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Página personal de Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA  

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LA CAPILLA BAUTISMAL DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE ALMONTE (HUELVA)

Manuel Jesús Carrasco Terriza.

Comunicación presentada en el

Simposio sobre la proyección del Arte Español en América y Filipinas.

La Rábida, agosto 1977

En dos ocasiones hace referencia Angulo Íñiguez a las almenas trapezoidales que aparecen coronando el exterior de la capilla bautismal de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Almonte (Huelva), y en ambas las pone en conexión con las de Huejotzingo, afirmando que se trata de una derivación de las almenas de gradas, cuya modalidad fue trasplantada a México.

El objeto de la presente comunicación es dar cuenta de las obras de restauración llevadas a cabo en su interior en 1976 por iniciativa del cura párroco de Almonte, Rosendo Álvarez Gastón.

La capilla bautismal es una pequeña construcción gótico mudéjar, de reducidas proporciones, adosada a la nave de la epístola de la iglesia parroquial de Almonte, entre la puerta sur y los pies de la misma.

Sin tener la simplicidad prismática de las kubbas musulmanas, puede considerarse como un recuerdo de ellas. En la provincia de Huelva conocemos varias capillas adosadas a edificios parroquiales, que participan de esta característica mudejárica, y que pueden agruparse en dos tipos: unas, cubiertas con bóveda de ocho paños sobre trompas de aristas, y otras con bóveda de crucería y cuyos nervios voltean sobre baquetones en las esquinas. Entre las primeras podemos mencionar las capillas funerarias de Palos, fechadas dentro del siglo XVI, y la capilla de los Barrera, de Villalba del Alcor, fechada en 1545. Entre las segundas hemos de citar en la sierra de Aracena la sacristía y sagrario de Cumbres de San Bartolomé; la capilla de Gregorio López y Catalina Martín, de Zufre, fechada en 1547; la sacristía y capilla de la Virgen de la Antigua, de la iglesia del Castillo de Aracena; y en la Tierra Llana de Huelva la capilla del Hospital de Nuestra Señora de los Ángeles, de Niebla, y, por último, ésta de Almonte.

Excepto la de Niebla, todas tienen en común la función subordinada a un templo principal, bien sea como lugar de enterramiento familiar o bien como espacios auxiliares para las funciones cultuales de la parroquia. En todo caso, no fueron previstas en el plano inicial, sin que por ello suponga un detrimento de la estética del edificio. Precisamente, la articulación de sus espacios y la funcionalidad o capacidad de adaptación a sucesivas ampliaciones, por medio de conexiones ortogonales, es algo esencial en el mudejarismo, como puede comprobarse en la iglesia parroquial de Villalba del Alcor y en los claustros de Santa Clara de Moguer.

El ámbito de la capilla bautismal de Almonte es de una gran regularidad y simetría; se puede reducir a un cubo de 4,20 m. de lado y de alto, coronado por bóveda del crucería de 2,40 m. de alto. Los muro presentan sendos arcos apuntados por cada una de los lados, ejecutados, como toda la edificación, en ladrillo. El arco norte es el que comunica con el interior del templo, los restantes son rehundidos, y todos descansan sobre pilares achaflanados hasta la altura de los salmeres, sin más transición que un pequeño triángulo cóncavo.

Los lados sur y oeste se abren al exterior por medio de estrechas saeteras, que prestan una suave iluminación el recinto. Estas ocupan gran parte de los espacios rehundidos (miden 1,65 m. de alto por 1,50 m. de ancho, debido al pronunciado abocinamiento de la misma. El arco que da a levante es completamente ciego, habiéndose colocado en su interior la lápida paleocristiana de Domigratia, fallecida al año 495. Unos bancos, de 0,42 m. de alto enrasan los rendimientos con el nivel de la pared principal.

La capilla se cubre con bóveda de crucería, formada por dos nervios diagonales, de ladrillo labrado por sus caras laterales a modo de doble caveto. Los muros enlazan en la bóveda por medio de finos arcos apuntados adosados. Tanto los arcos diagonales como los formeros descansan sobre pequeñas impostas quebradas. Su plegamiento central se usa modo de capitelillo para coronar un baquetón cilíndrico, adosado a los ángulos de la capilla.

La expresión volumétrica exterior de este baptisterio es de una simplicidad suma, un puro volumen cúbico, que nada hace suponer la delicada combinación de elementos arquitectónicos en su interior. Al mismo muro sur se adosa una segunda capilla, la de Ánimas, de epoca barroca, y entre ambas se abre la portada de esta nave lateral, casi encajonada por los sobresaltos. Éstos llegan a crear una especie de patio interior, ganado al entorno. El juego de volúmenes simples que se logra hace de esta capilla uno de los más significativos ejemplo del mudéjar A blanco, sobrio y encalado de Andalucía@ , que Chueca Goitia ha visto reproducido en la arquitectura hispanoamericana, trayendo el ejemplo de la iglesia de San Cristóbal de Barcelona (Venezuela).

Los paramentos del baptisterio almonteño son casi absolutamente lisos. Únicamente se fraccionan por un podio bajo, el coronamiento de almenas y las minúsculas saeteras, sin crear en ningún momento un fuerte claroscuro. El podio apenas sobresale del muro unos centímetros. Sobre él, con luz cegadora, se extiende la gran superficie de ladrillo encalado. En el centro, la estrechas rendijas de las saeteras aparecen como una línea negra perdida en el banco. El coronamiento es subrayado por un listel, del que arrancan las gárgolas de cerámica, y sobre ellas, las almenas trapezoidales a que nos referíamos al principio, adosadas a un pretil. El muro sur ostenta siete de ellas, mas las dos medias que forman los ángulos, mientra que los lados del levante y poniente sólo cuentan con seis. Todas son tangentes por sus bases, que miden entre 82 y 90 cm. de ancho.

En las obras de restauración se descubrió el rehundimiento de los arcos y las saeteras, tapándose una ventana alta que daba luz al interior. Al empezar a picar las paredes, eliminando la cal y una sencillas cenefas pintada por Rafael Blas Rodríguez, aparecieron trozos de murales que representaba hojas carnosas, del mismo tipo que conocemos en el claustrillo mudéjar de La Rábida, en el Monasterio de San Isidoro del Campo y en las puertas que dan acceso al coro de Santa Clara de Moguer, todas ellas fechables en la postrimerías del siglo XV. Desgraciadamente, y a pesar de haberse advertido de la importancia estos fragmentos, fueron picadas estas pinturas junto con las modernas.

En el interior de una de las saeteras apareció el pedestal de una pila de bautismo, en cerámica vidriada de color verde, con decoración de moldes en relieve. Mide 0,74 m. de alto por 0,34 m. de diámetro. Las figuras que se repiten en bandas horizontales son al parecer la Virgen Dolorosa y San Juan, según la iconografía tradicional de los calvarios (12 cm. alto), Santiago y otro apóstol (9,5 cm.) y unos hipocampos (8,5 cm.). En la provincia de Huelva hemos hallado otros fragmentos de pilas bautismales vidriadas, uno en la parroquia de San Bartolomé de la Torre, hoy depositada en el Monasterio de Santa Clara de Moguer, que se encontraban el interior del pie de la pila bautismal, este algo más pequeño que el de Almonte (0,65 m. de alto por 0,29 m. de diámetro), decorado con los caballitos de mar, flores de lis, palomas y anagramas de Jesús (IHS) en caracteres góticos, repetidos en bandas. El segundos pedestal se encuentra fragmentado en la parroquia de Trigueros. Debió ser un objeto litúrgico muy en uso en el siglo XVI, aunque por su fragilidad se hayan conservado pocos ejemplares. El inventario de la parroquia Hinojos, de 1580, costa A vna pila de bautismo de barro berde con vnos pinos de fuera@ . Una idea de cómo debía ser la pila completa nos la da a la que existe en la parroquia de Santiago el Mayor, de Santiago de Castilleja de la Cuesta, catalogada como de hacia 1500.

La solería de la capilla no se ha levantado, manteniendo unas baldosas de cemento de reciente factura. En el centro, la pila hacia de eje a un polígono de nueve lados.

A la hora de situar en el tiempo el baptisterio de Almonte, que conecta por una parte con las almenas trapezoidales de Huejotzingo, y por otra con los volúmenes mudejáricos simples de las iglesias venezolanas, debemos tener en cuenta que, si bien costa la existencia de capillas gótico-mudéjares subordinadas ortogonalmente a un templo principal hasta 1547, los elementos decorativos que han aparecido en el interior de la capilla almonteña nos aconsejan no adentrarnos más allá de la primera década del siglo XVI.