función pastoral de los archivos eclesiásticos, prepara otros sobre el inventario de los bienes culturales y sobre los museos eclesiásticos. El tema general de las Jornadas, El arte y la fe en el encuentro con Dios, fue desarrollado desde varios puntos de vista. El profesor de la Facultad teológica valenciana, José María Belarte, disertó sobre la teología que subyace en la exposición La Luz de las Imágenes, titulando su ponencia Las imágenes, resplandor de la palabra(193). Desde el campo musical, José Vicente González Valle habló de la Música, expresión del espíritu orante(194). Antonio Ignacio Meléndez Alonso expuso los proyectos de la Fundación Las Edades del Hombre, Entre el antes y después de 'Encrucijadas'(195). El último día, 18 de junio, el Director de la BAC, Joaquín Luis Ortega, presentó el libro del P. Plazaola Historia del Arte Cristiano, dentro de la Serie de Manuales de Teología Sapientia Fidei, especialmente dirigida a los seminarios y centros de formación sacerdotal(196). Antonio Muñoz Osorio, Director del Secretariado. Nuevo organigrama funcional Mons. García Aracil llamó, para la dirección del Secretariado, a D. Antonio Muñoz Osorio, de la archidiócesis de Granada, que, como Delegado Diocesano para el Patrimonio, y Subdelegado de los Obispos de Andalucía para la Comisión Mixta con la Junta de Andalucía, había dado muestras suficientes de buen hacer, capacidad de coordinación y aptitud para el trabajo en equipo. Fue nombrado por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, en junio de 1999(197). Como novedades importantes, D. Santiago introdujo la publicación de unas circulares, sin periodicidad fija, que sirvieran de vehículo de comunicación inmediata con las delegaciones diocesanas de Patrimonio. Cada Circular adjuntaría fotocopias de informaciones de interés. Además, recuperó la idea de que Patrimonio Cultural apareciera semestralmente. Boletín que, por cierto, mantenía el mismo tamaño, pero con distinta portada y presentación. El 7 de octubre, la Comisión aprobó el organigrama y funcionamiento del Secretariado. Quedó estructurado en nueve departamentos, con un responsable al frente: Evangelización, Manuel Íñiguez; Legislación, P. Carlos Corral; Archivos, José María Martí Bonet; Bibliotecas, P. Félix Rodríguez Barbero; Museos, Máximo Gómez; Musicólogos, Aurelio Sagaseta; Catedrales, Miguel Sánchez Ruiz; Monasterios, P. Javier Campos; y Restauración, gestión y difusión, que, de momento, carecía de responsable(198). Además de las reuniones de enero con los representantes de la Iglesia en las comisiones mixtas de las autonomías, y las jornadas nacionales de junio, se programaron reuniones por cada uno de los departamentos, repartidas a lo largo de todos los meses del año, cuyo calendario se hacía público a comienzo de cada curso. Unas pautas de organización para las Delegaciones Episcopales de Patrimonio, 2002 El 8 de marzo de 2000 fuimos convocados los Delegados Diocesanos de Patrimonio Cultural. Mons. García Aracil nos planteó la necesidad de dar forma a un directorio u orientaciones comunes para los organismos diocesanos encargados del patrimonio cultural, y de este modo alcanzar una cierta homogeneidad, ante la diversidad existente en las diócesis. Los objetivos coincidían con los fijados por el Papa a la Pontificia Comisión de Bienes Culturales, mutatis mutandis, es decir, adaptándolos al ámbito local. Se formó un grupo de trabajo que, en repetidas reuniones, fueron dando cuerpo a un texto borrador, que fue presentado en la reunión de delegados de 15 noviembre de 2001, para someterlo a su consideración y diálogo, y para recibir las propuestas que mejorasen la redacción. Finalmente, el documento fue publicado con fecha 25 de abril de 2002, con el título de La Delegación Episcopal para el Patrimonio Cultural de la Iglesia. Principios y sugerencias para su estructura y funcionamiento(199). La motivación fundamental del documento es ofrecer un instrumento, sencillo y básico, que facilite a los Ordinarios unos conceptos y principios fundamentales y algunas sugerencias para la estructuración y funcionamiento de las Delegaciones Episcopales para el Patrimonio Cultural de la Iglesia. La atención a los bienes culturales de la Iglesia, por su origen y su fin, es parte integrante de la misión pastoral de los Obispos(200). Para el mejor desempeño de esta misión, los Obispos han creado las Delegaciones para el Patrimonio Cultural(201), como órgano pastoral y técnico de la Curia Diocesana para la gestión los bienes culturales, en su vertiente evangelizadora y social. La misión de la Delegación Episcopal para el Patrimonio Cultural es velar por el conocimiento, conservación, restauración, puesta en valor, custodia, difusión y promoción de los bienes culturales de la Iglesia, para que este legado creado, recibido y conservado por ella, continúe prestando su servicio a la comunidad cristiana y a la sociedad. La gestión del patrimonio cultural requiere, en muchas ocasiones, el concurso de un equipo de colaboradores especializados, capaz de desarrollar las diversas funciones específicas de la Delegación Episcopal. Sobre las Delegaciones episcopales recaen, en último término, las grandes tareas que ha de cuidar y realizar la Iglesia: • Valorar las numerosas formas de expresión cultural que la Iglesia ha creado y sigue creando en el cumplimiento de su misión. • Velar por la conservación de la memoria del pasado y por la tutela de los monumentos y documentos del espíritu, promoviendo una labor continua de conocimiento, conservación, restauración, puesta en valor, custodia, difusión y promoción de los bienes culturales de la Diócesis(202). • Fomentar nuevas creaciones que sean aptas para el culto y la educación en la fe, procurando para ello un contacto frecuente con los operadores del sector, de manera que también nuestra época pueda registrar obras que documenten la fe y el genio de la presencia de la Iglesia en la historia. • Contribuir desde su área al diálogo entre la fe y la cultura. • Alentar la formación del clero, de los artistas y de todos los interesados en los bienes culturales, para que el patrimonio de la Iglesia sea tenido en cuenta plenamente en el culto, en la catequesis, y en el servicio a la sociedad(203). • Examinar los proyectos de restauración, reforma, adaptación y decoración del patrimonio eclesiástico, en conformidad con la legislación y normativa vigentes. • Cuidar que el uso cultural de los templos responda a los criterios fijados por la Iglesia, y que el contenido de los actos respete el carácter sacro del lugar. • Proponer los criterios y condiciones para el préstamo de bienes culturales con destino a exposiciones. • Sugerir los criterios y las condiciones para la reproducción y comercialización de los bienes culturales y regular su correcta utilización. • Divulgar en la Diócesis los documentos eclesiales y la legislación civil referidos al patrimonio cultural. • Procurar que en las diversas muestras del patrimonio cultural de la Iglesia se ponga de relieve su naturaleza y finalidad. • Procurar que las iglesias, archivos, bibliotecas y museos de la Diócesis tengan unas instalaciones dignas y seguras; que estén dotados de medios adecuados; que su funcionamiento sea eficaz, y que estén atendidos por personal cualificado, de acuerdo con las normas y criterios establecidos(204). • Promover cauces de diálogo y colaboración con los distintos organismos de la Administración Pública competentes en la conservación del patrimonio cultural, y con otras entidades de iniciativa social capaces de contribuir a estos fines. • Dialogar con los técnicos y hacer el seguimiento de los proyectos, cuando están siendo estudiados e informados por los organismos civiles competentes en materia de patrimonio cultural. • Colaborar con Fuerzas de Seguridad en la salvaguarda de los bienes culturales. • Los delegados episcopales deberán participar en las reuniones que se organicen en el ámbito nacional, autonómico o de provincia eclesiástica.
Los Museólogos fueron convocados en febrero de 2000. Los encuentros de directores de museos eclesiásticos venían produciéndose desde el inicio de las jornadas nacionales. No olvidemos que la creación de museos diocesanos fue una de las primeras preocupaciones de la Iglesia en estos últimos cincuenta años. Los directores de museos participaron en aquella reunión de Madrid de enero de 1981, y consiguieron formalizar su asociación y estatutos en 1984. En esta nueva etapa, los encuentros específicos fueron especialmente fecundos. En la reunión del 24 de febrero de 2000, Máximo Gómez trató de la Legislación civil y canónica sobre los préstamos de las obras de arte(205); el Director de UMAS informó sobre el Seguro del Patrimonio Cultural, y Manuel Íñiguez Ruiz-Clavijo habló de los Criterios catequéticos para el uso correcto de los bienes culturales de la Iglesia(206). En esta reunión se adoptó el acuerdo de preparar un directorio, orientaciones o normas de funcionamiento para los museos, acuerdo que, después de un intenso trabajo en equipo, pudo convertirse en realidad con la aprobación y publicación del documento Los Museos de la Iglesia. Principios y sugerencias para su estructura y funcionamiento, en diciembre de 2004. El directorio de los museos eclesiásticos, redactado por la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural está concebido como una orientación a los obispos diocesanos, sobre la base de la ya larga experiencia de los responsables de museos eclesiásticos y de comisarios de exposiciones. Parte de la base de que los museos de la Iglesia prestan un importante servicio a su misión evangelizadora, a la difusión del humanismo cristiano y al enriquecimiento cultural de la sociedad. De un modo inmediato sirven para la conservación, custodia, valoración, exposición y difusión de aquellos bienes histórico-artísticos que testimonian la fe y cultivan la memoria de la Iglesia. Las obras recogidas en los museos están destinadas al anuncio misionero del Evangelio y a la catequesis; se exponen de modo que puedan ser contempladas en relación con su función y su contexto histórico, social, ambiental y devocional, de los que constituye una peculiar expresión y testimonio. Recomienda el documento que se instituyan formalmente museos de la Iglesia, bien sea de alcance diocesano o perteneciente a otras instituciones eclesiásticas, dirigidos por una persona con formación específica y dedicación, que tenga la responsabilidad de la organización y gestión pastoral, cultural, científica y administrativa del mismo. Es importante que el museo de la Iglesia tenga una sede digna, en coherencia con los bienes histórico-artísticos que expone, y que los espacios se atengan a unos criterios bien definidos, de acuerdo con un proyecto global elaborado por expertos, y siguiendo la normativa vigente sobre espacio, instalaciones, conservación y seguridad. Debería disponer de unas dependencias auxiliares para las actividades complementarias (almacén, taller restauración, biblioteca, aula didáctica, archivo). Es imprescindible que estén dotados de sistemas de seguridad contra robo e incendio, vigilancia, protección y conservación preventiva. Dada la dimensión educativa de los museos de la Iglesia, han
de estar concebidos, articulados y presentados en función del mensaje que se
quiere transmitir. Conviene que disponga de una aula didáctica que facilite el
conocimiento del contenido y del contexto de las obras; que elabore materiales
didácticos, y que forme y prepare a los guías mediante un programa específico. Desde 1990, en que apareció el primer número de Memoria Ecclesiae, han pasado quince años de labor ininterrumpida. Desde el principio adoptó una presentación elegante, en formato de revista científica. Martí Bonet, como Presidente de la Asociación, planteaba el objetivo de la publicación como una muestra de la voluntad de los archiveros de mejorar su quehacer vocacional, según el lema de «non nobis sed vobis»(207). Aquel primer número recogió las ponencias del curso de archiveros impartido en Madrid en septiembre de 1988. A partir de ese momento, y bajo la inspiración o dirección de Agustín Hevia Ballina, sirvió como actas de los congresos de archiveros, que se vinieron celebrando anualmente en la segunda o tercera semana del mes de septiembre, en diversos lugares. Cada año se fijó un tema monográfico, que estimulara a los archiveros e historiadores a preparar sus ponencias y comunicaciones, indagando en sus propios archivos. Además, se fue publicando en sus páginas un trabajo colectivo: la presencia del santoral hispanomozárabe en la hagiotoponimia de la geografía española. Hoy, cuando ya han visto la luz veinticinco volúmenes, dos en prensa y otros dos en preparación, podemos decir que constituyen un corpus de estudios históricos de primer orden. Resulta impresionante la mera enumeración de los temas tratados: 1988. I. Los Archivos de la Iglesia: Presente y futuro. Madrid Un paso más en la revista fue la edición digital, que, junto con la Guía de los Archivos de la Iglesia en España, fue presentada en la sede de la Conferencia Episcopal el 31 de mayo de 2001. En un CD se incluían los 17 primeros volúmenes de Memoria Ecclesiae, mas el Catálogo de la Exposición Bibliográfica y los primeros tomos de Ecclesiae Vita, dedicados a la Documentación sobre cofradías... Diócesis de Burgos. El conjunto supone unas 9.700 páginas. Uno de los objetivos de esta publicación era dar a conocer la preparación historiográfica y la competencia científica de los archiveros eclesiásticos y prestigiar su figura. A su vez, formaba parte de los propósitos iniciales de la Asociación Nacional, de procurar la formación permanente de sus asociaciones. Para tal fin, había organizado cursillos de archivística en Madrid, Barcelona, Granada... y, ante la creciente demanda de los mismos archiveros, ha vuelto a organizarlo este año 2005, secundando la iniciativa del Archivo Diocesano de Bilbao, sobre la aplicación de la norma ISAD-G a los archivos eclesiásticos. Las Bibliotecas de la Iglesia en España, 2003 Otra iniciativa largamente acariciada era la edición de una Guía de las Bibliotecas de la Iglesia en España, que actualizara la que ya apareció en la conocida Guía de los Archivos de la Iglesia en España, de 1985. En febrero de 2001 se reemprendió la tarea de completar datos. Finalmente, el libro vio la luz en 2003 en una cuidada edición, con unos completos índices(208). Los bibliotecarios se reunieron anualmente, en sesiones de formación y de información. En las de 2001 pudieron escuchar a Vicente Viñas, profesor de Conservación de Libros y Documentos, sobre La conservación del patrimonio bibliográfico documental de la Iglesia(209). Agustín Hevia disertó sobre La Iglesia y la cultura: Bibliotecas eclesiásticas. Génesis y desarrollo(210). Los inventarios Fue una de las primeras necesidades que se vieron desde el principio de la toma de conciencia del patrimonio cultural, como algo más que la conservación y buena administración de unos bienes materiales destinados al culto. La ocasión fueron los robos y ventas ilegales, pero en realidad era un instrumento indispensable para el conocimiento, investigación, estudio y difusión, la tutela, protección y conservación de aquellos bienes culturales, que interesan tanto a la sociedad en razón de la historia y del arte, como a la Iglesia en razón del culto y de la evangelización. Las propuestas han sido repetidas hasta la saciedad. Se ha buscado un modelo común, que permita la intercomunicación de información entre las distintas diócesis, para llegar a un corpus de alcance nacional. La verdad es que no se ha conseguido, con la dificultad añadida de que cada Comunidad Autónoma sigue su propio modelo, y, aunque sean muy parecidos entre sí, basta que haya una variante para que los datos no resulten homogéneos. Aún así, el peor inventario es el que no se hace. Para iluminar y animar a los responsables del patrimonio, la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales publicó una carta circular, titulada Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia, fechada en el Vaticano el 8 de diciembre de 1999(211). Para su estudio y comentario, fuimos convocados los Delegados Diocesanos y los Directores de Museos a la reunión anual en Madrid, el 26 de octubre de 2000. El catedrático de Historia del Arte de Granada, Domingo Sánchez-Mesa, tituló su ponencia como Razones y criterios para los inventarios y catálogos de los bienes del patrimonio de la Iglesia. Algunos de los criterios a tener en cuenta, según Sánchez-Mesa, son que el inventario ha de ser hecho por personas formadas en arte, y que sean sensibles al sentido trascendente religioso. Aunque el inventario no sería distinto del que pudiera hacer cualquier experto, el catálogo debe incluir la orientación específica que lo convierta en instrumento de evangelización. Como en las grandes exposición, los catálogos habrán de cuidar no sólo lo espectacular, sino la dimensión didáctica: unir al relumbrón de la riqueza material el brillo de su contenido. Seguidamente, el Director del Museo Diocesano y Catedralicio de Pamplona, Jesús Omeñaca, que ofreció un modelo de ficha común para el patrimonio mueble. Y quien suscribe, Manuel Jesús Carrasco, comentó la Carta Circular, y destacó el novedoso planteamiento del documento, por la atención prestada a los contextos. Tales datos permitirán situar el bien cultural inventariado en su ambiente, en su origen y función, referencias hoy tan valoradas por la historia de las mentalidades, y en orden a una historia de la pastoral(212). Los mismos comentarios a la carta circular fueron expuestos en la reunión anual de Bibliotecarios, el 30 de noviembre de 2000. Una escuela de Guías o Monitores del Patrimonio Desde 1986, al menos, se viene trabajando en la idea de una escuela de Guías o Monitores del Patrimonio. A pesar de los intentos, no ha llegado a crearse una cátedra universitaria para este fin. Sin embargo, se han logrado en algunas diócesis otras experiencias, más modestas pero no menos eficaces. Tales son los casos de Segovia (1996) y de Jaén (2000), que otorgan diplomas desde la Escuela de Teología, o cursos específicos impartidos desde los museos diocesanos, como León, Pamplona, o Santillana del Mar. Normativa eclesiástica y legislación civil. Préstamos. Conciertos en las iglesias La reunión de los delegados y representantes en las comisiones mixtas, de 18 de enero de 2001, tuvo como centro de atención la normativa y legislación vigente en materia de patrimonio. Era otro tema que venía ocupando al Secretariado desde sus inicios. En esta ocasión, D. José Giménez y Martínez de Carvajal, catedrático emérito de la Complutense, y consultor de la Conferencia Episcopal, habló del Marco jurídico de las relaciones Iglesia-Estado en materia de Patrimonio Cultural. Santiago Petschen se refirió en su ponencia al patrimonio en el marco del Derecho Internacional comparado. Y finalmente, el P. Carlos Corral, con Isabel Aldanondo, presentó su libro Código del Patrimonio Cultural de la Iglesia(213), como «guía para convenios futuros». Magnífica obra (1.423 páginas), utilísima, y largo tiempo reclamada, como un prontuario de cuanto se ha legislado sobre la materia desde la Santa Sede hasta la última diócesis. Las diócesis, por su parte, avanzaron en la normativa particular sobre el Patrimonio. La Provincia Eclesiástica de Madrid promulgó un Decreto sobre la conservación y cuidado del Patrimonio Histórico-Artístico de la Iglesia, con fecha 22 de enero de 2001, y una Instrucción sobre el préstamo de piezas del Patrimonio Histórico-Artístico de la Iglesia en dicha provincia, en la misma fecha(214). La diócesis de Jaén, que ya disponía de un magnífico Directorio sobre los bienes temporales de la Iglesia, de 1995(215), con numerosas referencias al patrimonio cultural, publicó unas Orientaciones pastorales, jurídicas y administrativas sobre los bienes del patrimonio cultural de la Iglesia, que complementaron las anteriores en los aspectos específicos de los bienes culturales(216). El 22 de noviembre de 1999 publicaba también unas orientaciones y normativa sobre conciertos musicales en templos abiertos al culto(217). Sobre Conciertos en las Iglesias hacía un balance de la normativa vigente, y en concreto sobre la de Málaga, el Deán de la catedral y Delegado Diocesano, Francisco García Mota(218). El uno por ciento cultural El 29 de diciembre de 2000 se firmó un Acuerdo de colaboración entre el Ministerio de Fomento y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para la actuación conjunta en el Patrimonio Histórico Español. En él se concretan los programas a los que será aplicado el llamado uno por ciento cultural, que dispone el artículo 68 de la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español. Ocupa el primer lugar el Plan de Catedrales, que incluye también las Basílicas y Colegiatas de especial singularidad; y también los programas de Monasterios y Edificios conventuales y de Restauración del Románico, siempre que estén declarados bien de interés cultural. En estos tres programas se excluye el requisito de que sean de titularidad pública o estén cedidos por treinta años a una entidad pública. El Plan Nacional de Monasterios, Abadías y Conventos, de 2004 La Ministra de Educación, Cultura y Deporte, Pilar del Castillo, y el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Antonio María Rouco Valera, firmaron el 25 de marzo de 2004 el Acuerdo de colaboración entre el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Iglesia Católica para el Plan Nacional de Abadías, Monasterios y Conventos(219). El acuerdo, que había sido concebido, junto con el Plan de Catedrales, en el año 1990, es similar en su estructura y articulado al del Plan Nacional de Catedrales, firmado el 25 de febrero de 1997 . El Ministerio reconoce la función primordial de culto y vida comunitaria y la utilización con fines religiosos de las abadías, monasterios y conventos, reafirma su respeto a los derechos de propiedad o uso de la Iglesia sobre dichos bienes, y reconoce la importancia de los conjuntos monásticos como bienes de especial relevancia integrantes del Patrimonio Histórico Español que deben ser conservados, mantenidos y custodiados. Por su parte, la Iglesia reitera su voluntad de que continúen al servicio del pueblo español, así como de cuidarlos y utilizarlos de acuerdo con su valor histórico y artístico, respetando siempre su finalidad última, que es la vida religiosa claustral. Las Abadías, Monasterios y Conventos en los que se actuará bajo el marco de este Acuerdo deberán tener la categoría de bien de interés cultural y las actuaciones a realizar seguirán en todo momento lo establecido previamente por los Planes Directores o por los Planes de Actuación que se elaboren, según las características de cada inmueble. Los Planes Directores serán elaborados por equipos pluridisciplinares, y habrán de ser aprobados por los representantes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, de la Comunidad Autónoma correspondiente y de la Iglesia Católica a través de la Comisión Técnica de Seguimiento. La financiación, tanto de los Planes como de las obras de restauración, se acordará y realizará conforme a los porcentajes que en cada caso se determinen. Los Planes Directores deberán contener precisa información sobre el estado de conservación, propuesta de actuaciones y presupuestos de esos trabajos, programación de las intervenciones y una relación de los usos compatibles con su naturaleza monástica, que puedan darse a los monumentos. Se diseñarán fórmulas que permitan mantener las actividades religiosas y de desarrollo de la vida de cada comunidad, sin menoscabo de un acercamiento de sus valores patrimoniales a la sociedad. Además de las actuaciones sobre aspectos arquitectónicos, se elaborará también un catálogo de aquellos bienes muebles que sean o hayan sido de uso abacial, monástico o conventual, y que sean susceptibles de ser conservados y documentados. Asimismo, se elaborará un inventario del patrimonio inmaterial. En todo este proceso, se prestará especial atención al patrimonio documental y bibliográfico. Para el seguimiento de este acuerdo, se constituirá una Comisión Mixta paritaria formada por cuatro representantes del Ministerio y otros tantos de la Conferencia Episcopal. A su vez, en cada Comunidad Autónoma se creará una Comisión técnica paritaria de seguimiento de las obras que se estén llevando a cabo en su territorio, en la que estarán presentes tanto el Ministerio como la propia Comunidad Autónoma y la Iglesia. Las XX Jornadas Nacionales del año 2000, en Guadalupe: Arte y Liturgia en los espacios celebrativos Después de las Jornadas de Valencia, y ya constituido el nuevo Secretariado, las Jornadas siguientes tuvieron lugar en Guadalupe (2000), Covadonga (2001), Granada (2002), Santander (2003), Burgos (2004) y Logroño (2005). La Comisión Episcopal, en su reunión de octubre, acordó celebrar las Jornadas en el Monasterio de Guadalupe, y tendría como tema monográfico el de Arte y liturgia en los espacios celebrativos, teniendo en cuenta que, una vez pasado el momento del cambio litúrgico y asentada la renovación, no se había vuelto a tratar de la relación arte-liturgia. Por eso sería organizada con la colaboración del Secretariado Nacional de Liturgia, que era casi como volver a los orígenes. Las Jornadas se celebraron, efectivamente, los días 26 al 29 de junio de 2000, en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Pronunció el discurso de apertura el Presidente de la Comisión, Mons. García Aracil. El P. Sebastián García, OFM. explicó la historia del monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad(220). Los ponentes estudiaron las relaciones entre la liturgia y el arte, e hicieron un recorrido por los distintos lugares o sedes en los que la liturgia necesita del concurso del arte para otorgar al culto la belleza que lo aproxime a la sublimidad de lo divino. Así, fueron tratados los espacios celebrativos, por Javier Campos(221). La experiencia litúrgica como inspiración artística, por Aurelio García Macías(222). los espacios de ayer y de mañana, por Jaime Sancho Andreu(223). El altar cristiano, por Juan María Canals(224). El ambón, por Juan Miguel Ferrer(225). La cátedra y la sede, por Antonio Lara(226). El órgano, por Antonio Alcalde(227). El baptisterio, por Ángel Gómez Guillén(228). La sede penitencial, por Lluis Prat(229). La capilla del Santísimo, por Arturo Gallego(230). Ciertamente, significó una puesta al día de la aplicación de la normativa, a la luz de la experiencia de treinta y cinco años de renovación litúrgica y artística. Las XXI Jornadas Nacionales en Covadonga, 2001. Hacia un humanismo cristiano Las XXI Jornadas Nacionales de Delegados Diocesanos para el Patrimonio Cultural de la Iglesia, se celebraron en Covadonga (Asturias), del 25 al 28 de junio de 2001(231). Tras el saludo de Mons. García Aracil, Presidente de la Comisión, y del Obispo Auxiliar de Oviedo, Mons. Atilano Rodríguez, la conferencia inaugural corrió a cargo del profesor del Instituto Superior de Estudios Teológicos de Oviedo, Silverio Cerra Suárez, quien habló de Covadonga: significados universales de un Santuario(232). El Obispo de León y miembro de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, Mons. Antonio Vilaplana Molina, ofreció la primera ponencia del martes 26 de junio, titulada Metonimia arquitectónica(233). A continuación, el P. Plazaola, catedrático emérito de Deusto, trató sobre El patrimonio artístico, fuente de Cultura y de Nuevo Humanismo(234). El día 27 tuvo lugar la tercera ponencia bajo el título Pensamiento transmoderno, experiencia estética y arte cristiano, ofrecida por el catedrático de la Facultad de Teología de Valencia, Juan José Garrido Zaragozá(235). El tema general fue tratado también desde otros ángulos, como la catequesis, los archivos, las bibliotecas, las exposiciones y las visitas guiadas. José Jaime Brosel Gavilá expuso El Patrimonio Cultural de la Iglesia como ámbito evangelizador. Iconografía, religiosidad popular y catequesis(236). Agustín Hevia habló de La 'plantatio Ecclesiae': aportación de los archivos a la historia de la comunidad(237). Antonio García Madrid y Mª Isabel Manzano García, Recomendaciones y experiencias para una política de normalización y crecimiento de las bibliotecas y de los archivos de la Iglesia, hechas desde una biblioteca universitaria(238). Manuel Íñiguez Ruiz-Clavijo, Patrimonio Cultural y Catequesis(239). Ángel Sancho Campo, El Patrimonio Cultural de la Iglesia al servicio de la liturgia(240). Manuel Bueno Ortega, La exposición 'En la tierra del Santo Rostro', una experiencia de fe(241). Y Antonio Naval Mas, Programa de visitas guiadas del Obispado de Huesca(242). Las XXII Jornadas Nacionales en Granada, 2002. Arquitectura religiosa para los nuevos tiempos Granada acogió las XXII Jornadas Nacionales del Patrimonio Cultural de la Iglesia, los días 24 al 27 de junio de 2002, organizadas por la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, y trataron de la Arquitectura religiosa para los nuevos tiempos(243). Las sesiones se celebraron en el Seminario Diocesano. La lección inaugural corrió a cargo del arquitecto y profesor del Departamento de Construcciones Arquitectónicas de la Universidad de A Coruña, Esteban Fernández Cobián, quien habló de Arquitectura religiosa del siglo XX en España(244). El 25 de junio, la primera ponencia, preparada por el Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, Julián López Martín, bajo el título Significado religioso y litúrgico del espacio de la celebración(245), fue expuesta por Máximo Gómez en su nombre. Pero sin duda, lo que levantó mayor expectación fue la ponencia del P. Marko Ivan Rupnik, S.J., creador de la nueva capilla papal Redemptoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano, en la que comentó el Pensamiento teológico, litúrgico y artístico que está presente en dicha arquitectura(246). Un tema de gran interés práctico fue el tratado por José Cuesta Revilla, sobre La Ley del Suelo y la construcción de templos. En mesa redonda se trató de Un proyecto de complejo parroquial.El sociólogo Juan González Anleo disertó sobre La arquitectura religiosa en el conjunto de la ciudad(247). Por su parte, el arquitecto y Director del Máster de Restauración y Rehabilitación del Patrimonio de la Universidad de Alcalá de Henares, Carlos Clemente, trató de Restauración y adecuación de templos antiguos para los nuevos tiempos. El arquitecto de la Comisión Diocesana de Tarragona, Joan Figuerola, versó sobre la creación del espacio sagrado(248). Finalmente, el P. Francisco Coello de Portugal, OP, arquitecto, manifestó la Experiencia creativa de un artista religioso, sobre su larga trayectoria como creador de más de 4.000 proyectos de espacios religiosos, educativos y residenciales al servicio de la acción de la Iglesia(249). Los asistentes, guiados por Antonio Muñoz Osorio, Delegado Diocesano de Granada y Director del Secretariado de Patrimonio de la CEE, pudimos contemplar la exposición Alonso Cano. Arte e iconografía, en el centenario de su nacimiento, con la que se inauguraba el Museo Diocesano, instalado en el antiguo edificio de la Curia granadina. Las XXIII Jornadas Nacionales de Santander, 2003. Los Museos de la Iglesia Santander acogió las XXIII Jornadas Nacionales del Patrimonio Cultural de la Iglesia, los días 23 al 26 de junio de 2003, que en esta ocasión estuvieron dedicadas a Los museos de la Iglesia, dentro del marco general de Patrimonio Cultural y Evangelización.Joaquín González Echegaray, Delegado Diocesano de Santander, abrió las jornadas con una lección inaugural titulada Arte y fe en Cantabria(250). Al día siguiente, las Jornadas pudieron contar de nuevo con la presencia, siempre aleccionadora, de Mons. Francesco Marchisano, Presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, quien abordó el tema de la Naturaleza, finalidad y tipología del Museo de la Iglesia, para comentar la Carta Circular La función pastoral de los museos de la Iglesia, de 15 de agosto de 2001(251). El tema común, que desarrollaron los ponentes, fue el de la Organización de los Museos de la Iglesia. El arquitecto Pablo Puente Aparicio, uno de los artífices de las exposiciones Las Edades del Hombre, explicó las nociones fundamentales sobre La estructura arquitectónica e instalaciones. La tercera ponencia versó sobre el tema de la Formación de los agentes del Museo de la Iglesia, a cargo de Miguel Ángel Barbado Esteban, Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural en Segovia, que goza de probada experiencia en el campo de la formación de guías y monitores del patrimonio(252). Máximo Gómez Rascón, Delegado de León y presidente de la Asociación Nacional de Museólogos de la Iglesia, continuó en la línea de la organización, hablando de la Exposición pedagógica y catequética. Función pastoral del Museo(253). La quinta Ponencia del programa trató de La conservación, y tuvo como ponente a Víctor Cageado Santacruz, arquitecto y conservador de Museos de la Subdirección General de Museos Estatales, del Ministerio de Educación y Cultura. La cuestión de La Seguridad fue tratada por Jaime Gómez Martín, asesor de Seguridad de Museos Estatales, de la misma Subdirección General. Finalmente, en la visita al Museo Diocesano de Santillana del Mar, Silverio Nieto, miembro del Servicio Jurídico Civil de la CEE, habló sobre Aspectos jurídicos del Museo de la Iglesia; donaciones, préstamos y depósitos. Las XXIV Jornadas Nacionales, de Burgos, 2004. La Música Patrimonio cultural de la Iglesia: la música sacra fue el tema, sin duda muy especializado pero de interés general, elegido para las XXIV Jornadas Nacionales del Patrimonio Cultural de la Iglesia, que tuvieron lugar en Burgos del 21 al 24 de junio de 2004. La lección inaugural fue ofrecida por el Director y profesor de órgano y composición del Conservatorio profesional de música de Teruel, Jesús María Muneta Martínez de Morentin, con el título Motu proprio 'Tra le sollecitudini' de San Pío X y su influjo en la vida de la Iglesia(254). La primera ponencia llevaba por el título La música en la vida de la Iglesia. Un panorama histórico, y fue expuesta por el Maestro de Capilla de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma y Presidente del Pontificio Instituto de Música Sacra, Mons. Valentí Miserachs Grau(255). Seguidamente, el catedrático emérito de Historia de la Música de la Universidad de Santiago de Compostela, el P. López Calo, S.J., disertó sobre Los archivos musicales de la Iglesia en la historia de la música en España(256). Por su parte, el organista de la catedral de Sevilla, José Enrique Ayarra Jarne trató de El órgano y su literatura en la liturgia y en la cultura(257). La cuarta conferencia versó sobre Los caminos de la música religiosa en el contexto de la música actual, y estuvo a cargo del musicólogo y miembro de la Real Academia de San Fernando, Antonio Gallego Gallego(258). Finalmente el 24 de junio participó el Maestro de Capilla de la catedral de Pamplona, Aurelio Sagaseta, quien habló de la formación musical en los Seminarios, y la posible creación de una Escuela Superior de Música Sacra(259). Son de destacar también las conferencias de Reynaldo Fernández y Carmen Millán, sobre la catalogación de los fondos musicales eclesiásticos y de los órganos en Andalucía(260), y la del P. García Pintado sobre el canto gregoriano(261). Últimas exposiciones promovidas por la Conferencia Episcopal: Christus Splendor in Charitate, 2004, Inmaculada, 2005. Con motivo de la celebración del Foro Universal de las Culturas, proyectada en el segundo semestre de 2004, la Comisión Episcopal de Patrimonio tenía encomendado por el Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal para 2002-2005, la organización de una exposición de arte sacro, que hiciera presente en el ámbito de la cultura la aportación del cristianismo a la civilización. En principio se titularía Christus Splendor. 2000 años de cristianismo en España. Para su organización, fueron nombrados Comisarios de la muestra José María Martí Bonet, de Barcelona, Francisco Tejada Vizuete, de Mérida-Badajoz, y Francisco-Juan Martínez Rojas, de Jaén(262). La exposición, con el título definitivo de Christus Splendor in Charitate fue inaugurada 12 de junio de 2004, en la Pía Almoina de Barcelona, bajo la presidencia de los Reyes de España, de los cardenales Rouco y Carles, del Presidente de la Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural, Mons. García Aracil. Fueron expuestas más de sesenta obras artísticas, procedentes de 35 diócesis de España, y estuvo acompañada con un ciclo de conferencias, conciertos y actos culturales. La organización de la muestra Inmaculada, promovida por la Conferencia Episcopal, con motivo del 150º Aniversario de la proclamación del dogma inmaculista, fue encomendada a la Fundación Las Edades del Hombre, con Antonio Ignacio Meléndez Alonso como comisario. Ha sido instalada en la Catedral de la Almudena, de Madrid, dedicada precisamente a la advocación de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Fue inaugurada el 29 de abril de 2005, y permanecerá abierta hasta el 12 de octubre. Cuenta con 132 obras piezas románicas, góticas, renacentistas y barrocas, procedentes de 40 diócesis y de colecciones privadas y museos. Figuran obras de Pedro Berruguete, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Giuseppe Cesari, Pacheco, Francisco Zurbarán, Alonso Cano o Bartolomé Esteban Murillo. Además de pinturas, esculturas y relieves, pueden verse libros u objetos, como la bula de la Definición Dogmática, la mitra utilizada por Pío IX, y manifestaciones de religiosidad popular, como coplas, juramentos de profesiones o legajos de cofradías. 8. La Comisión Episcopal del trienio 2005-2008, presidida por Mons. Asenjo Al renovarse los cargos de la Conferencia Episcopal para el trienio 2005-2008, que quedó presidida por Mons. Blázquez, la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural resultó compuesta por D. Juan José Asenjo Pelegrina, obispo de Córdoba, como Presidente, y por D. Antonio Vilaplana Molina, emérito de León, D. Felipe Fernández García, obispo de Tenerife, D. Carmelo Borobia Isasa, auxiliar de Toledo, D. Juan García-Santacruz Ortiz, obispo de Guadix, y D. Jaume Traserra Cunillera, obispo de Solsona. Continuaba como Secretario D. Antonio Muñoz Osorio, quien, poco tiempo después, renunciaba a su cargo tras dos trienios de fecundo trabajo. Le ha sucedido en el cargo Manuel Íñiguez Ruiz-Clavijo, de la diócesis de Calahorra, Logroño y La Calzada, a quien auguramos una exitosa gestión. IV. CONCLUSIONES 1. El fin primordial del Patrimonio de la Iglesia, es el mismo de la Iglesia: servir a Jesucristo, ser instrumento de mediación para el Mediador, especialmente en el culto divino, en la transmisión de la fe y en el ejercicio de la piedad y de la caridad, que acontece en el ámbito y la experiencia de la comunidad creyente. 2. El arte, la expresión verbal y musical, y la memoria de la vida de la Iglesia son, al mismo tiempo, e indisolublemente, arte, poesía, música e historia de los pueblos. Los bienes de la Iglesia, -res sacrae et pretiosae-, son bienes culturales de la sociedad. 3. Para prestar a los Obispos la ayuda y la orientación que necesitan en el complejo campo de los bienes culturales, fue creada la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural de la Iglesia en 1981. 4. La Comisión Episcopal se ha servido del Secretariado de la Comisión como ejecutor de los acuerdos de la misma. Con él han colaborado personalidades de primer rango científico, especialistas en materias jurídicas, históricas y artísticas: juristas, teólogos, arquitectos, artistas, pensadores. En su actual organigrama, participan como miembros activos los representantes de las principales áreas del patrimonio de la Iglesia: delegados episcopales, religiosos, Confer, archiveros, bibliotecarios, museólogos, musicólogos, pastoralistas. Los archiveros, museólogos y musicólogos han obtenido su propio estatuto jurídico, como asociaciones aprobadas por la Conferencia Episcopal. Las delegaciones episcopales tienen el rango que cada obispo le otorga. 5. Como medio de comunicación, de formación e información, la Comisión ha editado el boletín Patrimonio Cultural, que ha publicado 36 números con cerca de 2.000 páginas. Una extensión del mismo fue, en sus orígenes, la revista Ars Sacra, que luego se independizó del Secretariado. A partir de diciembre de 1999 comenzó a publicar una Circular, de más ágil difusión. Los Archiveros editan la magnífica colección Memoria Ecclesiae, con 25 volúmenes. 6. La Comisión para el Patrimonio ha prestado un notable servicio a la Conferencia Episcopal en las relaciones Iglesia-Estado, en la aplicación de los Acuerdos entre España y la Santa Sede, en la elaboración de convenios con los gobiernos autonómicos, en convenios nacionales, como el Plan de Catedrales o el de Monasterios, y en planes de mecenazgo. Ha intervenido ante los legisladores en el curso de la elaboración de leyes estatales o autonómicas relativas al patrimonio. En total respeto a la legislación, ha exigido los derechos y la libertad de la Iglesia, y ha reiterado su voluntad de servicio a la sociedad por medio de los bienes culturales. 7. El primer paso que se proponía la Comisión era la formación de los responsables del patrimonio, por su relación directa con las obras de arte o con los documentos. De ahí el interés por la formación en los seminarios, mediante libros de texto, o por medio de directorios o códigos del patrimonio. De esa voluntad nació, en gran parte, la convocatoria anual de las Jornadas Nacionales para el Patrimonio. 8. La Comisión ha propuesto metas concretas a las delegaciones diocesanas y a los religiosos, en orden a la gestión del patrimonio cultural: conocimiento (inventarios, catálogos, guías), custodia y conservación (restauraciones, seguridad, museos, archivos y bibliotecas) y difusión del patrimonio (exposiciones, páginas web). 9. En total sintonía con la Nueva Evangelización, reclamada por Pablo VI y Juan Pablo II, la Comisión Episcopal ha creado una nueva conciencia sobre el patrimonio, poniendo en primer plano el valor evangelizador de los bienes culturales nacidos de la vida de la Iglesia. Fruto de esa conciencia ha sido la innumerable cantidad de exposiciones, que, teniendo a Las Edades del Hombre como paradigma ideal, han sido organizadas en todas las diócesis españolas. 12. ¿Que queda por hacer? Al cabo de veinticinco años, podemos decir que no hay capítulos cerrados: los problemas y las tareas son las mismas y siempre nuevas. Por eso mantiene su actualidad cuanto se ha expuesto en las Jornadas Nacionales y cuanto se ha publicado en Patrimonio Cultural. Quizás hayamos avanzado mucho en la gestión del patrimonio, pero falta mucho por hacer en creación de un arte sacro, inculturado e inculturante, que transmita el mensaje de salvación por Jesucristo para el hombre del siglo XXI, y transforme su mentalidad neopagana. Y de cara a la creación, queda en el aire la pregunta: ¿crear una música religiosa para salas de concierto, o una música -verdadera y artística música- para la liturgia del pueblo? ¿crear unas artes plásticas de vanguardia para galerías, o un arte verdadero e inteligible que mueva a la fe de los sencillos y a la piedad? 11. Es justo que tributemos, finalmente, nuestro homenaje a quienes advirtieron la necesidad de atender el Patrimonio de la Iglesia desde una específica Comisión Episcopal, a los obispos que han presidido o formado parte de la Comisiones y a los cientos de delegados diocesanos, religiosos y colaboradores de la Comisión, que han trabajado incansablemente en los bienes cultuales y culturales de la Iglesia a lo largo de los últimos veinticinco años. Logroño, 27 de junio de 2005 NOTAS 1. El P. José Manuel de Aguilar Otermín, O.P., nacido en Madrid el 21 de mayo de 1912, falleció en Madrid, en el Convento de Santo Domingo el Real, el 3 de febrero de 1992. 2. El P. Juan Plazaola Artola, S. J., falleció el 24 de mayo de 2005, a los 86 años de edad. 3. Así lo reconoció Mons. Iguacen Borau en su discurso de apertura de las X Jornadas Nacionales de Patrimonio, 18 junio 1990: Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 19. 4. Mons. Almarcha nació en La Murada, Orihuela, 1887, falleció en León en 1974. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le otorgó la Medalla de Oro en 1969. 5. ALMARCHA HERNÁNDEZ, Mons. Luis, Arte sacro. Doctrina y normas. León, 1965. AA. VV. I Semana Nacional de Arte Sacro, León, 1958. FERNÁNDEZ CATÓN, José María, Arte Sacro y Concilio Vaticano II. II Semana Nacional de Arte Sacro, León, Junta Nacional Asesora de Arte Sacro - Centro de Estudios e Investigaciones «San Isidoro», 1965. 6. Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, 4 dic. 1963, n. 7. MARSILI, S., «Liturgia», en Nuevo Diccionario de Liturgia, Madrid, Paulinas, 3ª ed. 1996, 1153. 7. Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 122. 8. Concilio Vaticano II, Mensajes del Concilio a la Humanidad. Mensaje a los artistas, leído por el cardenal Suenens. 7 dic. 1965. JUAN PABLO II, Carta a los artistas, Vaticano, 4 abril 1999, en Patrimonio Cultural 29-30 (1999) 7-15. 9. Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium , n. 46. 10. Ibidem, nn. 122-129. 11. ARZOBISPADO DE VALENCIA. COMISIÓN DIOCESANA DE ARTE SACRO, Arte Sacro. Normas y documentos, Valencia, 1966. 12. PLAZAOLA, Juan, S.I., El arte sacro actual. Estudio. Panorama. Documentos, Madrid, BAC, 1965. Id., Futuro del arte sacro, Bilbao, Mensajero, 1973. 13. La colección de ARA se vio completada en 1987 por un magnífico tomo de índices: AGUILAR, J.M., OP. y Felipe CERVERA, Ara. Arte religioso actual. Índices, Madrid, Movimiento Arte Sacro, 1987. 14. Orden de 14 de marzo de 1970 del Ministerio de Educación y Ciencia: BOE 8-4-1970. 15. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, "La conservación del Patrimonio histórico-artístico de la Iglesia. Carta circular a los presidentes de las Conferencias Episcopales", Roma, 11 abril 1971. En Patrimonio Cultural 2 (1984) 11-13. 16. Rev. Ara, 37 (1973) 81-120. 17. «Editorial. Cauces nuevos de colaboración», en Rev. Ara, 38 (1973) 122-123. 18. «Buscando remedio», en Rev. Ara, 39 (1974) 38. 19. «Retablo de Luis de Morales restaurado», en Rev. Ara, 41 (1974) 100-107. El ICROA fue creado en 1961 y reorganizado en 1971. 20. SANCHO CAMPO, Ángel, El Arte Sacro en Palencia. Número extraordinario del Boletín Oficial del Obispado de Palencia, mayo, 1970. Comentario bibliográfico en Ara, 25 (1970) 117. SANCHO CAMPO, Ángel, «Museo Diocesano de Palencia», en Rev. Ara, 44 (1975) 73-80. Vuelve a exponer su labor, pionera en España, en 1980: «Experiencia en una diócesis -Palencia- sobre el patrimonio artístico», en Ara, 63-64 (1980) 156-162; «Monasterio de Clarisas de Aguilar de Campoo. Restauración de su iglesia conventual», en Ara, 65-66 (1980) 227-232. 21. «Estatutos de la Asociación Española de Archiveros y Bibliotecarios Eclesiásticos», en Patrimonio Cultural, 3 (1985) 13-16. 22. FERNÁNDEZ CATÓN, José María, El patrimonio cultural de la Iglesia en España y los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, Archivo Histórico Diocesano, 1980, págs. 39-40. 23. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXIV Asamblea Plenaria, Madrid, 23-28 febrero 1976, fols. 104-105. «Reglamento de los Archivos Eclesiásticos españoles», en Patrimonio Cultural, 3 (1985) 17-31. 24. FERNÁNDEZ CATÓN, José María, Dir., Los archivos de la Iglesia en España, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, Archivo Histórico Diocesano, 1978. 25. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XVIII Asamblea Plenaria, Madrid, 2-7 julio 1973, fols. 56-57. 26. Acuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno Español, de 28 de julio de 1976. CORRAL SALVADOR, Carlos, Acuerdos España - Santa Sede (1976-1994) , Madrid, BAC, 1999, págs. 75-76. 27. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, José Luis, «El Patrimonio Artístico», en Rev. Ara 52 (1977) 70-80; 53 (1977) 102-108; 54 (1977) 132-137; 55 (1978) 15-20. 28. CORRAL SALVADOR, Carlos, Acuerdos España - Santa Sede (1976-1994), o. c., págs. 248-249. FERNÁNDEZ CATÓN, José María, El Patrimonio Cultural de la Iglesia en España y los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede, o.c., págs. 9-54. 29. AGUILAR, José Manuel de, OP, «Algunas reflexiones sobre el tema», en Ara 54 (1977) 144-147. 30. «Hasta cuándo...?», en Ara, 62 (1979) 99-100. 31. Carta del Secretario General de la Conferencia Episcopal al Director General del Patrimonio, Madrid, 21 enero 1980. 32. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXXII Asamblea Plenaria, 19-24 noviembre 1979, fols. 123-124. 33. MELGARES RAYA, José, «Archivo Histórico Diocesano de Jaén», en Ara, 62 (1979) 109-115. 34. MARTÍ BONET, José María, «Catalogación del Patrimonio Artístico de la Iglesia. Anotaciones a una iniciativa», en Ara, 65-66 (1980) 210-217. 35. IGUACEN BORAU, Mons. Damián, «Servicio pastoral del arte sacro», en Ara, 61 (1979) 65-72. 36. CARRASCO TERRIZA Manuel Jesús, «Comentarios al documento 'Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia'», en Patrimonio Cultural, 33 (2001) 62-63. 37. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXVIII Asamblea Plenaria, Madrid, 27 febrero - 3 marzo 1978, fol. 33. 38. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXXIII Asamblea Plenaria, Madrid, 24-29 noviembre 1980, fol. 99. 39. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXX Asamblea Plenaria, Madrid, 20-25 noviembre 1978, fol. 113. 40. Carta del Secretario de la CEE al Ministro de Cultura, Madrid, 21 enero 1980. 41. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la LXXIX Reunión de la Comisión Permanente, Madrid, 8 mayo 1980, fols. 11-12. 42. Documento que, por cierto, no fue publicado oficialmente por el Boletín Oficial del Estado; sí por la Iglesia, aunque siete años más tarde: Boletín de la Conferencia Episcopal Española (=BCEE) 14 (1987) 85-87. 43. Con esta fórmula, más precisa, se quita hierro al hiriente giro «en posesión de». 44. Cfr. CORRAL SALVADOR, Carlos, Acuerdos España - Santa Sede (1976-1994), o. c., págs. 373-374. 45. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXXIII Asamblea Plenaria, Madrid, 24-29 noviembre 1980, fols. 114-115. 46. Carta del Secretariado Nacional de Liturgia, Departamento de Arte Sacro a los Obispos (prot. 451/80), Madrid, 17 diciembre 1980. 47. Acuerdos y propuestas de la reunión de Delegados del Patrimonio Histórico-Artístico y Documental de las diócesis españolas, reunidos en Madrid, el 15 de enero de 1981, en Pastoral Litúrgica 116-117 (1981); Patrimonio Cultural 1(1983) 6-8; 2 (1984) 26-27. 48. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXXIV Asamblea Plenaria, Madrid, 23-28 febrero 1981, fol. 61. 49. Ibidem, fol. 67. 50. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la LXXXVIII Comisión Permanente, Madrid, 25-27 julio 1981, fol. 36-44. 51. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXXV Asamblea Plenaria, Madrid, 23-28 noviembre 1981, fols. 76-77. 52. Ibidem, fols. 78-79. 53. Patrimonio Cultural, 3 (1985) 33. 54. «Normas con arreglo a las cuales deberá regirse la realización del inventario de todos los bienes muebles e inmuebles de carácter histórico-artístico y documental de la Iglesia española», Madrid, 30 marzo 1982. En Patrimonio Cultural, 1 (1983) 42-43; 2 (1984) 19-20. 55. CORRAL SALVADOR, Carlos, Acuerdos España - Santa Sede (1976-1994), o. c., págs. 373-374. 56. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Acta de la XXXIV Asamblea Plenaria, Madrid, 23-28 febrero 1981, fol. 67. 57. Patrimonio Cultural, 1 (1983) 44-49. 58. Carta del Presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural a los Srs. Obispos y Delegados Diocesanos de Patrimonio, Madrid, 29 marzo 1982. 59. Carta del Presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural a los Srs. Obispos y Delegados Diocesanos de Patrimonio, Madrid, 30 mayo 1982. Con carta del Secretario de la Comisión, y programa. 60. Patrimonio Cultural 2 (1984) 31-33. 61. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, XL Asamblea Plenaria, Madrid, 20-24 febrero 1984. BCEE 2 (1984) 51 62. Ibidem, pág. 59. 63. BCEE 4 (1984) 156. 64. «Patrimonio artístico: la Iglesia ha llegado a acuerdos eficaces con algunas Autonomías», en diario Ya lunes 19-III-1984, pág. 36; Editorial «El patrimonio histórico y su defensa concordada», ibidem, jueves 29-III-1984, pág. 5. 65. «IV Jornadas Nacionales del Patrimonio Cultural de la Iglesia. Conclusiones», en Patrimonio Cultural, 3 (1985) 32-33. 66. Cfr. ORTEGA, Pilar, «Jornadas de Patrimonio Cultural, en El Escorial. La Iglesia debe estar presente en el Consejo General del Patrimonio», en Diario Ya, domingo 24-VI-1984, pág. 15. Cfr. ibidem, viernes 22-VI-1984, pág. 35; sábado 23-VI-1984, pág. 37. 67. Patrimonio Cultural, 3 (1985) 33. 68. Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, «Proyecto de Ley. Patrimonio Histórico Español», 3 abril 1984, págs. 1191-1207. 69. La Comisión Episcopal, reunida el 25 de marzo de 1985, aprobaba y hacía suya la declaración de expertos del patrimonio de la Iglesia y responsables del patrimonio eclesiástico ante las Autonomías, formulada el 9 de marzo. «Declaración de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural», en Patrimonio Cultural 3 (1985) 47-48; BCEE 6 (1985) 72-73. 70. BOE, nº 155, de 25 junio 1985, 12534, págs. 20342-20352. 71. GARCÍA-ESCUDERO, Piedad, y Benigno PENDÁS GARCÍA, El nuevo régimen jurídico del patrimonio histórico español, Madrid, Ministerio de Cultura, 1986, pág. 140. 72. «Nota de la Comisión Episcopal del Patrimonio Cultural a propósito del programa sobre el patrimonio artístico emitido por Televisión Española», Madrid, 24 septiembre 1985: BCEE, 7 (1985) 155-156; Patrimonio Cultural, 4 (1986) 35. 73. CORRAL SALVADOR, Carlos, S.I., «El Patrimonio Cultural de la Iglesia», en Rev. Fomento Social 160 (1985) 432-443. 74. Real Decreto 111/1986, de 10 de enero, por el que se desarrolla parcialmente la Ley 16/1985, de 25 de junio de 1985, del Patrimonio Histórico Español: BOE 28-I-1986. 75. «Nota al proyecto del Real Decreto», Madrid, 10 enero 1986: Patrimonio Cultural, 4 (1986) 36. 76. «Asociación Española de Muséologos Eclesiásticos», en Patrimonio Cultural, 3 (1985) 7-12. 77. MARTÍ BONET, José María, Dir., Guía de los Archivos y Bibliotecas de la Iglesia en España. t. I: Archivos; t. II: Bibliotecas. Personal, León, Asociación Española de Archiveros Eclesiásticos, 1985. 78. IGUACEN BORAU, Mons. Damián, La Iglesia y su patrimonio Cultural, Madrid, EDICE - Secretariado de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, 1984. 79. PLATERO FERNÁNDEZ-CANDAOSA, Ramón, y José A. PÉREZ DEL RÍO MENÉNDEZ, Arte Sacro. Orientaciones y Normas. Colección de textos conciliares y posconciliares, Oviedo, Comisión Diocesana del Patrimonio Cultural de la Iglesia, 1986. 80. IGUACEN BORAU, Mons. Damián, Directorio del Patrimonio Cultural de la Iglesia, Tenerife, Boletín Oficial del Obispado, Enero 1987. 81. IGUACEN BORAU, Mons. Damián, Diccionario del Patrimonio Cultural de la Iglesia, Madrid, Ediciones Encuentro, 1991. 82. CANTÓ RUBIO, Juan, Símbolos del arte cristiano, Salamanca, Universidad Pontificia, Cátedra «El lenguaje del arte», 1985. 83. «VI Jornadas. El Escorial, 24-25 de junio de 1986. Conclusiones», en Patrimonio Cultural, 5-6 (1987) 31-32. 84. Cfr. SANCHO CAMPO, Ángel, «Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo desde el patrimonio cultural», en Patrimonio Cultural 5-6 (1987) 35-40. 85. Petschen Verdaguer, Santiago: La Iglesia Española y su Patrimonio Cultural. Directrices que orientan su actuación, en Patrimonio Cultural 5-6 (1987) 48-59. Corral Salvador, Carlos, SJ.: Patrimonio Cultural de la Iglesia, ibidem, 60-73. Aldanondo Salaverría, Isabel: Protección de los bienes culturales y libertad religiosa, ibidem, 76-90. 86. El convenio de 1984 con la Diputación General de Aragón fue reemplazado por otro firmado el 28 de noviembre de 1990: BCEE 30 (1991) 72-75; Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 7-9. 87. El convenio de 1987 fue sustituido por el suscrito el 7 de febrero de 1996: Patrimonio Cultural 23-24 (1996) 16-18. 88. «Acuerdos Iglesia-Estado y Gobiernos Autonómicos sobre Patrimonio Histórico-Artístico», en BCEE 14 (1987) 85-115. 89. Patrimonio Cultural, 1-12 (1990) 7-10. 90. BCEE 14 (1987) 51. 91. IGUACEN BORAU, Mons. Damián, «El Patrimonio Cultural de la Iglesia: su interés pedagógico y catequético», en Patrimonio Cultural 5-6 (1987) 41-44. 92. SANCHO CAMPO, Ángel, «Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo desde el Patrimonio Cultural (I)», en Patrimonio Cultural, 5-6 (1987) 35-40. 93. BCEE 16 (1987) 209-212; Patrimonio Cultural 7-8 (1988) 7-9. 94. LÓPEZ SOBRINO, Jesús, «Experiencias de evangelización desde el Patrimonio Cultural de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, en 7-8 (1988) 35-36. 95. LÁZARO LÓPEZ, Agustín, «Una experiencia del anuncio evangélico desde el Patrimonio Cultural de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 7-8 (1988) 37-41. 96. PLAZAOLA ARTOLA, Juan, S.J., «Hacia un programa de formación de monitores artísticos de la Iglesia» en Patrimonio Cultural, 7-8 (1988) 21-34. 97. IGUACEN BORAU, Damián, «La Virgen María en el Arte Español», en Patrimonio Cultural, 7-8 (1988) 16-20. 98. Patrimonio Cultural 7-8 (1988) 45. 99. CALVO MORALEJO, Gaspar, O.F.M., «Los santuarios marianos en la fe de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 9-10 (1989) 16-27. 100. El 30 de mayo de 1989, la Dirección General de la Policía enviaba al Director del Secretariado de la Comisión Episcopal para el Patrimonio un impreso descriptivo de bienes culturales sustraídos, con el fin de facilitar las denuncias. 101. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Carta sobre Conciertos en las Iglesias, (Roma, 5 noviembre 1987), en Patrimonio Cultural, 7-8 (1988) 10-12. 102. CARRIER, Hervé, S.J., Evangelio y culturas. Desde León XIII a Juan Pablo II, Madrid, Edicep, 1988 103. SANCHO, Ángel, «Un proyecto evangelizador y cultural: Las Edades del Hombre», en Patrimonio Cultural, 9-10 (1989) 31-34. 104. OBISPOS DE LA IGLESIA EN CASTILLA Y LEÓN, «El patrimonio cultural de la Iglesia en Castilla y León», Instrucción Pastoral, Valladolid, Pentecostés 1997: Ecclesia 2.844 (7 junio 1997) 34-38; Patrimonio Cultural, 27-28 (1998) 13-17. Cfr. «Estatutos de la Fundación Las Edades del Hombre», en Patrimonio Cultural 21-22 (1995) 76-81. 105. JUAN PABLO II, Constitución Apostólica Pastor Bonus, sobre la Curia Romana, Roma, 28 junio 1988, arts. 99-104, en Patrimonio Cultural 9-10 (1989) 7. 106. Patrimonio Cultural 19-20 (1994) 9-10; 23-24 (1996) 10-11. 107. Carta de Mons. Marchisano a los consultores de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, Roma, 5 mayo 1993: Patrimonio Cultural 19-20 (1994) 7-8. 108. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO E HISTÓRICO, Carta del Secretario, Mons. Marchisano, a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, Roma, 10 abril 1989. 109. Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 14-15 110. Patrimonio Cultural 15-16 (1992) 17-19. 111. Patrimonio Cultural 15-16 (1992) 7-16. 112. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO E HISTÓRICO DE LA IGLESIA, Circular «La formación de los futuros presbíteros en materia de patrimonio cultural», Roma, 15 octubre 1992, en Patrimonio Cultural, 17-18 (1993) 7-14. 113. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, «Las Bibliotecas eclesiásticas en la misión de la Iglesia», Roma, 19 marzo 1994, en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 7-13. 114. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta Circular a los Superiores Generales de las Familias Religiosas de todo el mundo sobre «Los Bienes Culturales de la Iglesia», Roma, 10 abril 1994, en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 14-18. 115. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA. Carta Circular «La función pastoral de los Archivos Eclesiásticos», Vaticano, 2 febrero 1997, en Patrimonio Cultural, 25-26 (1997) 19-27. 116. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta Circular «Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia», Vaticano, 8 diciembre 1999, en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 107-130. 117. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta Circular «La función pastoral de los Museos de la Iglesia», Vaticano, 15 agosto 2001, en Patrimonio Cultural, 34 (2001) 7-52. 118. Juan Pablo II. Discurso a la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, Roma 12 octubre 1995: «La importancia del Patrimonio Artístico en la expresión y en la inculturación de la fe», Patrimonio Cultural 23-24 (1996) 7-9 119. Juan Pablo II. Mensaje a los participantes en la II Asamblea de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia: «Los Bienes Culturales de la Iglesia con referencia a la preparación del Gran Jubileo» Castelgandolfo, 25 septiembre 1997, Patrimonio Cultural 27-28 (1998) 7 120. MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José, «Conservación y potenciación del patrimonio religioso-cultural generado por el Camino de Santiago», en Patrimonio Cultural, 11-12 (1990) 22. 121. GONZÁLEZ VALLE, José Vicente, «Musicología: Breve historia. Trabajos de catalogación. El RISM. Proyecto de Acuerdo de Colaboración», en Patrimonio Cultural, 11-12 (1990) 23-26. 122. OMEÑACA SANZ, Jesús María, «Normas orientadoras, de alcance nacional, para poder actuar coordinadamente ante las frecuentes peticiones, utilización, estudios, proyectos, etc., del patrimonio histórico cultural de la Iglesia (I)», en Patrimonio Cultural, 11-12 (1990) 27-38. 123. Patrimonio Cultural 11-12 (1990) 39-54. 124. BCEE 27 (1990) 35; Patrimonio Cultural 11-12 (1990) 60. 125. Al pasar a la condición de obispo emérito de Tenerife, fue reelegido como Presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio, en la LV Asamblea Plenaria de la CEE, de noviembre de 1991: BCEE 33 (1992) 49. 126. BCEE 28 (1990) 133. 127. Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 19-25. 128. PLAZAOLA ARTOLA, Juan, S.J., «Arte actual - nuevo arte sacro», en Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 27-32. 129. OMEÑACA, Jesús y Aurelio SAGASETA «Normas de alcance nacional para las intervenciones en el Patrimonio Histórico de la Iglesia», en Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 33-43. 130. CORRAL SALVADOR, Carlos, S.J., «Del Acuerdo España-Santa Sede (3-1-79) a los Convenios y Acuerdos Gobierno Central y autonómico- Iglesia Española (1980-1989) sobre patrimonio histórico artístico de la Iglesia», en Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 44-53. 131. BCEE 30 (1991) 51-52. 132. SANCHO CAMPO, Ángel, «Las Catedrales como Iglesia madre de la Diócesis y como legado cultural. La perspectiva de la Iglesia», en Patrimonio Cultural 13-14 (1991) 62-72. 133. SANCHO CAMPO, Ángel, «Plan de Catedrales. Los Consejos de Fábrica. Los Planes Directores», en Patrimonio Cultural 17-18 (1993) 37-40. 134. Cfr. CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, «Catedrales para el siglo XXI», en PH47. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 47 (2004) 43-51. 135. MARTÍN ABAD, Joaquín, « Mons. Damián Iguacen: todo un Pastor», en Patrimonio Cultural 15-16 (1992) 61-63. 136. HEVIA BALLINA, Agustín, «Evangelizar desde el Patrimonio Cultural de la Iglesia: Archivos y Bibliotecas», en Patrimonio Cultural, 15-16 (1992) 34-37; «El proyecto editorial de la Asociación de Archiveros de la Iglesia», ibidem, 44-45. 137. LÓPEZ MARTÍN, Juan, «Actualidad de las hermandades y cofradías», en Patrimonio Cultural, 15-16 (1992) 48-51. 138. FIGUEROLA ROTGER, Pedro-Jorge, «Las cofradías en la diócesis de Barcelona», en Patrimonio Cultural, 15-16 (1992) 42-43. 139. VICARIO SANTAMARÍA, Matías , «Archivos y cofradías», en Patrimonio Cultural, 15-16 (1992) 46-47. 140. PETSCHEN VERDAGUER, Santiago, «El Patrimonio Histórico-Cultural Español y el Patrimonio Histórico-Cultural de la Iglesia ante el mercado interior comunitario establecido por el Acta Única Europea», en Patrimonio Cultural 15-16 (1992) 27-33. 141. PETSCHEN VERDAGUER, Santiago, «La Protección del Patrimonio Cultural en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa», en Patrimonio Cultural, 17-18 (1993) 19-24. 142. ALDANONDO SALAVERRÍA, Isabel, «Reproducción privada de los archivos eclesiásticos», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 62-66. 143. PLAZAOLA ARTOLA, Juan, S.J., «La estética como vehículo de evangelización», en Patrimonio Cultural, 17-18 (1993) 25-36. 144. CURROS Y ARES, María de los Ángeles, O. de M., «Objetivos y problemática del Departamento de Patrimonio Cultural de los Religiosos», en Patrimonio Cultural, 17-18 (1993) 47-51. 145. BCEE 38 (1993) 95. 146. BCEE 41 (1994) 25. 147. MAS-GUINDAL LAFARGA, Antonio-José, «Tendencias de la arquitectura religiosa española (Hacia una comprensión del espacio religioso)», en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 32-36. 148. PETSCHEN VERDAGUER, Santiago, «Las últimas directrices y normas de la Comunidad Europea sobre el Patrimonio Cultural»,en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 37-40. 149. VIÑAYO GONZÁLEZ, Antonio, «El Camino Jacobeo, calzada de evangelización», en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 41-46. 150. BELARTE FORMENT, José María, «El diálogo con nuestro mundo y el Patrimonio cultural de la Iglesia» en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 55-79. 151. EZQUERRO ESTEBAN, Antonio, «El ambicioso proyecto RISM (Répértoire International des Sources Musicales) y su aplicación en España. Una propuesta de adopción a la Normativa internacional para catalogación de fuentes musicales en nuestro país. La aplicación de la informática y sus ventajas», en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 80-86. 152. SANCHO CAMPO, Ángel, «Inventario del Patrimonio Cultural de la Iglesia en Castilla y León», en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 87-91. 153. SANCHO CAMPO, Ángel, «La razón de ser de un museo de la catedral y diocesano», en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 47-54. 154. Simposio Internacional Los Museos de las Catedrales y Diocesanos: Encrucijadas de la fe y de la cultura, Documento de Malta, 29 enero 1994: en Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 12. 155. BCEE 47 (1995) 116-117. Patrimonio Cultural 21-22 (1995) 73-74. 156. Patrimonio Cultural, 19-20 (1994) 101-103. 157. VILAPLANA MOLINA, Mons. Antonio, «El Patrimonio cultural de la Iglesia y la Nueva Evangelización. Diálogo arte-fe-cultura», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 23-25. 158. PLAZAOLA ARTOLA, Juan, S.J, «Arte Cristiano: Su historia, su razón y su sentido», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 61. Id., Historia y sentido del arte cristiano, Madrid, BAC Maior, 1996. Id., Historia del arte cristiano, Madrid, BAC, Sapientia Fidei, 1999. 159. MAS-GUINDAL LAFARGA, Antonio-José, «Hacia una visión amorosa y eclesial del Patrimonio Cultural», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 42-45. 160. GARCÍA PICAZO, Paloma, «'Europa, sé tú misma'. Cristianismo, cultura e identidad europea: la dimensión integradora del patrimonio cultural de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 27-38. 161. CLEMENTE SAN ROMÁN, Carlos, «Agresiones al patrimonio arquitectónico: Las aves», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 39-41. 162. PETSCHEN VERDAGUER, Santiago, «La cultura en la Unión Europea. Síntesis de la acción realizada y de los propósitos fijados», en Patrimonio Cultural, 21-22 (1995) 46-48. 163. GARCÍA PICAZO, Paloma, «Las Catedrales: Hacia una Europa del Pensamiento y del Espíritu», en Patrimonio Cultural, 23-24 (1996) 32-48. 164. Convenio de Colaboración entre BBV y la Conferencia Episcopal Española para el desarrollo de actividades de interés cultural histórico o artístico, Madrid, 19 julio 1995: BCEE 48 (1995) 156-157; Patrimonio Cultural 23-24 (1996) 14-15 165. Convenio entre la Conferencia Episcopal Española y la Fundación Endesa para la iluminación de catedrales y templos, Madrid, 17 julio 1998: BCEE, 59 (1998) 131; Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 16. 166. BCEE 61 (1999) 60. 167. PETSCHEN, Santiago, Europa, Iglesia y Patrimonio Cultural, Madrid, BAC, 1996. 168. ALDANONDO SALAVERRÍA, Isabel, «El 'Caso Pastrana'. Consideraciones desde la vertiente de la normativa jurídica del Patrimonio Histórico», en Patrimonio Cultural, 23-24 (1996) 27-31. 169. Arbeitsgemeinschaft kirlicher Museen und Schatzkammern im deutschspraghigen Raum. Rom- Dokument, Roma, 31 mayo 1995, Patrimonio Cultural, 23-24 (1996) 19-20. 170. Patrimonio Cultural 25-26 (1997) 31-32. 171. MARCHISANO, Mons. Francesco, «La Iglesia y los Bienes Culturales un instrumento privilegiado de Evangelización» en Patrimonio Cultural, 25-26 (1997) 35-47. 172. MARTÍN ABAD, Joaquín, «Acciones pastorales desde el Patrimonio Cultural de la Iglesia ante el año 2000. La Tertio Millennio Adveniente», en Patrimonio Cultural, 25-26 (1997) 70-76. 173. GARCÍA PICAZO, Paloma, «Voces, imágenes y caminos de Europa, crisol de fe y cultura», en Patrimonio Cultural, 25-26 (1997) 48-64. 174. MAS-GUINDAL LAFARGA, Antonio-José, «De la Catedral a la Iglesia de hoy en el espacio de la arquitectura religiosa», en Patrimonio Cultural, 25-26 (1997) 65-69. 175. BCEE 51 (1996) 179-180; Patrimonio Cultural 25-26 (1997) 10-11. 176. Cfr. PLAZAOLA, Juan, «Revistas de Arte Sacro (1ª parte). La memoria del pasado [...] Arte Religioso Actual», en Ars Sacra, 0 (1996) 60-62. 177. SANCHO CAMPO, Ángel, «Editorial», en Ars Sacra, 0 (1996) 3-4. 178. BCEE 50 (1996) 100. 179. BCEE 54 (1997) 65. 180. BCEE 53 (1997) 51-52. 181. BCEE 53 (1997) 3-5. 182. GARCÍA PICAZO, Paloma, «El Arte Sacro, manifestación de fe y la creatividad de los pueblos», en Patrimonio Cultural, 27-28 (1998) 36-55. 183. JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en la II Asamblea de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia, «Los Bienes Culturales de la Iglesia con referencia a la preparación del Gran Jubileo», Castelgandolfo, 25 septiembre 1997, en Patrimonio Cultural, 27-28 (1998) 7-9. 184. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta a los Presidentes de Conferencias Episcopales sobre el papel de los Bienes Culturales de la Iglesia en el Jubileo del año 2000, Vaticano, 20 noviembre 1997, en Patrimonio Cultural, 27-28 (1998) 20-26. 185. Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 27-33. 186. Comisión Episcopal de Patrimonio, Circular nº 5, de junio de 2001. 187. LÓPEZ QUINTÁS, Alfonso, «La experiencia estética, fuente inagotable de formación humana», en Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 34-46. 188. GARCÍA PICAZO, Paloma, «Arquitectura Sacra en Viena o el Arte de la Curación Espiritual. Algunas reflexiones sobre la Iglesia de San Leopoldo Am Steinhof», en Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 61-71. 189. OMEÑACA SANZ, Jesús Mª, «La Redacción del Inventario del Patrimonio Cultural de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 47-52. 190. SAGASETA ARIZTEGUI, Aurelio, «Liturgia viva y música en las catedrales», en Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 53-60. 191. BCEE 60 (1999) 32. 192. JUAN PABLO II, Carta a los Artistas, Vaticano, 4 abril 1999, en Patrimonio Cultural, 29-30 (1999) 7-15. 193. BELARTE FORMENT, José María, «Las imágenes, resplandor de la Palabra», en Patrimonio Cultural, 31 (2000) 42-75. 194. GONZÁLEZ VALLE, José Vicente, «Música, expresión del espíritu orante», en Patrimonio Cultural, 31 (2000) 76-81. 195. MELÉNDEZ ALONSO, Antonio Ignacio, «Entre el antes y después de Encrucijadas», en Patrimonio Cultural, 31 (2000) 97-100. 196. PLAZAOLA ARTOLA, Juan, Historia del arte cristiano, Madrid, BAC, Sapientia Fidei, 1999. 197. BCEE 61 (1999) 77 198. SECRETARIADO DE LA COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL PATRIMONIO CULTURAL, Circular nº 1, Diciembre 1999, pág. 2. 199. BCEE 71 (2003) 163-167. 200. Cfr. Sagrada Congregación para el Clero, La Conservación del Patrimonio Histórico-Artístico de la Iglesia. Carta Circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, 11 abril 1971, en Patrimonio Cultural, 2 (1984) 11. 201. Ya el Concilio Vaticano II apuntó la creación de este tipo de organismos: Sacrosanctum Concilium 46: «Además de la Comisión de Sagrada Liturgia, se establecerán también en cada Diócesis, en la medida de lo posible, comisiones de música sagrada y de arte sagrado». 202. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta Circular Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia, Ciudad del Vaticano, 8 diciembre 1999, en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 107-130. 203. JUAN PABLO II, Los Bienes Culturales de la Iglesia con referencia a la preparación del Gran Jubileo, Mensaje a los participantes en la II Asamblea de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia, Castelgandolfo, 25 septiembre 1997, en Patrimonio Cultural, 27-28 (1998) 7-9. 204. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta Circular Las Bibliotecas eclesiásticas en la misión de la Iglesia, 10 de abril de 1994; Carta Circular La función pastoral de los archivos eclesiásticos, 2 de febrero de 1997, y Carta Circular La función pastoral de los Museos eclesiásticos, 15 de agosto de 2001. 205. GÓMEZ RASCÓN, Máximo, «Legislación civil y canónica sobre los préstamos de obras de arte», en Patrimonio Cultural, 31 (2000) 83-89. 206. ÍÑIGUEZ RUIZ-CLAVIJO, Manuel, «Criterios catequéticos para el uso correcto de los bienes culturales de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 31 (2000) 90-96. 207. MARTÍ BONET, José María, «Presentación», en Memoria Ecclesiae I, Barcelona, Asociación de Archiveros de la Iglesia en España, 1990, pág. 3. 208. COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL PATRIMONIO CULTURAL DE LA IGLESIA, Guía de las Bibliotecas de la Iglesia, Madrid, Edice, 2003. 209. VIÑAS TORNER, Vicente , «La conservación del patrimonio bibliográfico y documental de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 33 (2001) 81-92. 210. HEVIA BALLINA, Agustín, «La Iglesia y la cultura: Bibliotecas Eclesiásticas. Génesis y desarrollo», en Patrimonio Cultural, 33 (2001) 99-114. 211. PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA, Carta Circular Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia, Ciudad del Vaticano, 8 diciembre 1999, en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 107-130. 212. CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, «Comentarios al documento 'Necesidad y urgencia del inventario y catalogación de los bienes culturales de la Iglesia'», en Patrimonio Cultural, 33 (2001) 61-80. 213. CORRAL, Carlos, Isabel ALDANONDO, Código del Patrimonio Cultural de la Iglesia, Madrid, Edice - Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, 2001. 214. Patrimonio Cultural, 33 (2001) 9-15. 215. DIÓCESIS DE JAÉN, Directorio pastoral sobre los bienes temporales de la Iglesia (Dimensión pastoral y administrativa), Jaén, Departamento de Publicaciones del Obispado, 1995. 216. Patrimonio Cultural, 33 (2001) 16-41. 217. Patrimonio Cultural, 33 (2001) 42-48. 218. Patrimonio Cultural, 33 (2001) 93-98. 219. BCEE 72 (2004) 3-6. Patrimonio Cultural, 39 (2004) 7-12. 220. GARCÍA RODRÍGUEZ, Sebastián, OFM, «Guadalupe de Extremadura: Real Santuario de María, Patrimonio de la Humanidad», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 140-155. 221. CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, Javier, OSA, «Arte y Liturgia en los espacios celebrativos. Sugerencias para la reflexión y el diálogo», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 156-170. 222. GARCÍA MACÍAS, Aurelio, «'Homo liturgicus - Homo artifex' La experiencia litúrgica como inspiración artística», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 171-184. 223. SANCHO ANDREU, Jaime, «La celebración en los espacios de ayer y de mañana», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 185-201. 224. CANALS CASAS, Juan María, CMF, «El altar cristiano, mistagogía en piedra», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 202-210. 225. FERRER GRENESCHE, Juan Miguel, «El ambón, lugar de la palabra de Dios», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 211-214. 226. LARA POLAINA, Antonio, «La cátedra y la sede para el presidente de la celebración», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 215-219. 227. ALCALDE FERNÁNDEZ, Antonio, «El órgano en la liturgia actual», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 220-225. 228. GÓMEZ GUILLÉN, Ángel, «El baptisterio», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 226-232. 229. PRAT I SABATA, Lluis, «La sede penitencial», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 233-239. 230. GALLEGO FÁBREGA, Arturo, «La Capilla del Santísimo», en Patrimonio Cultural, 32 (2000) 240-246. 231. Cfr. Patrimonio Cultural 34 (2001) 55-155; 35 (2002) 13-64. 232. CERRA SUÁREZ, Silverio, «Covadonga. Significados universales de un Santuario», en Patrimonio Cultural, 34 (2001) 63-80. 233. VILAPLANA MOLINA, Mons. Antonio, «Metonimia arquitectónica», en Patrimonio Cultural, 34 (2001) 81-85. 234. PLAZAOLA ARTOLA, Juan, S. J., «El Patrimonio Cultural de la Iglesia ante el 'nuevo humanismo'», en Patrimonio Cultural, 34 (2001) 86-126. 235. GARRIDO ZARAGOZÁ, Juan José, «Pensamiento transmoderno, experiencia estética y arte cristiano», en Patrimonio Cultural, 34 (2001) 127-139. 236. BROSEL GAVILÁ, José Jaime, «El Patrimonio Cultural de la Iglesia como ámbito evangelizador. Iconografía, religiosidad popular y catequesis», en Patrimonio Cultural, 34 (2001) 140-155. 237. HEVIA BALLINA, Agustín, «La 'plantatio Ecclesiae': aportación de los Archivos a la historia de cada comunidad», en Patrimonio Cultural, 35 (2002) 15-24. 238. GARCÍA MADRID, Antonio y Mª Isabel MANZANO GARCÍA, «Recomendaciones y experiencias para una política de normalización y crecimiento de las bibliotecas y de los archivos de la Iglesia, hechas desde una biblioteca universitaria», en Patrimonio Cultural, 35 (2002) 25-31. 239. ÍÑIGUEZ RUIZ-CLAVIJO, Manuel, «Patrimonio Cultural y Catequesis, en Patrimonio Cultural, 35 (2002) 32-46. 240. SANCHO CAMPO, Ángel, «El Patrimonio Cultural de la Iglesia al servicio de la liturgia», en Patrimonio Cultural, 35 (2002) 47-55. 241. 35 (2002)BUENO ORTEGA, Manuel, «La exposición 'En la tierra del Santo Rostro', una experiencia de fe», en Patrimonio Cultural, 35 (2002) 56-61. 242. NAVAL MAS, Antonio, «Programa de visitas guiadas del Obispado de Huesca», en Patrimonio Cultural, 35 (2002) 62-64. 243. Cfr. Patrimonio Cultural 36 (2002) 11-124. 244. FERNÁNDEZ COBIÁN, Esteban, «Arquitectura religiosa del S. XX en España», en Patrimonio Cultural, 36 (2002) 19-45. 245. LÓPEZ MARTÍN, Mons. Julián, «Significado religioso y litúrgico del espacio de la celebración», en Patrimonio Cultural, 36 (2002) 46-60. 246. RUPNIK, Marko Ivan, S.J., «La Capilla Papal 'Redemptoris Mater' del Palacio Apostólico Vaticano. Pensamiento teológico, litúrgico y artístico», en Patrimonio Cultural, 36 (2002) 61-72. 247. GONZÁLEZ ANLEO, Juan, «La arquitectura religiosa en el conjunto de la ciudad», en Patrimonio Cultural, 36 (2002) 73-97. 248. FIGUEROLA MESTRE, Joán, «El objeto artístico en la creación del espacio sagrado», en Patrimonio Cultural, 36 (2002) 98-116. 249. COELLO DE PORTUGAL NARVÁEZ, Francisco, O.P., «Experiencia creativa de un artista religioso», en Patrimonio Cultural, 36 (2002) 117-120. 250. GONZÁLEZ ECHEGARAY, Joaquín, «Arte y fe en Cantabria», en Patrimonio Cultural, 38 (2003) 27 251. MARCHISANO, Mons. Francresco, «Naturaleza, finalidad y tipología del Museo de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 38 (2003) 42. 252. BARBADO ESTEBAN, Miguel Ángel, «Formación de los agentes del Museo de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 38 (2003) 56. 253. GÓMEZ RASCÓN, Máximo, «Organización del Museo de la Iglesia: exposición pedagógica y catequética. Función pastoral del Museo», en Patrimonio Cultural, 38 (2003) 66. 254. MUNETA MARTÍNEZ DE MORENTIN, Jesús Mª, «Motu Proprio 'Tra le sollecitudini' de S. Pío X y su influjo en la vida de la Iglesia», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 24. 255. MISERACHS GRAU, Valentí, «La música en la vida de la Iglesia. Panorama histórico», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 40. 256. LÓPEZ-CALO, José, SJ., «Los archivos musicales de la Iglesia en la historia de la música en España», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 56. 257. AYARRA JARNE, José Enrique, «El órgano y su literatura en la liturgia y en la cultura», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 97. 258. GALLEGO GALLEGO, Antonio, «Los caminos de la música religiosa en el contexto de la música actual», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 107. 259. SAGASETA ARIZTEGUI, Aurelio, «Formación musical: Escuela Superior de Música Sacra y Seminarios», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 118. 260. FERNÁNDEZ MANZANO, Reynaldo y Mª. Carmen MILLÁN RÁFALES «Catalogación de los archivos de música y de los órganos en Andalucía», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 83. 261. GARCÍA PINTADO, Bernardo R., OSB, «El canto gregoriano: arte y oración», en Patrimonio Cultural, 40 (2004) 130. 262. BCEE, 71 (2003) 174. |